Soy reacio a los memes y, como dice Paco Sancho, a incluir imágenes en el blog (más que nada, por falta de tiempo), pero viniendo de él y de José Luis, tengo que reaccionar. Copio de Paco, porque lo deja clarísimo:
«Estoy en su lista de invitados para extender un meme (que no sé si lo que acabo de escribir es redundancia, extender un meme) que exprese con una imagen lo que más quisiéramos que aprendieran los estudiantes. La cosa está corriendo y es divertida, por lo menos a mí me lo parece. Pero antes de seguir, y por si alguien quiere saber más acerca de la cosa, el mismo José Luis explica aquí muy bien qué es un meme.
Bueno, pues vamos. El meme en el que me enreda tiene tres reglas:
1. Publicar una imagen, licenciada como Creative Commons o propia, que represente aquello sobre lo que más quiséramos que aprendieran los estudiantes, y ponerle un título
2. Titular la entrada como “Meme: Passion Quilt” y enlazar la entrada original
3. Incluir enlaces a 5 colegas de tu red educativa o gente a la que sigas en Twitter/Pownce.
No sigo a ningún colega en Twiter, así que esa parte no la puedo cumplir. En cuanto a lo demás, la foto, lamentablemente, la he hecho yo y con un móvil (doble horror). Me parece que el título no necesita explicación. Pero añado, de todos modos, la primera historia que publiqué sobre el de rojo. El de blanco, qué gran tipo, se llama Pancho:
LA FRONTERA
Tenía que ir a Ferrol para hacer una gestión muy breve. Pensé que sería una buena oportunidad para pasar antes por La Coruña, recoger a mi hermano y llevarlo conmigo: así se despejaría, hablaríamos por el camino, reiríamos… Y eso hice.
Mi hermano José Luis tiene un año menos que yo. No ve mucho y esto, junto con alguna otra insuficiencia, le convirtió desde pequeñísimo en un personaje central, una especie de rey, dentro de la casa y fuera. También tuvo una educación especial y sigue llevando una vida especial, pero habla perfectamente y lee y escribe. Sobre todo, escribe. Es muy listo y concentra todo el poder de su inteligencia en unas pocas cosas que le gustan: seguir los deportes -aunque no puede practicarlos, lo sabe todo sobre fútbol y baloncesto-, escuchar música latina, y escribir, con una letra casi ilegible por lo apretada, larguísimos guiones de telenovelas, para los que me pide documentación de vez en cuando.
-Oye, intelectual (a veces me llama así, otras veces me llama grajo, porque hubo una época en la que le dio por los refranes y yo le enseñé uno triplemente rimado que le hacía mucha gracia: “Cuando el grajo vuela bajo hace un frío del carajo”). Oye, intelectual, ¿tú no sabrás quién era el ministro de Interior en 1960?
-No había. Se llamaba de Gobernación.
-¿Y quién era?
-Pues no sé, no me acuerdo.
-¿No puedes mirármelo por ahí? Es que lo necesito para un guión que estoy escribiendo sobre…
En su cuarto se apilan cientos de cuadernos, garrapateados incluso hasta en los cantos, que mi madre no puede -él no le deja- tirar. Antes de que naciera mi sobrino, a José Luis le gustaba mucho pasear conmigo por la ciudad y contarme lo ocurrido durante mis largas ausencias. También aprovechaba para que le presentara a algún locutor de las radios locales que él quería conocer. Y terminábamos casi siempre tomándonos unos bocadillos de calamares y jugando dos o tres partidas en una máquina tragaperras. Esta vez el viaje no incluía paseo, pero podríamos hablar todo lo que nos diera la gana en el coche.
Era por la tarde y había mucha luz a pesar de las nubes, y esto hacía que el aire adquiriese una cualidad más sólida sin perder transparencia. Una textura extraña que a lo mejor sólo está en mi memoria y que, como tantas otras cosas, no sé describir. Camino de Ferrol, o quizá ya de vuelta, además de hablar, jugamos. Jugamos a retransmitir un partido de fútbol para una supuesta emisora de radio. Entonces me hizo algo, no recuerdo bien qué. Alguna broma, supongo. Se rió. Yo también me reí mucho y, ya en los últimos estertores de la última carcajada, le dije:
-Pero, vamos a ver, ¿qué puedo hacer yo con un hermano como éste?
