No hace mucho anoté mi opinión sobre de una educación destinada a evitar la frustración que paradojicamente ha creado millones de personas frustradas.
Con relación a los «churritos», me contó el otro día un notario, con muchos años de experiencia, otra paradoja que según el siempre se cumple: Entre sus clientes y amigos, ha conocido padres de familia responsables y trabajadores que ahorran todo lo que pueden para intentar dejar a sus hijos un pequeño colchón económico. Otros sin embargo, viven al día, no se privan de nada y no ahorran para dejar herencia alguna. Pues bien, en el caso de los primeros, suele ocurrir que los hijos acaban peleados por la herencia y si esta es buena, ni se preocupan de estudiar ni de adquirir un oficio. los hijos de padres poco ahorradores no tienen otro remedio que esforzarse y acaban adorando a sus padres. Los hijos del padre ahorrador, incluso algunas veces desean que su projenitor pase a mejor vida o que los nombren administradores para meter a aquellos rápidamente en un asilo.
Recuerdo aquel dicho clásico: Paradoja de la vida es, que las cosas buenas hacen a los malos más malos y las malas a los buenos hacen mejores.
Maikel
el 2 diciembre 2008 a las 4:33 pm
Pues nada, a vivir que son dos días y nuestros hijos que espabilen, ¿no?
prometeo
el 2 diciembre 2008 a las 6:49 pm
Conozco a un señor que cuenta su propia experiencia: Dice que muchos padres ocultan sus últimas voluntades que se desvelan ya fallecido en boca de su albacea. Se garantizan así la competitividad de los herederos a la hora de cuidarlos y disputar su preferencia. Por el contrario el asignó en vida una pequeña cantidad a sus hijos que pueden usar como quieran. Comprarse un coche, hacerse un viaje o una entrada para el piso. Dice que les deja más que el obtuvo de sus padres. Lo que le quedó después del reparto, dice que lo administra para que le dure justo el tiempo de vida. Algunas veces me confiesa que tiene miedo a equivocarse. Tanto en quedarse escaso y pasar así estrecheces al final de su vida, como en dejar algo aquí sin haberlo gastado.
También conocí en su día a otro señor que había sido el rey del acero en Mexico. Contaba ya con ochenta años y padecía una movilidad muy reducida. Aún así no desdeñaba ninguna aventura y en una de estas lo conocí. Al poco tiempo me contó su vida y de cómo ya jubilado había trabajado muchísimo para dejar la empresa en manos de sus hijos. Sin embargo estos estaban siempre peleándose y estaban echando por tierra su labor de muchos años. Finalmente sin informar a nadie vendió la empresa, entregó una cantidad a cada hijo y se dedicó a viajar por todo el mundo. Se sorprendió pues sus hijos empezaron a llevarse bien y a luchar por su futuro. El que hacía años había enviudado, se casó con una buena mujer que lo cuidó y compartió con el muchos años de felicidad.
Estas historias de niños mal criados también me hacen recordar una historia que creo leí a Conrrad sobre un inmigrante chino que se había hecho inmensamente rico. Un día decidió vender todo y volver a su tierra natal. La mayoría de sus herederos quisieron declararlo incapaz pero el poseía con antelación varios dictámenes de los mejores psiquiatras demostrando que estaba bien cuerdo. Solo cobraron una parte de la herencia los que respetaron su decisión. Finalmente cuando llegó a un hotel en China, el director que era un occidental, no quería alojarlo por ser chino a pesar de que el le pagaba por anticipado. Volvió al día siguiente y el director se le encaró pidiéndole que se marchara. El le contestó: el que tiene que marcharse es usted porque soy el nuevo dueño del hotel.
Maikel
el 2 diciembre 2008 a las 6:57 pm
Pues yo conozco mucha gente que gracias su esfuerzo ha conseguido no sólo que sus hijos pasen menos penurias de las normales, sino que incluso sus nietos puedan disfrutar de buena educación, buena vestimenta, comida tres o cuatro veces al día y techo donde dormir.
Ahora resulta que hay que gastarse los cuartos en vivir bien, no vaya a ser que los niños se nos apijoten. Y ahora resulta que los pobres son todos felices.
Maikel
el 2 diciembre 2008 a las 7:12 pm
Algo ha debido pasar que no puedo acceder al artículo de Abadía. Sin embargo, me he entretenido en un articulín sobre las peleas de gallos mediáticos (Pedrojota-Cebrián, es decir, Unidad Editorial-Grupo Prisa). No si si no exagerará un poco el confidencial pero, si no es así, la cosa pinta muy pero que muy entretenida para 2009. Sería la pera limonera que ambos grupos, gigantes en nuesro país, pasasen las de Caín para mantenerse a flote. Entonces veríamos quienes son de verdad los que tanto se cansan de pregonar que son adalides de la libertad de expresión, custodes de la democracia, propagadores de cultura y demás ‘faroladas’.
