Hurtarse unos días al tableteo de las noticias tiene la ventaja de volver con ojos frescos, sin legañas de acostumbramiento ni cataratas de prejuicio, pero te asustas: que si una mujer dejaba comida con alfileres por recomendación de un hechicero televisivo para reconquistar un antiguo amor, aunque solo consiguió atragantar algunos perros, que según todos los indicadores andamos en los peores índices de pobreza de Europa, que los crímenes de las páginas de sucesos aumentan en número y salvajismo o que seguimos batiendo records de guerras y conflictos violentos.
En medio de esas tinieblas, leí que los tres grandes periódicos estadounidenses se prendaron este año del Miércoles de Ceniza hasta el punto de coincidir en ilustrarlo con fotos o incluso galerías de imágenes que mostraban fieles con esa marca tan característica en la frente. Pero más me sorprendió el editorial que ese día publicó The Guardian: una pieza breve y sabia, titulada precisamente “Miércoles de ceniza”, en la que se ocupaba del sentido de la muerte en la cultura actual. Dice que si hoy nos preguntaran cómo queremos morir, probablemente la respuesta más común sería: rápido, sin dolor y, a ser posible, mientras dormimos. Algo en contradicción directa con nuestra cultura secular cuyo principal miedo consistía en morir desprevenido, sin preparación. Solo el cine de autor y la Iglesia Católica, dice, nos recuerdan ya que no se puede entender el sentido de la vida sin preguntarse por la muerte.
“Recuerda que eres polvo y en polvo te convertirás”: en las palabras del Génesis con las que se impone la ceniza se aparean humildad y verdad, claves las dos para evitar la desesperación.
Versión impresa: La Voz de Galicia, 25.02.2012
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No Paco, no. Otra vez barriendo «pa casa». No sólo es el cine de autor y la Iglesia Católica quienes sostienen que la vida no tiene sentido sin la muerte. Creo que cada vez hay más gente harta de la vida y desea que le llegue la muerte, tal vez como atajo, tal vez porque no tiene valor para hacerle frente ¡a la vida!. Es más, el problema de estos tiempos tiempos no es el miedo a la muerte sino a la vida. La muerte sería una liberación que nos ahorraría disgustos. Hay mucha gente sola que no tiene cargas familiares ¿Crees que esas personas temen a la muerte? No, temen a la vida y a la soledad. La muerte es a veces una liberación. Lo que es una esclavitud es la propia vida.
La muerte le da sentido a la vida y a veces nos rescata del sufrimiento. Personalmente no temo a la muerte sino que me llegue estando solo, sin nadie que me ame y a quien ame profundamente. Creo que este pensamiento es compartido por más gente de la que se dice en los periódicos.
Bienvenido a la cotidianidad, por esperpéntica que pueda parecer.
El sentido de la muerte al que haces referencia, del que dices que el miedo principal era morir desprevenido,sin preparación, también tiene cabida en la sociedad actual. De hecho, aunque el miedo al sufrimiento esté presente, saber que nuestra vida tiene límite, es, en gran medida, lo que da sentido a la vida misma. Lo que en momentos de sensatez nos impulsa a VIVIR con optimismo y aprecio por todo lo que nos rodea. Con intensidad. Sean cuales sean las circunstancias que nos rodean.Quizá no sea la idea de fondo que tu defiendes, pero, creo, que sí son compatibles y complementarias.
Un fuerte abrazo, Paco.
Hola de nuevo Javier,compañero de blog.
No sé si sentirás una cierta antipatía por la perona que suscribe este blog. Pero, no olvides que lo único que hace que ARGUMENTAR aquello en lo que cree,dejando espacio abierto a distintar argumentaciones que no tienen porqué ser afines a la suya.
No te crispes. Solo es un acto de tolerancia. Lo que sí sería una hipocresía es que se alinease con el pensamiento dominante, estando en contradición con sus convicciones y creencias.
Apreciada Azucena, compañera de blog. No estoy en desacuerdo con la idea de fondo de Paco; La vida no tiene sentido sin la muerte, pero creo que lo que expone Paco se queda corto. Simplemente he intentado darle otro punto de vista, también real, y relacionado con la desesperanza.
Prefiero que no haya dolor, claro, pero para mí el dolor máximo sería morir solo. Es es lo que quise decir. Que no es cuestión tan siquiera de ideas religiosas (soy agnóstico; no tengo tanta fe como para ser ateo) sino de apreciar la vida con el sentido del amor completo y total. Que si no existe el amor la vida no tiene sentido y sí prefiero que me llegue la muerte. A veces esperamos a que el amor llegue y desesperamos. En estas temas cada día soy más existencialista.
Bienvenidos sean tus comentarios,Javier. Coincido en muchas cosas contigo, salvo en la mayor: El existencialismo. Lo rechazo como máxima. Adiós a E. Ciorón. Trato de sacar de mis entrañas las fuerzas necesarias para vivir en positivo, pese a conocer el dolor que entraña vivir y, te aseguro, no haber tenido una vida fácil.
Un fuerte abrazo.
Bonito asunto este del miércoles de ceniza. Aunque creo que tampoco hay que exagerar. A todo el mundo le gustaría morir sin dolor y rápidamente, es lo normal. Y supongo que a todo el mundo le gustaría morirse sin dolor y sin sufrimiento y con sus cuestiones arregladas, ya sea en paz con Dios o con su familia o con sus problemas arreglados. No creo que haya contradicción entre ambas posibilidades. Nadie va a contestar a semejante pregunta diciendo: me encantaría morir en paz con Dios y con los hombres pero sufriendo todo lo posible.
Pero estoy completamente de acuerdo en que uno de los mayores males de esta sociedad moderna es que vivimos sin pensar en que vamos a morir.
Y, bueno, la muerte, sin más, es un mal. Para los cristianos lo bueno viene después. Gracias a Dios, polvo eres, en polvo te convertirás y luego resucitarás, je,je.
Por cierto, uno de los pasajes más certeros sobre el sentido cristiano de la muerte lo escribe Shakespeare cuando Hamlet va a matar a su tío y lo ve rezando y piensa: No lo mataré ahora que está rezando porque se irá al cielo, esperaré a que esté borracho.
La verdad es que Shakespeare era la bomba el tío.