La Voz de Galicia
Libros, música y seres humanos
Seleccionar página

…fue horrible. Me dijo cuánto me costaría quitarme ese tatoo. Y me eché a llorar. Desapareció de mi vida y creía que me moría. Ni mensajes de móvil, ni llamadas. Nada de nada. Me sentí otra vez huérfana. El hombre que me había rescatado en sus brazos de esta Galicia extraña se había esfumado. Pero volvió y volvió a ser todo lindo. Es lo que tienen los reencuentros. Me pidió con palabras dulces que me borrase el tatuaje. Y yo quise darle una sorpresa. Fui y me puse debajo de gracias a mi novio por existir. Su nombre. Gracias a mi novio Iván por existir. Eso fue lo que hice.
Y le dije que nos fuésemos a vivir juntos. En este verano loco, un verano en el que no paraba de llover.
Y él se enfadó muchísimo. Me levantó la mano. Dijo que era absurda. Que me borrase todo. Que con el nombre era todavía peor. Que él pagaba lo que costase. Se lo prometí para que se calmase. Siempre me tocan los hombres peores. Atraigo a los hombres malos. No sabía si hacerle caso. Le quería tanto. Y entonces le vi. Estaba en el parque con una mujer. Una mujer a la que le decía cariño. Había un niño pequeño, que los dos levantaban en brazos. Un niño pequeño que cogía las manos de mi chico y la mujer y lo levantaban en alto. Todos reían, felices. Creía que me moría. Me quería morir. Sólo morir.
Volví a donde el tatuaje y le dije que me borrase todo y que encima me pintase un pájaro enorme, un pájaro tan grande que me permitiese echarme a volar. Irme de esta ciudad, de este país. Volar y volar lejos de los hombres que sólo saben mentir. Una mentira tras otra.
Y lo escribo porque una amiga me dijo que si lo escribía me desharía de esta historia y de ese hombre que tanto me hizo sufrir.
P.D: Un corazón roto sólo reparte pedazos.