Los pobres no son todos felices, Maikel, pero un rico sin esfuerzo tiene bastantes papeletas para ser un poco membrillo. Quien recibe todo hecho no aprecia el valor de las cosas. A un hijo, además de dinero y bienestar material, que están muy bien, se le pueden dejar otras cosas valiosas: la noción de que hay que espabilar y pelear por sacar la vida adelante y por echar un cable a los demás.
Yo también cuento un caso. El de mi madre. Son ocho hermanos. Y sus padres, mis abuelos, les dijeron: nos va bien y podemos pagaros los estudios que queráis a cada uno de vosotros. A partir de ahí, a buscaros la vida. No se me ocurre qué más puede necesitar un hijo.
Y me parece sensacional que un hombre de 80 años decida gastarse el dinero en disfrutar lo que le queda de partido, como cuenta Prometeo, viajando, donando su fortuna a alguna causa o haciendo lo que más le apetezca. No entiendo por qué debe renunciar al disfrute alguien que ya ha dado lo básico a sus hijos (¡les había dado hasta una empresa!).
Prometeo
el 3 diciembre 2008 a las 8:45 am
Por si he dado la impresión de que estoy defraudado con mi descendencia (es mas bien escasa, pues solo tengo un heredero), bien al contrario. A día de hoy no puedo menos que felicitarme por mi hijo al que adoramos. Todos los días visita a sus abuelos compartiendo con ellos ilusiones y proyectos. Mis padres ya no se preocupan por nosotros sino por el, al que consideran preparado y buena persona y solo rezan para que encuentre una buena mujer con la que sea feliz. El otro día hacíamos una reflexión y después de mucho debate y llegamos a una conclusión.: Si tu pareja ha sido criada en la abundancia no valorará el esfuerzo de lo creado entre los dos. El “bragetazo” según esto, no es buen negocio para la felicidad. En contra de lo que pretenden la mayoría de los padres, lo mejor para propiciar aquella, es casar a tu hijo o hija con alguien de origen humilde. Así entre los dos lucharán por su vida y ese combate cotidiano los unirá y les dará la satisfacción de la superación y la alegría del esfuerzo. Mis padres son una muestra de ello. Se marcharon de la aldea con una maleta de madera y se conocieron en la emigración para no separarse nunca más. Ya han superado el medio siglo juntos y nunca precisaron de los escasos recursos de la herencia de mis abuelos, la cual mantienen intacta pues la ven como un recuerdo y no como un medio económico.
Y sobre el mérito de las cosas, me contó un señor de la aldea el otro día. Comprale a quien heredó y no a quien compró.
Maikel
el 3 diciembre 2008 a las 10:56 am
En realidad estoy bastante de acuerdo con las cosas que se dicen aquí. Lo único que pasa es que establecer un criterio apriorístico y determinista en algo tan variable como son las decisiones que toman las personas me parece arriesgado, irreal e injusto. Hay ejemplos para todo: gente rica con hijos estupendos, gente pobre con hijos estupendos, gente rica con unos hijos estupendos y otros no, gente pobre sin hijos ni nada, hijos malos, hijos buenos, padres buenos, padres malos…etc. El dinero puede influir en las decisiones que se toman pero no creo que sea algo determinante, determinante. Aquí parece que no se tienen en cuenta la libertad de las personas para tomar decisiones, acertadas o erróneas. Dice Ander que un rico sin esfuerzo tiene bastantes papeletas para ser un membrillo. Estoy de acuerdo en que las tiene, pero de él depende que le toque o no.
Me parece que, como en todo, el truco está en la medida justa. A mi me gusta pensar que los padres se hacen cargo de lo importante: vestido, comida, casa, educación, medios básicos de ocio. Y lo que se salga de ahí, habrá que buscarlo. Y como escuché una vez: mucha libertad y poca pasta en los bolsillos.
