La Voz de Galicia
Libros, música y seres humanos
Seleccionar página

Encuentro estos papeles escritos sobre el banco de un parque. Están arrugados. La letra corre rápida por los folios, como un arrebato:
Maldigo el día en que lo conocí. Me engañó desde el primer momento. Enganchaba una mentira en otra. Una sobre otra. Sin parar. Me deslumbró con su labia. Con su pelo engominado. Me dijo que estaba separado. Quería dudar, pero me miraba con unos ojos increíbles. Yo necesitaba cariño. Trabajo limpiando casas. Y lo conocí en un bar por la noche. Me dijo que era vendedor. Viajante, que recorría Galicia para vender sus productos. No me di cuenta que yo fui un producto más de usar y tirar. Me enamoré de él. Estoy fuera de mi país. Soy de El Salvador y pensé que él era distinto. Me trataba lindo. Con mucho cariño. Siempre me decía que estaba guapa, que era muy linda, princesa. Me enamoré como una loca. Lo veía de cuando en cuando. Cada vez necesitaba más verlo. Y verlo. Tenerlo en mis brazos. Era como un niño en mis brazos. Me enamoré tanto que me tatué en el hombro. Gracias a mi novio por existir.
Se lo enseñé como un regalo que le hacía. Pero él reaccionó mal. No le gustó. Fue la primera vez que me habló mal. Antes me había dicho que iba a coger un piso conmigo. Que dejase de vivir con mis compañeras. Que me ayudaría a pagar un piso y que él dormiría allí, cuando no estuviese de viaje. Siempre hacíamos el amor en el coche, en su coche. Lo del piso me ilusionó y me lancé a hacerme el tatuaje. Mis amigas me dijeron que estaba loca. Y yo les contesté:
-Sí, loca por él…
(Continuará)