Desde las laderas de San Pedro de Sintra se ve todo el valle hasta Lisboa, y anoche, en el Tajo, se había instalado una luna enorme, baja y anaranjada, sobre la que discurrían nubes negras que iban transformando su aspecto, hasta que llegó una, que cubrió el casquete, acompañada por otra más pequeña y baja. De pronto la luna parecía tener peluquín y bigote. Me reí. Ha sido una semana de mucho reír.
Los periódicos aquí dicen las mismas cosas que en España: la misma caída de ventas de coches, las mismas discusiones sobre recortes, todo igual. Salvo que hace un par de días se descubrió que el ministro Relvas había hecho la carrera completa en un año y desde su despacho. Impresionante. Y salvo las noticias sobre el Códice Calixtino y el bosón de Higgs, que vienen en los periódicos limpias de comentarios como los que han proliferado en España.
Nadie destaca aquí -quizá, porque se demostró falso- que el ladrón del Códice fuera hombre de misa y comunión diarias, mientras que en nuestro país ha dado pie a comentarios de un sectarismo delirante. Como el bosón, que nadie contrapone aquí a ninguna verdad cristiana, mientras que en los medios españoles ha propiciado una cháchara absurda en la que algunos, en nombre de la razón, reivindican un origen irracional de la humanidad: no hay, dicen, ninguna inteligencia, ningún orden racional en los comienzos del mundo, y gracias a nuestra inteligencia y a nuestra razón -salidas no se sabe de dónde- lo estamos descubriendo. La contradictoria cháchara hispana, que demuestra una ignorancia angustiante y un rencor aburrido que deberíamos mirarnos.
Hay mucha amargura y mucha mala leche en España últimamente. ¿Esto ha sido siempre así o es nuevo? A mí ahora me llama mucho la atención. Antes no lo había notado tanto.
Creo que lo mejor de esta columna sería que tuvieses la capacidad de estar en ese rincón maravilloso de Portugal y tener la capacidad de abstraerte por unos días de la locura cotidiana que estamos viviendo aquí y en otras muchas partes de este mundo globalizado.
Felices vacaciones.
Llevamos así un siglo y medio, me parece, con épocas mejores y peores. Ahora esta dejando de ser una peculiaridad hispana, quizá en parte por efecto de las redes sociales.
Muchas gracias y… Paciencia.
Portugal tan preto de nos e ao mesmo tempo tan diferente, con ese pudor natural da súa xente que nos xa non temos, ese ritmo de vida pausado mais non lento, con horarios de comercio lóxicos. A min gústame moito Portugal, sempre lle dicía a miña muller que cando nos xubilásemos iriamos vivir tempadas alí, pero agora xa me contento con poder vivir aquí.
«La contradictoria cháchara hispana, que demuestra una ignorancia angustiante y un rencor aburrido que deberíamos mirarnos», dices. Y así es y cada día que pasa va a más. A veces asfixiante. Y casi siempre, insustancial, inane, vacía. Hablan para escucharse y no para ser escuchados.