Javier
el 3 diciembre 2008 a las 12:14 pm
El euro, ese gran engaño global….cuando cobraba en pesetas me cundía más el dinero. (eso creo que lo suscribís todos, hasta el más rico del foro). Me da rabia ver a mis padres ahorrando ¿para qué? Cuando tenían que gastarse el dinero en un viaje`alrededor del mundo. A nosotros nos lo han dado todo y si no he llegado a tanto como ellos esperaban de mi, no es culpa de ellos. Yo soy el que tengo que espabilar. Otra cosa es tener a un hijo enfermo…
Prometeo
el 4 diciembre 2008 a las 9:08 am
Quiero entender entonces que a pesar de que Don Javier a pesar de que se podría así mismo enmarcar en un entorno ideológico conservador, aceptaría unas medidas que fomentaran la igualdad de oportunidades, al margen del extracto social de los padres, aunque sea aceptado como subsidiario y suplente en último extremo el Estado. Al mismo tiempo, en contra de la tendencia actual iniciada por los partidos conservadores… ¿aceptaría unas medidas que disuadan y retraigan la sucesión de padres a hijos de bienes materiales, por ejemplo fomentando el deleite de las personas de edad avanzada, o la donación altruísta de su patrimonio, al mismo tiempo que se fomentan los valores, la educación y la cultura como bienes mas preciados de un legado.Todo ello para dar las mismas oportunidades a los jóvenes de competir en igualdad de condiciones por una libertad responsable ganada con su propio esfuerzo. Me sorprende usted por sus posturas tan avanzadas, progresistas e igualitarias.
Maikel
el 4 diciembre 2008 a las 10:14 am
En su último texto Prometeo mezcla términos y políticas que bien podrían servir tanto para conservadores como para progresistas. Hay cierta mezcolanza en los argumentos. Primero: la igualdad de oportunidades. Entiendo que esa igualdad viene marcada por la ley, que es igual para todos. Segundo, dice que los conservadores fomentan que los hijos puedan heredar y que el Estado debería fomentar otra cosa. ¿Por qué no deja a la gente que haga lo que le dé la gana con sus bienes?
El impuesto de sucesiones, en mi opinión, tiene mucho de injusto porque tributas varias veces por un mismo bien. Se supone que su finalidad es lograr una mayor equiparación entre las personas con bienes y aquellas que no lo tienen. Pero en una sociedad donde la mayor parte de las personas son de clase media, ese impuesto me parece que carece de sentido, además de provocar una gran carga para muchos herederos que no pueden afrontar el pago de los impuestos con la herencia que han recibido.
Por último, eso de la igualdad, en el fondo, me suena más a mito que a otra cosa. Somos iguales ante la ley y somos iguales en cuanto que seres humanos. Pero poco más. La realidad desmiente, día a día, en cada momento, que somos individuos, cada uno con sus particularidades, sus características, que nos hacen únicos y diferentes respecto a los demás. Esa es la gran riqueza. Querer hacernos iguales es un tanto irreal. Y de esas cualidades surgen las oportunidades.
Además, de la igualdad de oportunidades surge la desigualdad de resultados y la rueda vuelve al mismo sitio. ¿Alguien piensa que si se dan las mismas oportunidades a un grupo de personas todas llegarán al mismo resultado? Eso es pensar que todos somos iguales-iguales. Prefiero a la buena madre o al buen padre, que a cada hijo, porque lo conoce, le da lo que es mejor para él. No hay nada más desigualitario que unos buenos padres.
Por otra parte, el Estado no creo que deba hacer el papel de Robin Hood sino más bien limitarse a que la ley (las leyes imprescindibles) se cumpla y que vivamos en paz. El bien no se impone. Ni por el Estado ni por nadie. O se acepta o no, pero no se impone. Ese papel mesiánico que se le quiere dar al Estado es una falacia. En primer lugar, porque el Estado lo forman personas. No existe el Estado como un ente supremo que guíe nuestros pasos hacia el buen camino. Yo diría que más bien todo lo contrario. Y en segundo, porque el Estado no puede imponernos que seamos buenas personas.
Prometeo
el 4 diciembre 2008 a las 12:15 pm
Interesantes comentarios.
En cualquier caso, el tonillo supongo que ya desvelaba una premeditada confusión con el ánimo de generar polémica.
El resumen que yo me hago (aplicable tanto para los padres con sus hijos como para el Estado con los ciudadanos) es el siguiente:
El afán de control y protección, va en contra del interés protegido. Incluso aún siendo aquel bien intencionado.
Maikel
el 4 diciembre 2008 a las 4:33 pm
Estoy de acuerdo en eso, Prometeo. La sobreprotección acaba convirtiéndose en control, y el control en autoritarismo, uniformidad, etc. Habría que preguntarse cuál es el interés protegido.
Javier
el 5 diciembre 2008 a las 2:46 pm
Hola Prometeo-Maikel. Menudo dúo! Voy a contestar a prometeo con la misma ironía (no tan perfeccionada, claro).
