Las crónicas neoyorquinas de Ander Izagirre, tan distintas: «Aún tengo grabado en la médula espinal, como un latigazo, el escalofrío que me sacudió cuando nos atacaron en Harlem. Caminaba con Nerea. Pasamos junto a una pequeña banda de adolescentes que se giraron para mirarnos con sonrisas retorcidas. Uno le dio un codazo a otro, éste cuchicheó dos palabras, un tercero se remangó y se puso de cuclillas»
Leopoldo Abadía, navideño
Carlos Fuentes: México, el ascenso de Brasil y el futuro de Cuba
Acabo de leer, rápidamente, el artículo de Zapatero sobre Obama. Y me pregunto qué hará o qué dirá el nuevo presidente de los Estados Unidos sobre el ataque de Israel a Gaza (que yo sepa todavía no ha dicho nada). No vaya a ser que el señor Obama no sea tan «guay» como algunos se piensen. O a lo mejor los israelitas acaban el ataque justo el día 20 (que todo puede ser). En fin, una desgracia más.
¿Qué gritaría un gallego en vez de «cagüensós»?
Es algo que impresiona lo que nos cuenta Izaguirre en su Harlem.Hay que echarle muchos bemoles para estar ahí, solo o acompañado, en medio de tantos energúmenos -perdón porque estamos en fechas de Navidad- pero es que no se me ocurre otro califiativo más leve.
Esperemos que Obama, que conoce el problema de los «no blancos» (¿peyorativo?) resuelva el problema de estas personas, que tienen derecho a la sanidad, educación, universidades, calidad de vida y de tantas otras lindezas, sw laa que aún no disfrutan.
¡Qué buena cosa será el día que podamos mirarles a los ojos, con sinceridad -intento hacerlo desde hace años, por lo menos los que viví en África, que fueron cerca de tres décadas- a todos los que no piensan ni son como el que suscribe!
Recuerdo a unos buenos y estupendos amigos que eran de la etnia semítica -árabes y hebreos-con los que estudié parte del bachiller. Y algunos hindúes que también los había… ¡¡Grandes recuerdos de África!!
Xosé, yo sólo estuve una semana como turista pero te aseguro que no hay que echarle ningún bemol para pasear por el Harlem de hoy en día, al menos en las calles por las que yo anduve, ni siquiera a medianoche. Vi un barrio muy tranquilo en el que el mayor conflicto fue la gamberradita de unos adolescentes que nos echaron unas bolas de nieve. No sé decir si tienen problemas más graves que el resto de los neoyorquinos.