Hace unos días escuchaba a un conocido nombre de la radio hablar con desgana de la Navidad: «Ya está ahí, ya falta menos para que los niños toquen las bolas, los de San Ildefonso, quiero decir…» Continuó así un rato, pero me quedé atascado en esa frase, que me dolió. Mucho. Porque me parece representativa de algo que percibo con más fuerza cada año: estamos a punto de robarles las navidades a los niños. Es lo que faltaba.
La historia que se celebra en Navidad es muy sencilla y discurre en torno a un niño. Quizá por eso los niños la entienden tan bien y disfrutan tanto construyendo o visitando belenes, con sus pastores y sus ovejas, sus ríos y sus estrellas, con los Reyes Magos y el otro, el malo, Herodes. Todo les hipnotiza, aunque en sus miradas limpias guardan un afecto especial por el Niño, que es el centro. Ellos son también, o deberían ser, el centro de estas Fiestas. Pero nosotros entendemos cada vez peor aquella noche y a aquel Niño, e incluso dejamos de contar la historia, se la hurtamos con iconografías que ocultan lo esencial y disparan, sin embargo, sus ansias de compra. Ellos entienden la historia, pero se la decimos cada vez menos porque no la entendemos. Como entonces. Aquel Niño, convertido ya en Maestro, tuvo que explicárselo a los suyos: si no volvéis a haceros niños no entenderéis nada. Nada de humildad, nada de entrega, nada de amor, nada de nada. Y como siempre, el Maestro predicaba con su propio ejemplo: él quiso hacerse niño, nacer de mujer, desvalido y necesitado de todos los cuidados a ver si así nos conmovía.
Vuelvo el sábado que viene, así que aprovecho para desear a todos una muy feliz Navidad, una Navidad de niño, llena de ilusión, de esperanza, de luces, de alegrías, de bendiciones, de toda esa grandeza que se esconde detrás de la historia humilde que festejamos en Navidad.
(Lo de que vuelvo el 27 es para el periódico, al blog espero volver)
Un saludo para todos y feliz Navidad,paco,prometeo,javier,mikel y ese largo etc que hemos estado,estamos y estaremos pendientes de este blog.
Me gustaría que por una vez,aunque no sirva de precedente,os pasarais por mi blog,vexovigo.blogspot.net. Y que olvidamos si somos de aquí o de allá,le dierais un vistazo al post de ayer,es un cuento navideño amargo que espera vuestro comentario.
Lo dicho Feliz Navidad,sin hurtarsela a los niños y haciendo renacer al niño que fuimos.
Ya he pasado por tu blog y he dejado un comentario. Pero me parece que has puesto mal el enlace. Yo he entrado por vexovigo.blogspot.com. El .net no lleva a ninguna parte
Mi nombre es Ana, tengo 51 años, pertenzco al colectivo que se ve amenazado ante la llegada de «lo que se avecina».
Hubo un tiempo en que mi sentir aceptaba toda esta celebración. Era, quizá, cuando los mayores pensaban por mí; cuando -repitiendo esquemas venidos de antes- intentaban educarme en el sentir de la religión.
Todos los años pienso en el Belén de Eugenio. Lo conocí hace muchos años ya retirado. Al poco tiempo de casarse empezó a trabajar en las oficinas de un recaudador de impuestos, pero pronto en su trabajo adquirió una angustia vital que le empujó a la emigración. Su mujer que era maestra, encontró trabajo en Alemania educando los hijos de otros emigrantes y el se empleó en los ferrocarriles. Era un hombre bueno, pero un poco taciturno y solitario al que sin embargo le encantaba estar rodeado de niños que no le faltaban por la profesión de su mujer. Su mundo privado era el enorme trastero de su casa donde se encerraba por largas temporadas. Cuando llegaba la navidad notábamos que empezaba a dejarse ver por el pueblo. Aguardaba el momento que le preguntáramos por el Belén. Ya casi está –decía-, pronto os permitiré verlo. El día señalado siempre ocurría por sorpresa y la noticia corría rápidamente entre el vecindario.. Nos arremolinábamos al principio de las escaleras y el se cubría con un gorro de jefe de estación y un banderín rojo para ordenar las idas y venidas de los chavales y los no tan chavales. Era un Belén maravilloso, lleno de lucecitas y figuras. Había muchos trenes eléctricos, túneles, fabricas, estaciones… A nosotros nos parecía un Belén un poco moderno aunque mantenía la configuración clásica del portal. A los niños no le importaba esa modernidad, bien al contrario, resultaba divertidísimo buscar en cada nueva configuración la situación del Portal, los Reyes magos, los pastorcillos y demás figuras clásicas, entre tanto ajetreo de automatismos. A los mayores cuando le increpaban sobre esta cuestión, les respondía: -El niño Jesús sigue naciendo todas las navidades y aunque lo rodeen de lujos y modernidades, el vendrá a iluminar con su bondad a los que sepan encontrarlo entre los pesebres y los refugios de los sencillos y humildes-. Yo creo que el disfrutaba en privado de su tren eléctrico gigantesco al que había dedicado un tercio de su sueldo durante toda su vida laboral en Alemania, pero en navidades convertía aquella pasión privada en un Belén que compartía con todos. Nunca le escuché hablar del placer que le reportaba montar y construir aquella maqueta enorme o de lo emocionante que era sentarse delante de su enorme puesto de mando controlando los cambios de vía. Sin embargo nos confesaba que disfrutaba muchísimo con las caritas de los niños durante la navidad y tenía un truquillo para aumentar la emoción pues organizaba unos concursos que sorprendentemente siempre ganaban los niños pobres y por eso se llevaban el mejor regalo.