Yo soy liberal, conservador de valores tradicionales, pero fundamentalmente amante de la libertad. Lo de rechazar la herencia de los padres por un bien común suena a Evangelio («Deja todo lo que tienes y vente conmigo»). De los padres no se heredan sólo bienes materiales, sino posición social y amistades. No veo posible en este mundo lo que tu tan irónicamente me propones. Aparte, no heredaré una fortuna material, pero sí sentimental. ¿Queda ahora claro?
¡Que mal se me da la ironía!
Un saludo
Prometeo
el 5 diciembre 2008 a las 4:00 pm
La realidad Javier, es que a mi tampoco se me da bien el sarcasmo. Yo solo relato malamente algunas paradojas.: No tanto la de las posiciones o las ideologías («Todos los cretenses son mentirosos» afirmaba Epiménides sabiendo que él mismo era cretense.) Me interesa mucho más la paradoja más actual que según Horkheimer, es aquella que se da en nuestros tiempos porque idolatramos la racionalización desde el punto de vista científico-tecnológico, pero actuamos de forma profundamente irracional, pues hemos renunciado a la reflexión y a juzgar el modo de vida del ser humano que se quiere proyectar. Yo con mis chorraditas solo intento hacer reflexionar aún arriesgándome a ser tratado de irreflexivo y falaz. En cualquier caso se que no me lo tomareis a mal.
Javier
el 5 diciembre 2008 a las 4:44 pm
Te tomo, al menos yo, y creo que más gente que está en este foro, con profundo respeto, y si te conociese personalmente, también cariño.
Es cierto que estamos en una época muy paradójica. Las paradojas siempre me gustaron mucho desde pequeño. Me acuerdo de aquella de la flecha y la tortuga. Todas las paradojas, lo afirmo desde el convencimiento, no desde una argumentación lógico-matemática, tienen su trampa. Incluso aquellos comportamientos irracionales que tenemos, quizás los pueda explicar la antropología. Quizás se deba a la parte nuestro cerebro más próxima con la de los reptiles.
prometeo
el 5 diciembre 2008 a las 11:00 pm
Por culpa de ese impulso visceral propio de los reptiles y de las emociones, las personas actúan sin sopesar sus alternativas y contra su propio interés, sabiendo muchas veces que lo hacen experimentando así un sentimiento de pérdida de control. Sin embargo el hombre – animal instintivo tal como se entiende en la economía, lo es solo en parte:
En alguna sitio de este blog, tocamos el concepto de acción y reacción. Ambos condicionadas por el entorno, la educación y la experiencia, pero en el primer caso, el acto es voluntario, noble,, sopesado y reflexionado. En el segundo es infiel a sus principios y condicionado por los estímulos externos con respuesta inmediata sin racionalidad alguna.
Por otra parte, las emociones y el pensamiento primitivo o reptil como tu le llamas tienen una responsabilidad directa en la motivación y complementan lo racional no en lo cognitivo pero si en la voluntad y la toma de decisiones. Al parecer sin ellas podemos aprender pero no decidir.
Y para aprender también las necesitamos porque tenemos que aumentar nuestras conexiones neuronales El hombre nace con apenas el 30% de sus conexiones cerebrales hechas. Eso significa que el trabajo de humanización, de educación y aprendizaje hará el resto. En los animales superiores, especialmente en los primates, el 70% de las conexiones están listas al nacer. En los perros, ese número es de 75%, en los delfines, de 80%, y en los reptiles, de 98%. Las conexiones que los animales heredan de sus padres forman básicamente el instinto que los orienta durante el resto de la vida. Los domadores de animales trabajan en lo poco que queda de conexiones vírgenes para enseñarles. Amaestrar un perro es más fácil que entrenar un reptil, porque en este el número de conexiones a realizar es mucho menor. Otra paradoja de nuestra naturaleza, es que la mejor forma de sumar conexiones neuronales es a través de lo lúdico y lo onírico. Estas actividades de la mente también sirven para clasificar y ordenar la información, aunque aparentemente ni la creatividad de los sueños y la libertad inherente al juego puedan insinuar ninguna pauta de lo que sin embargo propician. Nuestra racionalidad depende por tanto del juego y los sueños, actividades humanas aparentemente poco relacionadas con la racionalidad. Esta última para desarrollarse también depende de las emociones porque ellas propician la motivación y la voluntad, que son la energía vital del comportamiento racional.
