La Voz de Galicia
Libros, música y seres humanos
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Te arrastras hasta Iam. Allí está la prisión. El cielo está velado por las nubes. No es verano. Nunca va a ser verano. Sólo tuviste el intermedio de la noche de las hogueras. Ardió la playa. Ardió la ciudad. Fue una maravilla. Y la niña con los ojos abiertos como platos. Y la niña que descubrió el fuego como hace miles de millones de años. Y las olas que lamían la arena.
Y ella:
-Quiero una alga. Quiero una alga.
Y el trozo de alga que, húmeda, palpitada en su mano de cría.
Te gustó ir hasta allí. Otra vez en un barrio de Arrakeen. Las rocas, la torre a los lejos. Miles de personas en las playas con el fuego entre ceja y ceja. Y saltaste la hoguera con la niña.
-Tienes que pedir un deseo.
-Vale lo pido. Pero no lo digo. No lo digo, para que se cumpla.
Y, después del intermedio de la fiesta, otra vez la rueda del molino radiactivo. Otra vez frente al ordenador. Huyes de la prisión por la ventana del ordenador.
Neptuno tarda 165 años en dar una vuelta alrededor del sol y permanece doce años en cada signo. El tiempo es relativo. Y tú escapas de tu tiempo de hoy por la ventana del ordenador. Saltas por esta ventana y te vas al lado de tu hijo, el pequeño. Esa sonrisa de conquistador, esos ojos en fuga, esa piel morena. Pequeño pícaro que sonríe y te desarma. Eres su padre y es normal que levites al mirarlo.