Una de las cosas que más debilita a la Iglesia es el aburguesamiento, vivir plácidamente instalada en una sociedad que no la discute e incluso la halaga y le somete hasta lo que no es de su ámbito. Si se dan esas circunstancias, los representantes de la Iglesia que sucumben a la tentación dejan de evangelizar y se dedican a mangonear: a eso se le ha llamado siempre clericalismo ya sea de derechas o de izquierdas (había mucho clericalismo, por ejemplo, en los territorios de la Teología de la liberación). Allí donde concurren esas condiciones, insisto, la Iglesia se debilita, se adormece, se atonta. No ha pasado donde la Iglesia tuvo que padecer corrientes ideológicas fuertemente contrarias como el comunismo (Polonia y tantos países del Este, Italia) o donde debía competir con otros credos (el mundo anglosajón, por ejemplo). Pero sí ha ocurrido en España y no hace falta explicar por qué.
Por eso el gobierno se equivoca cada vez que busca el enfrentamiento con la Iglesia: porque casi siempre lo hace como fórmula compensatoria para ocultar sus fracasos en otros ámbitos, porque somos muchos millones de gobernados los que nos sentimos injustamente heridos y, sobre todo, porque esos ataques constituyen el mecanismo más adecuado, preciso y eficaz para despertar a los católicos de la modorra y obligarlos a explicarse.
Desde que gobierna Zapatero, cientos de miles de personas que no marcaban la casilla de la Iglesia en la declaración de la renta han pasado a hacerlo. Un dato objetivo que debería poner sobre aviso a quienes piensan en términos tan poco razonables como los que ha utilizado esta misma semana el ministro José Blanco. No sé qué pasaría si su partido, por ejemplo, tuviera que vivir de una equis en la declaración de la renta.
Con la equis de la Iglesia, al menos, sabemos bien en qué nos gastamos los impuestos.
El PSOE, y el PP, y…
Esto de la equis en la Declaración de la Renta sería muy útil para los partidos políticos, para los sindicatos… Y, últimamente, pienso que también para los equipos de fútbol de primera y segunda división (añado la segunda sólo hasta el final de este campeonato 2009-2010).
Sinceramente, creo que la Iglesia ha tenido, tiene y tendrá suficientes recursos para mantenerse. Todas las propiedades que tiene, todo el patrimonio que ha conseguido a través de unos u otros medios, creo que es lo suficientemente sostenible sin que tengamos que marcar la casilla en la declaración. Aunque no estoy de acuerdo en la supresión de dicha casilla, ya que los creyentes, si lo desean, tienen esa opción, y eso es libertad de elección.
Cada uno/a elige.
Estou completamente de acordo co que dis, Paco.
Pues es cierto que cuando nos meten caña, nos obligan a pensar el porqué de nuestras creencias. Al final tendremos que dar gracias a todos los que critican a la iglesia.
Recuerdo que antes de marcharme por una temporada, Quim Monzó escribía un artículo «interesante» en La Vanguardia: http://www.lavanguardia.es/lv24h/20100506/53922260884.html
No sé si habías tenido la suerte de leerlo, Paco. Un abrazo.
No lo había visto y podrías haberme ahorrado esa lectura: un artículo sin tópicos ni resentimiento, tan lleno de originalidad, equilibrio, verdad y ternura…
¿Estás ya en Kenia? Me dijo Ander que te ibas. Mucha suerte, ánimo con todo y un abrazo muy grande.
Marc, segun la ip estás ¡¿en Ruanda?!
A igrexa católica esta tan mesturada na nosa sociedade, que creemos que é unha parte do Estado, pero o certo é que a igrexa está constituída pola comunidade de fieis, que estes si teñen participación no Estado, pero a igrexa en si non, e non debería tela nunca. O financiamento da igrexa téñeno que facer os fieis contribuíndo ao mantemento da súa comunidade. E isto que digo non vai en contra de que a igrexa como organización de ben social que participa na educación e en todo tipo de obras sociais, non teña que recibir do Estado fondos para promover a súa obra social como calquera outro ente dedicado a suplilas as deficiencias e desigualdades sociais, o certo é que esas cousas sabeas facer moi ben e ten experiencia demostrada de abondo. O mesmo desexo para os partidos políticos e organizacións sindicais, que os afiliados financien as súas organizacións e así teriamos menos profesionais da política e liberados nos sindicatos que non viven no mundo real nin sofren a tensión do día adía. Un pode non ser créente, como no meu caso, mais si recoñecer que no fondo a filosofía do catolicismo é a cerna da nosa sociedade.
Aunque no tengo datos, sospecho que el porcentaje de personas que bautizan a sus hijos, toman su primera comunión o que se casan de blanco en un templo cristiano es muy superior al de los que marcan la “X” . Aprecio también que se ha extendido una cierta actitud vergonzante ante el hecho de manifestar públicamente la fe. Con la licencia de un atrevido ignorante, se me antoja, que quizás tenga algo que ver con una especie de espíritu de afirmación que es tan característica de la psicología de los adolescentes. Si así fuera, esta manifestación denota por un lado la inmadurez de nuestra sociedad y por otro, me sirve para compararlo con los desastres de la educación antiautoritaria cuando desemboca en esta delicada fase de nuestra madurez.
El espíritu de reafirmación consiste en una rebelión contra la figura del padre, en la búsqueda de la propia identidad reaccionando en contra de quién nos dio la vida, nos alimentó y educó. Como siempre ocurre, pasado el tiempo, los hijos entienden a sus progenitores. Creo que algo así nos pasará cuando nos curemos de esta especie de vorágine romántica que postula la ruptura con toda conexión con lo tradicional, con lo que unimos al pasado, aunque este sea el que nos ha traído hasta aquí.
Pero eu creo, Xoán, que hai moitísimas persoas que, sendo crentes, estamos de acordo, no substancial, co que vostede di…
Paco, perdona el retraso. No me acordé hasta hoy de mirar si habías contestado, jaja. He estado en Ruanda cinco días, pero ya he regresado a Kenia. El que se nos va de aventura ahora es Ander, ¡¡menuda excursión!!
Abrazo (y perdón por el artículo que te mandé, jeje).