Aproveché una curva a la derecha para verle la cara, y él, que aún estaba riéndose, se puso muy serio de repente. Dejó de manipular los mandos de la radio, se irguió sobre el asiento, miró hacia la carretera o quizá hacia ninguna parte -con esos ojos suyos siempre inquietos, nunca se sabe- y dijo a media voz:
-Quererle mucho.
(Marzo de 1997)
Con La frontera entendí muchas cosas. No exagero, ya sabes. Me cambió la vida. Inmensa.
Gracias.
Eras reacio a poner enlaces y…
Eras reacio a los memes y…
Carrerón. Abrazos.
Los amigos me pueden…
No se lo que es un meme…
Si es esto, me ha gustado mucho.
¿Dónde ponen mas?
Repasados un poco los enlaces, empiezo a entender
Sobre la recomendación de insertar fotos, me parece acertada. Por lo menos a mí me pasa: Ojeas un libro o un informe y las fotos o ilustraciones ayudan a llamar la atención y leer. Son un reclamo que nos despierta la curiosidad. Nos intriga descubrir porque se ha elegido esa imagen. Cuando leemos primero y después vemos la película o las imágenes, estas normalmente nos defraudan, pero cuando ocurre al revés, se da el caso que la explicación de un cuadro o una obra de arte, es más enriquecedora que la propia imagen, y quizás esta sin el discurso que la acompaña, no tendría interés alguno.
Disponer de la imagen que encarga el protagonista de la historia nos lo hace más cercano. Existe, tiene amigos. Es verdad que ríe y es divertido. No es un invento de la mente del autor.
Es dificilísima la comunicación. Yo intento transmitir conceptos a un grupo pequeño al que tengo acceso personalmente y me resulta la mayoría de las veces una labor infructuosa. Algunas veces me pasa con los amigos o con la familia. Mi mejor intención es mal interpretada con relativa frecuencia y ello os confieso que me duele porque me esfuerzo mucho.
He imaginado que se inventaba una maquina que permite que nos comuniquemos telepáticamente, con sistemas que traduzcan nuestras emociones, gestos y lenguaje corporal. Lo podemos hacer incluso a distancia y sin más dispositivo que un pequeño inserto, con menos peligro que un pequeño tatuaje o una vacuna. Su eficiencia es tan perfecta, que genera pequeños problemas sociales. se podría copiar en los examenes. Simplemente dices a un amigo que en ese momento, piense en ti, sintonice tu onda cerebral y te traspase todos sus conocimientos para resolver una oposición o examen final. Además me preocupa un pequeño problema en su comercialización. El sistema no permite la mentira y el engaño. Te manifiestas desnudo, tal como eres. No puedes ocultar nada, ni los pecados más inconfesables.el sistema entra en tu disco duro y puede leer todo lo que hay en el. Pensé que podía resolverse haciendo que sintonizaran solo con las personas que tú desearas. En ese “meme” cerrado donde solo entrarían tus elegidos.
Os invito al pequeño juego de opinar si tendría demanda el asunto y más o menos con cuantas personas compartiríamos este enlace de sinceridad absoluta.
Cuantas veces, desde que me contaste esa anécdota, he usado esa frase final!!! Tremendo José Luis!! Un besote para él que está guapetón en la foto.
Qué tentación de añadirle una «z» a eso de meme. Pero no me hagáis caso, es mi ignorancia.
Y qué gran historia: directa a la lista de greatest hits de Paco.
Es que a veces se descubre (o consolida) una gran historia por una memez. Me ha merecido (no memecido) la pena el reto y Casi Yo, para variar, se ha cargado el listón con la cabeza.
Cada vez me gusta más.
Me parece una gran historia, muy muy potente. Preciosa.
É unha historia moi fermosa. Cada vez que a leo gústame máis. A primeira vez que a escoitei foi da tua propia voz, no Máster, e emocionoume pola historia en si e porque escoitarcha a ti ten valor engadido. Logo, fíxenme co teu libro Vagón-bar e cada vez que a leo paréceme xenial.
Jajajajaja, genial lo de «intelectual», no sabía que Luis te llamaba así. Que gran anécdota, pero más grande es Luis.