Javier
el 6 diciembre 2008 a las 3:00 pm
Es un placer tenerte de contertulio. Parece lógico, haciendo el símil muchas veces mal traído cerebro-computador, que cuanto más cerrado hecho está un programa, menos posibilidad para cambiarlo. Sobre cerebro y computabiidad hay mucho escrito y hay dos tendencias: los mecanicistas como Marvin Minsky, Steve Pinker,y Francis Crick (La búsqueda científica del alma)y Richard Dawkins («El relojero ciego» y su último «El espejismo Dios» y los que sostienen la no computabilidad del mismo debido a su complejidad como R. Penrose (La nueva mente del emperador y las sombras de la mente). Hace años me fascinaba el tema. Ahora prefiero centrar mis esfuerzos en encauzar mi vida y dejarme de especulaciones.
Un saludo
No hace mucho anoté mi opinión sobre de una educación destinada a evitar la frustración que paradojicamente ha creado millones de personas frustradas.
Con relación a los «churritos», me contó el otro día un notario, con muchos años de experiencia, otra paradoja que según el siempre se cumple: Entre sus clientes y amigos, ha conocido padres de familia responsables y trabajadores que ahorran todo lo que pueden para intentar dejar a sus hijos un pequeño colchón económico. Otros sin embargo, viven al día, no se privan de nada y no ahorran para dejar herencia alguna. Pues bien, en el caso de los primeros, suele ocurrir que los hijos acaban peleados por la herencia y si esta es buena, ni se preocupan de estudiar ni de adquirir un oficio. los hijos de padres poco ahorradores no tienen otro remedio que esforzarse y acaban adorando a sus padres. Los hijos del padre ahorrador, incluso algunas veces desean que su projenitor pase a mejor vida o que los nombren administradores para meter a aquellos rápidamente en un asilo.
Recuerdo aquel dicho clásico: Paradoja de la vida es, que las cosas buenas hacen a los malos más malos y las malas a los buenos hacen mejores.
Pues nada, a vivir que son dos días y nuestros hijos que espabilen, ¿no?
Conozco a un señor que cuenta su propia experiencia: Dice que muchos padres ocultan sus últimas voluntades que se desvelan ya fallecido en boca de su albacea. Se garantizan así la competitividad de los herederos a la hora de cuidarlos y disputar su preferencia. Por el contrario el asignó en vida una pequeña cantidad a sus hijos que pueden usar como quieran. Comprarse un coche, hacerse un viaje o una entrada para el piso. Dice que les deja más que el obtuvo de sus padres. Lo que le quedó después del reparto, dice que lo administra para que le dure justo el tiempo de vida. Algunas veces me confiesa que tiene miedo a equivocarse. Tanto en quedarse escaso y pasar así estrecheces al final de su vida, como en dejar algo aquí sin haberlo gastado.
También conocí en su día a otro señor que había sido el rey del acero en Mexico. Contaba ya con ochenta años y padecía una movilidad muy reducida. Aún así no desdeñaba ninguna aventura y en una de estas lo conocí. Al poco tiempo me contó su vida y de cómo ya jubilado había trabajado muchísimo para dejar la empresa en manos de sus hijos. Sin embargo estos estaban siempre peleándose y estaban echando por tierra su labor de muchos años. Finalmente sin informar a nadie vendió la empresa, entregó una cantidad a cada hijo y se dedicó a viajar por todo el mundo. Se sorprendió pues sus hijos empezaron a llevarse bien y a luchar por su futuro. El que hacía años había enviudado, se casó con una buena mujer que lo cuidó y compartió con el muchos años de felicidad.
Estas historias de niños mal criados también me hacen recordar una historia que creo leí a Conrrad sobre un inmigrante chino que se había hecho inmensamente rico. Un día decidió vender todo y volver a su tierra natal. La mayoría de sus herederos quisieron declararlo incapaz pero el poseía con antelación varios dictámenes de los mejores psiquiatras demostrando que estaba bien cuerdo. Solo cobraron una parte de la herencia los que respetaron su decisión. Finalmente cuando llegó a un hotel en China, el director que era un occidental, no quería alojarlo por ser chino a pesar de que el le pagaba por anticipado. Volvió al día siguiente y el director se le encaró pidiéndole que se marchara. El le contestó: el que tiene que marcharse es usted porque soy el nuevo dueño del hotel.
Pues yo conozco mucha gente que gracias su esfuerzo ha conseguido no sólo que sus hijos pasen menos penurias de las normales, sino que incluso sus nietos puedan disfrutar de buena educación, buena vestimenta, comida tres o cuatro veces al día y techo donde dormir.
Ahora resulta que hay que gastarse los cuartos en vivir bien, no vaya a ser que los niños se nos apijoten. Y ahora resulta que los pobres son todos felices.
