La Voz de Galicia
Aprendiz de madre
El blog de la crianza y la conciliación
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zapatos
Empieza la cuenta regresiva. Montse comienza el cole el 1 de septiembre y los nervios me corroen. Lo tengo casi todo listo. Los uniformes ya están encargados y tengo en orden la lista de cosas que la peque llevará en su primer día de clases.

Durante las últimas semanas me he dedicado a repetirle hasta el cansancio que irá a un lugar lleno de niños y juguetes. Que su profesora se llama Sonia. Que se va a divertir muchísimo. Que yo iré a recogerla todos los días. Que nada malo le pasará. Que aprenderá nuevas canciones. En fin, que no sé si se lo cuento a ella o lo repito para convencerme yo.

Montse me escucha con paciencia y sonríe. Luego me coge de la mano y me lleva al jardín, tal vez para distraerme, o para conseguir callarme de una vez por todas.

Y es que la peque está dejando de ser un bebé. Se está convirtiendo en una niña independiente. Me di cuenta la vez que le compramos sus zapatos rojos, fue al comenzar el verano. Los vio y le encantaron. Cuando se los puso por primera vez miraba embobada sus pequeños pies. Los tocaba y me decía: «Este, este, este» que es el himno que utiliza cada vez que algo la sorprende mucho o despierta su curiosidad.

Los zapatos rojos de Montserrat me hicieron pensar en sus primeros pasos. En sus intentos constantes por formar una oración completa aunque sea con balbuceos. En su mirada alegre cuando me ve llegar a casa por las noches. En la forma en que me abraza cuando tiene sueño y quiere que la lleve a su cuna. Y en su risa estrepitosa cuando le canto sus canciones favoritas.

Son los primeros pasos de Montse. Pequeños pasitos que van marcando su vida. Y la mía. Guardaré para siempre esos preciosos zapatos rojos que me han enseñado una nueva lección.