Me disponía a dar la bienvenida en esta columna a las medidas que, según filtraciones de estos días, prepara Hacienda para mejorar el tratamiento fiscal de las familias con hijos, y que empezarían por aumentar el mínimo exento en proporción al número de retoños. Me parecía una idea justa y coherente. Busqué más información en la web de un diario económico que ayer dedicaba a esta noticia su editorial y la primera página: «España, uno de los países con menos ayudas fiscales por tener hijos». Leí también los comentarios y, donde pensaba encontrar manifestaciones de alegría, tropecé con frases del siguiente tenor: «Los hijos no son una enfermedad sobrevenida, se tienen porque se quieren tener […]. Es absurdo que unos ciudadanos paguen los hijos de otros […] no tienen por qué tener un trato especial en el IRPF, ni en ningún otro concepto […]. Tal y como está el panorama en España y en el mundo […] más bien los que tendrían que pagar un impuesto especial por hijo son aquellos que los tienen».
Había más lindezas de este estilo y peores, pero las transcritas bastaron para entristecerme un momento: no solo me parecían poco inteligentes, quizá necias, sino insolidarias. Poco inteligentes, porque esos hijos de los otros pagarán nuestras pensiones o no podremos jubilarnos. Insolidarias, porque tal rebaja en el IRPF solo asegura que las familias con más hijos y coraje no tendrán que aportar de aquello que necesitan para sobrevivir. Dice el jerezano José Mateos en su libro Silencios escogidos que «las ideas de mala calidad pesan poco y por eso viajan más». El problema estriba en que producen consecuencias terribles.
Mentres non haxa unha transferencia con ímpeto do poder e o capital a favor da maioría da sociedade as cousas non van cambiar neste mundo.
En canto a xente que se manifesta tan egoistamente recórdanme cando eu era pequeno e ia a escola , esta era unha casiña vella co chan de madeira e chovía dentro dela, así que decidiron arranxala entre todos os veciños , agás un que dixo que el non tiña rapaces pequenos. Uns anos despois tivo netos e aínda foron a vella escola. Os antisociais e aproveitados sempre os hai neste mundo.