Recuerdo de pequeño, en Recareo, como iba con su libreta a todas partes y con el transistor pegado a la oreja. Venía a jugar a casa a la escoba, con Vidal. Yo veía las partidas y me parecían tremendamente aburridas, ya que mi abuelo le tenía que decir qué cartas estaban encima de la mesa, lo de calcular era cosa de Luis, y aunque se tomaba su tiempo, mi abuelo no parecía desesperarse jamás. Solía ganar Luis, por supuesto, y así se volvía tan contento a La Casa a contárselo a todo el mundo.
Qué nostalgia…
Saludos!
¿Por qué, si me la sé de memoria, me emociono cada vez que la leo?
Qué cosas. Ahora entiendo mejor el título, o de otra manera, no sé. ¿Me estaré haciendo mayor?
Muchas gracias, Paco.
Me impresiona. Y te agradezco muchísimo que la contaras. Porque marca…
Magnífico: Luis te llama intelectual pero que en realidad es él el que te ha proporcionado la lección más magistral que le puedes dar a tus alumnos.
Magnífica historia. Digna de enmarcarla,foto incluida, y de colgarla en la pared de las aulas.
Ahora ya casi nunca me llama intelectual. Y grajo, sólo cuando quiere pedirme algo o contarme que ha hecho alguna trastada. Entonces llama y dice: «¿Hay algún grajo por ahí?».
Recuerdo muy bien, Jorge, esas partidas con Vidal. Empezaron mucho antes de que nacieras, en la casa de Dr. Ferrán. Siempre le han gustado mucho los juegos de mesa, pero le gusta más que nada ganar. Al parchís es imbatible, incluso jugando con todos los sentidos puestos en vencerle.
Gracias, muy especialmente a quienes deberíais haberla encontrado revenida.
Lo mejor de esas partidas era cuando a Luis le llegaba el velo. Daba igual que tuviese ya perdidos los oros, setentas o cartas. Ponía sonrisa pícara, haciendo imposible no saber qué se traía entre manos. Entonces mi abuelo le decía:
– ¡Ajá! ¡Tes o velo! ¡Tes o velo!
Y mientras, Luis se partía de la risa e intentaba negarlo al mismo tiempo.
Grandes tardes, sí señor.
Saludos!
En una entradatambién titulada Saber querer alguien más dice: «Es una pena que no se nos enseñe a querer en la escuela»…
Estoy de acuerdo con Prometeo. Gracias a la foto, siento mucho más cerca al personaje de esta bella historia. Y para ser una foto tomada con el móvil, no salió nada mal. ¿La foto es de 2.0 megapixels?
Conocimos a Luis y nos invitó a helados y refrescos.
Antes habíamos paseado con una “cuarta” de caballítos miniatura y después enganchamos el “tronco” de pretos. También le presentamos dos grandes maestros de doma clásica y alta escuela. Roberto y Antonio son muy jóvenes, pero son capaces de hacer arte sobre un lienzo vivo y efímero como es un caballo. Antonio nació y se crió en la finca de Don Alvaro Domec. Recientemente casi abandona el mundo del caballo. Después de una lesión, el día mismo en que tenía que presentar su mejor obra, le comunicaron que no lo haría el y otro disfrutaría de la gloria de su trabajo. Aquel caballo quedó campeón de España y Antonio durante dos meses se hundió en una depresión. Arribó a Galicia hace cuatro meses con su joven mujer y dice haberse enamorado de nuestro verde. Mientras golpeaba un camino polvoriento con su zapato nos contaba que en su tierra, muchos caballos tienen que buscarse la vida en campos polvorientos sin soñar con probar una brizna de hierba fresca. Comenta preocupado si con el cambio climático aquellas dehesas podrán criar caballos.
Quiere quedarse aquí y le hemos prometido que le ayudaremos. Quizás algún día podréis ver como trabajan esos jóvenes y grandes maestros ejecutando una coreografía en perfecta armonía con sus monturas.
Mientras tanto Luis prometió volver para montar a Platero y nosotros le resarciremos de su generoso y al parecer excepcional gesto de pagarnos una ronda.
Fantástica!! Qué bueeeena!!. Esta fue la expresión al terminar de leer tu relato!
Un saludo.
Emotivo artículo.
Felicidades.
Me he emocionado muchisimo, no tengo nada mas que decir