Uno de los temas apuntados en la entrada Preguntas raras (27 de marzo) era la relación entre celibato, homosexualidad y pederastia. En su día, su mera enunciación provocó alguna polémica en el blog.
En este artículo de Aceprensa se desarrolla con más claridad, a propósito de las declaraciones del cardenal Bertone:
A partir de estos datos, llama la atención que el periodista pregunte por la relación entre celibato y pedofilia, y en cambio nadie pregunte por la posible relación entre sacerdotes con tendencias homosexuales y abusos de menores. Lo curioso es que desde el comienzo de la crisis se haya dado por buena la sospecha –cuando no la afirmación tajante– de que el celibato es el caldo de cultivo de los abusos, mientras se pasa por alto que quienes han incurrido en esa mala conducta han cometido en su mayor parte actos de naturaleza homosexual (…)
Ciertamente, nadie ha dicho –tampoco Bertone– que cualquier homosexual sea un pederasta ni que cualquier sacerdote con tendencia homosexual abuse de menores. Pero igualmente habría que reconocer que en la Iglesia el problema de los abusos a menores no proviene de los sacerdotes que viven el celibato, sino de los que no lo viven y que, según se ha visto, en su gran mayoría se sienten atraídos por adolescentes varones.
Lo que molesta es que las palabras de Bertone hayan suscitado un tema que hoy es tabú, como si cualquier dato que vaya en desdoro de la conducta homosexual debiera silenciarse. Como ha declarado a Zenit el profesor Massimo Introvigne, los que se rasgan las vestiduras “buscan prohibir la cita de aquellos datos estadísticos que consideran como políticamente incorrectos. Es una forma de censura inaceptable, en ocasiones disfrazada de científica”. Pero los datos estadísticos son números y “estos números, en cuanto tales, no deberían ofender a nadie y no se les puede hacer decir más –ni menos– de lo que dicen”.
Si se trata de acabar con el ocultismo en este tema, no hay por qué silenciar lo que molesta a los nuevos bienpensantes.
Un buen ejemplo de lo que dice este texto es la columna de mi muy admirada Elvira Lindo, titulada «El ángel y el cura» y publicada el pasado 21 de marzo en El País, en la que se mira con simpatía el efebismo (al menos de deseo) de un pastor episcopaliano. Pero claro, el pastor es episcopaliano y homosexual:
«¿Qué pinturas imagina una que tiene un cura en las paredes? No creo que exista un estilo específico para los hogares de los padres curas, pero si hay algo que no podíamos esperar era encontrarnos con dibujos de efebos mostrando unos nada desdeñables miembros.
En fin. Recomiendo el artículo de José Luis Meilán, El viacrucis de Benedicto XVI, y el del teólogo Blanco Sarto en La Vanguardia: La sonrisa de Ratzinger
Coincido con vostede, Señor Vagón Bar.
(E tamén me gustou moito o artigo de Meilán, íallo comentar.=
Yo creo que el error es de enfoque y es del entrevistado, luego a partir de ahí está claro que cualquier periodista va a resaltar los contenidos más candentes.
Según yo lo veo, y desde un punto de vista puramente estratégico, la iglesia ha cometido errores al afrontar esta crisis sobre la pederastia. Primero, el no haber previsto una estrategia conjunta de respuesta a los medios, de manera que cualquier obispo ha contestado a la prensa lo que buenamente se le ha ocurrido sobre el tema, con todas las salidas de tiesto que hemos ido leyendo estos últimos meses. Señores obispos, está claro que les van a sacar de contexto lo que digan(en algunos casos no se necesitaba ni sacarlo de contexto), tengan un poco de cuidado.
Segundo, la dialéctica curil de soslayar el tema introduciendo una segunda idea a colación, en este caso lo de la efebofilia (como si fuera mucho mejor cualitativamente). Esa dialéctica sólo va a provocar rechazo. Es como la gente profalangista que cuando habla de las tropelías de la guerra civil te dice que en el bando republicano también se cometieron, como si una cosa por la otra. Esa misma argumentación la veo también en este artículo, cuando habla del sacerdote episcopaliano: «es que cuando los episcopalianos lo hacen no se les da tanto bombo». O las palabra de Bertone: “Muchos psicólogos, psiquiatras, han demostrado que no hay relación entre celibato y pedofilia, y en cambio muchos otros han demostrado, y me lo han dicho recientemente, que hay una relación entre homosexualidad y pedofilia” Si eso no es irse por las ramas…
Tercero, quejarse de una caza de brujas, de persecución mediática de los medios «progresistas». Es cierto, esa persecución existe, pero quejarse de ella no hace más que empeorar la imagen del que está en el disparadero. Es que estamos hablando de abusos a miles de víctimas, señores, ¿qué otra cosa pueden esperar sino que les pongan en la picota?
Pero parece que están reaccionando. No sé si soy el único que se ha dado cuenta del cambio de discurso de la iglesia con respecto al tema. Han recogido velas y han afrontado los hechos directamente:
1.-Disculpándose con las víctimas con un discurso de significado único, un «lo sentimos y punto» nada de estadísticas, ni menciones a homosexuales, ley del aborto, valoraciones morales o divagaciones de otro tipo.
2.-Últimamente(esta última semana por lo menos) no he leído ninguna declaración del obispo turno desbarrando sobre el tema, a mi parecer les habrán dicho que se callen.
3.-El Papa se acerca a las víctimas (por fin!), dirán lo que sea de Juan Pablo II, pero sí que es cierto que supo crear una imagen de cercanía, icónica, y de buenas intenciones que este papa de ahora no tiene ni remotamente.
4.-Tolerancia cero con la pedofilia, basta de mensajes de perdón a los sacerdotes «arrepentidos». Hay que priorizar a las víctimas. Esto me parece que también lo está diciendo claramente Benedicto, creo que he leído que la iglesia incluso colaborará con la justicia.
No sé, creo que en adelante, quitando inevitables salidas de tonos de religiosos entrevistados, este será el discurso y la estategia de la iglesia y creo que les irá mejor que hasta ahora.
Un saludo
Gonzalo
Tengo entendido que la persona que tiene tendencia a ser homosexual y domina esas pasiones, puede llegar a ser santo.
Que hay incidencia en incurrir en abuso de menores , éste se daría con quienes tienen tendencias homosexuales u otro trauma de índole sexual .
No todos los homosexuales abusan de niños, pero yo no dejaría a mis hijos a cargo de ninguno de ellos . Tampoco estoy abierta que ellos adopten, pues es derecho del niño a vivir en familia
( Hay » matrimonio «(¿?), «familia» (¿?) entre homosexuales, pero esas son palabras acordadas socialmente y aceptadas en forma » extensa» , situaciones que no condicen con la realidad de matrimonio y la familia . Hay que llamar pan al pan y vino al vino)
Con el argumento celibato igual abuso de menores , quien se mantenga virgen hasta el matrimonio ( hombre o mujer) mientras durara la espera entonces ¿¿se vería invadido ese tiempo por impulsos de tal índole como querer abusar de menores??? Sabemos que eso no es así.
María, estoy de acuerdo contigo. Paco, gracias por estas perlas y por remitirnos a otras.
Publicó ayer El Mundo un artículo sobre el último libro de David Mamet y dice: Otro engendro dictatorial, la corrección política, «Cuya monstruosidad (heterosexual malo/gay bueno, blanco malo/negro bueno), se ve fácilmente apenas cambiemos el orden de los términos».