Estos días, estoy liado con las Cabalgatas de Reyes y me acuerdo de Eugenio que ya no esta entre nosotros. Me han contado que sus figuras y sus trenes están embaladas y no se usan. Mi ilusión desde hace tiempo, es comprar todo aquello y disponer de tiempo para montarlo. Solo aspiro a disfrutar tanto como Eugenio enseñando su Belén a los niños por estas fechas.
Feliz navidad a tod@s.
Paco,aunque me cueste reconpocerlo,tienes razón ghasta en eso,efectivamente,había puesto mal mi propia dirección…qué cosas,no?
Bueno ya está corregido.
prometeo,eres un as,tienes un rimero de anécdotas,lembranzas,evocaciones.Y haces que los demás podamos revivirlas contigo.
En Cuanto a los belenes,durante años ponía en casa uno,con figuras grandes,chicas,pequeñitas.Ya sabeis como va el asunto,y ríos de papel de plata(ahora de rollo de albal),intentado cada año poner el puente sobre el río y la lucecita dentro del Portal.
Ahora lo tengo todo en el trastero,esperando ese impulso que esperemos que llegue cualquier otro año.
Por cierto,tenía otros años una magnífica poesía titulada navidad en Palestina,creo que realizada antes de las intifadas,pero ya bastante amarga.Si alguna vez la consigo,os la escribire en la Navidad próxima en la que espereo que volvamos a reunirnos al calor del blog de Paco y escuchando a los pro y a los contra navideños.Ojalá que no falte nadie a la cita.Un saludo de nuevo y ya que podemos,hagamos que la navidad sea tiempo de tregua en todo ye intentemos hacer feliz a alguien en estos días.
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Brummmm,no lo puedo evitar,la navidad me hace destilar melaza…
Pero,ya sabeis,mi frase preferida es «así es la vida».
Feliz Navidad.
Bó Nadal.
bicos,
Muchas gracias por tus amables comentarios. Pepaypepe. Intento entrar y dejar este comentario en tu blog, pero como no puedo lo dejo aquí:
Tienes motivos para mostrarte como un orgulloso enamorado de tu tierra y de tu mar. Yo me crié a caballo entre el mar y la tierra. Con pocos años me embarcaron varias veces a través del mar y todavía recuerdo las luces de Río y de la playa de Copacabana entrando de noche en un paquebote. Mis padres lloraban de saudade y unos tiempos inseguros y turbulentos los forzaron a volver. Empezaron de nuevo a ganarse la vida un poco en el mar y otro poco en el campo. Aprendí a cultivar la tierra y quise ser autosuficiente. Creí en la autarquía y pensé que podría vivir solo con mi buen Dios como única compañía. Viví tambien solo imbuido en la inmensidad oceánica y tambien con mis manos levanté y volví a la vida los viejos muros de piedra de una ruina de casa donde fundé una humilde familia. Mí sino se inscribe así en una rueda. La rueda de la fortuna, o Rota fortunae que decían los clásicos. He comido en los mejores manteles y viví grandes reveses, carencias y penalidades.
También tengo motivos para creer como mis antepasados integrantes del gremio de mareantes en aquella circunferencia simbolizando la Armonía universal sobre la que se inscribe un triángulo con sus tres lados: Espacio, Tiempo y Memoria. Siguiendo este orden y jerarquía, encarnando la base de toda estrategia humana para superar las dificultades y afrontar las mayores empresas.. Y si no fuera hijo de un pobre y ostentara alguna nobleza de cuna o hidalga distinción, mi blasón debería lucir dos ruedas: la de un carro y la de un timón. Poco navego ahora, el Prometeo apenas mueve los radios de la rueda a la que otrora me aferré con los dedos ateridos de frío en las gélidas y oscuras noches de temporal. Los radios de de las ruedas de mi carro son ahora los que dentellean y reflejan los haces de luz que atraviesan las hojas de los castaños. Es la misma luz que irisa los bigotes de espuma que se forman en mi proa mientras navego buscando el poniente a todo trapo, empujado por los alisios y las corrientes oceánicas. La fuerza de mis prieto azabache resoplando y tensionando músculos y tendones, es la fuerza de mi aparejo y de la jarcia del velero sometido a la escora de una ceñida rabiosa. Las negras pieles de mis corceles relucen tornasoladas y sudorosas como la espuma del mar salta la brazola y moja la tablazón de la cubierta Mientras tanto, vivo la “metáfora del carruaje”, (el cuerpo es el carro, los sentimientos los caballos, las riendas los pensamientos y el cochero que es la razón) intento pues ser un humilde cochero sin olvidarme ni descuidar lo demás pues todo es igual de importante. Sin mucha fortuna intento cuidar mi achacoso y rancio carruaje afinando como puedo mi tacto sobre las riendas mientras intento mantener briosos los sentimientos y mis emociones. De la misma forma cuido yo mismo mis animales y aprovecho sus instintos naturales para ejercitarlos y enseñarlos a realizar armoniosos giros y movimientos… y cuando más disfruto es cuando cruzo el húmedo bosque con sus cascos al trote tamborileando sobre la tierra del camino. Los llamo por su nombre, les hablo, los animo, los sereno, los arengo, los tranquilizo, les enseño y ellos me enseñan a mí.
Yo lo confieso….
Este año le he robado un trozo de Navidad a mi hijo. Ni Belén en casa, ni preparativos…. El Adviento ha pasado…
No pierdo la esperanza. Aún me quedan dos días para prepararlo todo.
Un beso y Feliz Navidad.