Algo ha debido pasar que no puedo acceder al artículo de Abadía. Sin embargo, me he entretenido en un articulín sobre las peleas de gallos mediáticos (Pedrojota-Cebrián, es decir, Unidad Editorial-Grupo Prisa). No si si no exagerará un poco el confidencial pero, si no es así, la cosa pinta muy pero que muy entretenida para 2009. Sería la pera limonera que ambos grupos, gigantes en nuesro país, pasasen las de Caín para mantenerse a flote. Entonces veríamos quienes son de verdad los que tanto se cansan de pregonar que son adalides de la libertad de expresión, custodes de la democracia, propagadores de cultura y demás ‘faroladas’.
Los pobres no son todos felices, Maikel, pero un rico sin esfuerzo tiene bastantes papeletas para ser un poco membrillo. Quien recibe todo hecho no aprecia el valor de las cosas. A un hijo, además de dinero y bienestar material, que están muy bien, se le pueden dejar otras cosas valiosas: la noción de que hay que espabilar y pelear por sacar la vida adelante y por echar un cable a los demás.
Yo también cuento un caso. El de mi madre. Son ocho hermanos. Y sus padres, mis abuelos, les dijeron: nos va bien y podemos pagaros los estudios que queráis a cada uno de vosotros. A partir de ahí, a buscaros la vida. No se me ocurre qué más puede necesitar un hijo.
Y me parece sensacional que un hombre de 80 años decida gastarse el dinero en disfrutar lo que le queda de partido, como cuenta Prometeo, viajando, donando su fortuna a alguna causa o haciendo lo que más le apetezca. No entiendo por qué debe renunciar al disfrute alguien que ya ha dado lo básico a sus hijos (¡les había dado hasta una empresa!).
Por si he dado la impresión de que estoy defraudado con mi descendencia (es mas bien escasa, pues solo tengo un heredero), bien al contrario. A día de hoy no puedo menos que felicitarme por mi hijo al que adoramos. Todos los días visita a sus abuelos compartiendo con ellos ilusiones y proyectos. Mis padres ya no se preocupan por nosotros sino por el, al que consideran preparado y buena persona y solo rezan para que encuentre una buena mujer con la que sea feliz. El otro día hacíamos una reflexión y después de mucho debate y llegamos a una conclusión.: Si tu pareja ha sido criada en la abundancia no valorará el esfuerzo de lo creado entre los dos. El “bragetazo” según esto, no es buen negocio para la felicidad. En contra de lo que pretenden la mayoría de los padres, lo mejor para propiciar aquella, es casar a tu hijo o hija con alguien de origen humilde. Así entre los dos lucharán por su vida y ese combate cotidiano los unirá y les dará la satisfacción de la superación y la alegría del esfuerzo. Mis padres son una muestra de ello. Se marcharon de la aldea con una maleta de madera y se conocieron en la emigración para no separarse nunca más. Ya han superado el medio siglo juntos y nunca precisaron de los escasos recursos de la herencia de mis abuelos, la cual mantienen intacta pues la ven como un recuerdo y no como un medio económico.
Y sobre el mérito de las cosas, me contó un señor de la aldea el otro día. Comprale a quien heredó y no a quien compró.
En realidad estoy bastante de acuerdo con las cosas que se dicen aquí. Lo único que pasa es que establecer un criterio apriorístico y determinista en algo tan variable como son las decisiones que toman las personas me parece arriesgado, irreal e injusto. Hay ejemplos para todo: gente rica con hijos estupendos, gente pobre con hijos estupendos, gente rica con unos hijos estupendos y otros no, gente pobre sin hijos ni nada, hijos malos, hijos buenos, padres buenos, padres malos…etc. El dinero puede influir en las decisiones que se toman pero no creo que sea algo determinante, determinante. Aquí parece que no se tienen en cuenta la libertad de las personas para tomar decisiones, acertadas o erróneas. Dice Ander que un rico sin esfuerzo tiene bastantes papeletas para ser un membrillo. Estoy de acuerdo en que las tiene, pero de él depende que le toque o no.
Me parece que, como en todo, el truco está en la medida justa. A mi me gusta pensar que los padres se hacen cargo de lo importante: vestido, comida, casa, educación, medios básicos de ocio. Y lo que se salga de ahí, habrá que buscarlo. Y como escuché una vez: mucha libertad y poca pasta en los bolsillos.
