Columna en el último Nuestro tiempo, que empieza así:
Al salir del aparcamiento por la noche tropecé con un escritor amigo que entraba. Yo iba para mi casa y él venía de dar una conferencia de la que apenas hablamos porque estaba interesado en otra cosa que le abrumaba: anda empeñado en rehabilitar una vivienda en el casco antiguo de una ciudad próxima. Me dijo que la crisis de la construcción se debería a muchos factores, pero también a que ya no se trabaja con el cuidado, el mimo y la calidad de otros tiempos. La afirmación podría provenir de alguien que supera los setenta años, pero mi amigo apenas llega a los cuarenta y fue albañil e hijo de albañil: “Mi padre trabajaba mucho y cobraba poco, pero tenía un sentido de responsabilidad y de orgullo sobre lo que hacía”. Así que cuando se queja de los gremios que ha contratado para rehabilitar la casa, sabe lo que dice.
Estou de acordo contigo Paco. Mais cambiar esta sociedade por unha responsable, educada e amable non vai ser pronto nin doado. Os cambios ou reformas téñenas que pedir e levar a cabo unha maioría social amplía e paréceme que nestes momentos non se da o caso. Que unha elite queira transformar algo dende arriba non funciona, escoitaba onte que a Constitución de 1812
fora cousa de unhas 5000 persoas sen contar contar co pobo, que nun 90% era analfabeto, hoxe non hai analfabetos pero a maioría da xente non se para a pensar as cousas, reflexionar, e somos egoístas.
Xoán. Eso de lo que hablas al final de tu comentario se denomina analfabetos funcionales. Dificil salir de esta situación, sino es con el afán de saber, la curiosidad y el esfuerzo.
Ola Azucena, é que eu non quería ofender a ninguén chamándolle analfabeto.
Debemos reconocer que siempre hay y habrá gente de todo tipo. Por educación y carácter . Será así siempre. No hay que sorprenderse de la realidad que nos rodea. Solo nos queda la educación; enseñar a respetar al otro, enseñar en la responsabilidad, el esfuerzo, el mantenimiento de un comportamiento ético en el trabajo y la vida. Pero, siempre estará ahí la ambición ilimitada que puede conducirnos a sobrepasar barreras insospechadas.
Un fuerte abrazo, Paco.
Un artículo muy acertado. La confianza no solamente es la base de nuestro sistema económico, sino de todo el sistema. La democracia se basa en la confianza. Y por eso es tan importante que los dirigentes, los líderes, proyecten confianza. Y por eso es tan preocupante que los españoles, según el CIS, pensemos que el tercer problema de nuestro país es la clase política.
Ante un dirigente político uno se puede hacer dos preguntas: ¿me iría de farra con él? o ¿le confiaría mis ahorros?
Por cierto, recomiendo la noticia que publica hoy la web de La Voz porque me ha parecido muy graciosa.
GALICIA
La maldición de la talla religiosa
El ladrón de la imagen de san Pedro dice que la abandonó porque, tras robarla, tuvo un accidente de tráfico, perdió su trabajo y a su novia y se cortó dos tendones