Lo de escribir se ha vuelto muy difícil, sobre todo si se trata de decir algo brevemente. Pensaba que alejarme unas semanas ayudaría, pero más bien lo complica. Ahora hay más cosas que no entiendo: que haya gente, mucha incluso, que se alegre por la muerte de un torero y que además lo diga (alegrarse de cualquier muerte es inmoral, decirlo me parece obsceno). Que haya liberales que lamenten el fallido golpe de Estado en Turquía o que incluso animen a que se repita para recuperar un modelo democrático mejor (entendería que se rechacen las purgas que está llevando a cabo el querido Erdogan de nuestra Alianza de las Civilizaciones, pero no que se pida un golpe contra una democracia imperfecta). No entiendo que nos extrañen a estas alturas las acciones violentas de cualquier género, terroristas, racistas o lo que sean (llevamos así toda la vida, solo que desde que nos consideramos ilustrados, ateos y autónomos, nos extraña que no hayamos conseguido todavía la sociedad perfecta, sino una más desigual y violenta). No entiendo que se mantenga estable el número de nuevos infectados por el sida y que los aumentos se atribuyan a los mismos grupos de riesgo de siempre: sabiendo que bastaría un cambio de conductas, seguimos promoviéndolas y gastando cantidades ingentes en investigación de una vacuna y en compras de antirretrovirales que no evitan miles de muertes. Pero, eso sí, la NBA ha cancelado el All Star que había programado en Carolina del Norte, porque es uno de los 21 estados que se oponen a la ley Obama que permite usar los vestuarios femeninos a quien se sienta mujer, lo sea o no. La democracia de los grandes negocios frente a la de los parlamentos. Y así…