El euro, ese gran engaño global….cuando cobraba en pesetas me cundía más el dinero. (eso creo que lo suscribís todos, hasta el más rico del foro). Me da rabia ver a mis padres ahorrando ¿para qué? Cuando tenían que gastarse el dinero en un viaje`alrededor del mundo. A nosotros nos lo han dado todo y si no he llegado a tanto como ellos esperaban de mi, no es culpa de ellos. Yo soy el que tengo que espabilar. Otra cosa es tener a un hijo enfermo…
Quiero entender entonces que a pesar de que Don Javier a pesar de que se podría así mismo enmarcar en un entorno ideológico conservador, aceptaría unas medidas que fomentaran la igualdad de oportunidades, al margen del extracto social de los padres, aunque sea aceptado como subsidiario y suplente en último extremo el Estado. Al mismo tiempo, en contra de la tendencia actual iniciada por los partidos conservadores… ¿aceptaría unas medidas que disuadan y retraigan la sucesión de padres a hijos de bienes materiales, por ejemplo fomentando el deleite de las personas de edad avanzada, o la donación altruísta de su patrimonio, al mismo tiempo que se fomentan los valores, la educación y la cultura como bienes mas preciados de un legado.Todo ello para dar las mismas oportunidades a los jóvenes de competir en igualdad de condiciones por una libertad responsable ganada con su propio esfuerzo. Me sorprende usted por sus posturas tan avanzadas, progresistas e igualitarias.
En su último texto Prometeo mezcla términos y políticas que bien podrían servir tanto para conservadores como para progresistas. Hay cierta mezcolanza en los argumentos. Primero: la igualdad de oportunidades. Entiendo que esa igualdad viene marcada por la ley, que es igual para todos. Segundo, dice que los conservadores fomentan que los hijos puedan heredar y que el Estado debería fomentar otra cosa. ¿Por qué no deja a la gente que haga lo que le dé la gana con sus bienes?
El impuesto de sucesiones, en mi opinión, tiene mucho de injusto porque tributas varias veces por un mismo bien. Se supone que su finalidad es lograr una mayor equiparación entre las personas con bienes y aquellas que no lo tienen. Pero en una sociedad donde la mayor parte de las personas son de clase media, ese impuesto me parece que carece de sentido, además de provocar una gran carga para muchos herederos que no pueden afrontar el pago de los impuestos con la herencia que han recibido.
Por último, eso de la igualdad, en el fondo, me suena más a mito que a otra cosa. Somos iguales ante la ley y somos iguales en cuanto que seres humanos. Pero poco más. La realidad desmiente, día a día, en cada momento, que somos individuos, cada uno con sus particularidades, sus características, que nos hacen únicos y diferentes respecto a los demás. Esa es la gran riqueza. Querer hacernos iguales es un tanto irreal. Y de esas cualidades surgen las oportunidades.
Además, de la igualdad de oportunidades surge la desigualdad de resultados y la rueda vuelve al mismo sitio. ¿Alguien piensa que si se dan las mismas oportunidades a un grupo de personas todas llegarán al mismo resultado? Eso es pensar que todos somos iguales-iguales. Prefiero a la buena madre o al buen padre, que a cada hijo, porque lo conoce, le da lo que es mejor para él. No hay nada más desigualitario que unos buenos padres.
Por otra parte, el Estado no creo que deba hacer el papel de Robin Hood sino más bien limitarse a que la ley (las leyes imprescindibles) se cumpla y que vivamos en paz. El bien no se impone. Ni por el Estado ni por nadie. O se acepta o no, pero no se impone. Ese papel mesiánico que se le quiere dar al Estado es una falacia. En primer lugar, porque el Estado lo forman personas. No existe el Estado como un ente supremo que guíe nuestros pasos hacia el buen camino. Yo diría que más bien todo lo contrario. Y en segundo, porque el Estado no puede imponernos que seamos buenas personas.
Interesantes comentarios.
En cualquier caso, el tonillo supongo que ya desvelaba una premeditada confusión con el ánimo de generar polémica.
El resumen que yo me hago (aplicable tanto para los padres con sus hijos como para el Estado con los ciudadanos) es el siguiente:
El afán de control y protección, va en contra del interés protegido. Incluso aún siendo aquel bien intencionado.
Estoy de acuerdo en eso, Prometeo. La sobreprotección acaba convirtiéndose en control, y el control en autoritarismo, uniformidad, etc. Habría que preguntarse cuál es el interés protegido.
Hola Prometeo-Maikel. Menudo dúo! Voy a contestar a prometeo con la misma ironía (no tan perfeccionada, claro).
Yo soy liberal, conservador de valores tradicionales, pero fundamentalmente amante de la libertad. Lo de rechazar la herencia de los padres por un bien común suena a Evangelio («Deja todo lo que tienes y vente conmigo»). De los padres no se heredan sólo bienes materiales, sino posición social y amistades. No veo posible en este mundo lo que tu tan irónicamente me propones. Aparte, no heredaré una fortuna material, pero sí sentimental. ¿Queda ahora claro?
¡Que mal se me da la ironía!
Un saludo
La realidad Javier, es que a mi tampoco se me da bien el sarcasmo. Yo solo relato malamente algunas paradojas.: No tanto la de las posiciones o las ideologías («Todos los cretenses son mentirosos» afirmaba Epiménides sabiendo que él mismo era cretense.) Me interesa mucho más la paradoja más actual que según Horkheimer, es aquella que se da en nuestros tiempos porque idolatramos la racionalización desde el punto de vista científico-tecnológico, pero actuamos de forma profundamente irracional, pues hemos renunciado a la reflexión y a juzgar el modo de vida del ser humano que se quiere proyectar. Yo con mis chorraditas solo intento hacer reflexionar aún arriesgándome a ser tratado de irreflexivo y falaz. En cualquier caso se que no me lo tomareis a mal.
Te tomo, al menos yo, y creo que más gente que está en este foro, con profundo respeto, y si te conociese personalmente, también cariño.
Es cierto que estamos en una época muy paradójica. Las paradojas siempre me gustaron mucho desde pequeño. Me acuerdo de aquella de la flecha y la tortuga. Todas las paradojas, lo afirmo desde el convencimiento, no desde una argumentación lógico-matemática, tienen su trampa. Incluso aquellos comportamientos irracionales que tenemos, quizás los pueda explicar la antropología. Quizás se deba a la parte nuestro cerebro más próxima con la de los reptiles.
Por culpa de ese impulso visceral propio de los reptiles y de las emociones, las personas actúan sin sopesar sus alternativas y contra su propio interés, sabiendo muchas veces que lo hacen experimentando así un sentimiento de pérdida de control. Sin embargo el hombre – animal instintivo tal como se entiende en la economía, lo es solo en parte:
En alguna sitio de este blog, tocamos el concepto de acción y reacción. Ambos condicionadas por el entorno, la educación y la experiencia, pero en el primer caso, el acto es voluntario, noble,, sopesado y reflexionado. En el segundo es infiel a sus principios y condicionado por los estímulos externos con respuesta inmediata sin racionalidad alguna.
Por otra parte, las emociones y el pensamiento primitivo o reptil como tu le llamas tienen una responsabilidad directa en la motivación y complementan lo racional no en lo cognitivo pero si en la voluntad y la toma de decisiones. Al parecer sin ellas podemos aprender pero no decidir.
Y para aprender también las necesitamos porque tenemos que aumentar nuestras conexiones neuronales El hombre nace con apenas el 30% de sus conexiones cerebrales hechas. Eso significa que el trabajo de humanización, de educación y aprendizaje hará el resto. En los animales superiores, especialmente en los primates, el 70% de las conexiones están listas al nacer. En los perros, ese número es de 75%, en los delfines, de 80%, y en los reptiles, de 98%. Las conexiones que los animales heredan de sus padres forman básicamente el instinto que los orienta durante el resto de la vida. Los domadores de animales trabajan en lo poco que queda de conexiones vírgenes para enseñarles. Amaestrar un perro es más fácil que entrenar un reptil, porque en este el número de conexiones a realizar es mucho menor. Otra paradoja de nuestra naturaleza, es que la mejor forma de sumar conexiones neuronales es a través de lo lúdico y lo onírico. Estas actividades de la mente también sirven para clasificar y ordenar la información, aunque aparentemente ni la creatividad de los sueños y la libertad inherente al juego puedan insinuar ninguna pauta de lo que sin embargo propician. Nuestra racionalidad depende por tanto del juego y los sueños, actividades humanas aparentemente poco relacionadas con la racionalidad. Esta última para desarrollarse también depende de las emociones porque ellas propician la motivación y la voluntad, que son la energía vital del comportamiento racional.
Es un placer tenerte de contertulio. Parece lógico, haciendo el símil muchas veces mal traído cerebro-computador, que cuanto más cerrado hecho está un programa, menos posibilidad para cambiarlo. Sobre cerebro y computabiidad hay mucho escrito y hay dos tendencias: los mecanicistas como Marvin Minsky, Steve Pinker,y Francis Crick (La búsqueda científica del alma)y Richard Dawkins («El relojero ciego» y su último «El espejismo Dios» y los que sostienen la no computabilidad del mismo debido a su complejidad como R. Penrose (La nueva mente del emperador y las sombras de la mente). Hace años me fascinaba el tema. Ahora prefiero centrar mis esfuerzos en encauzar mi vida y dejarme de especulaciones.
Un saludo