Me parece que a la gente hay que dejarla en paz y, si quieren llamarle Lobo al niño, que se lo llamen, que para eso es suyo, y por lo visto tal nombre «no confunde el sexo, es bonito y no atenta contra la dignidad del menor». Gato y Tigre también cumplirían las condiciones. Sabandija, sin embargo, incumple las tres, al igual que Tarántula. Bueno, al menos dos, porque siempre habrá quién los considere eufónicos. A mí Lobo, que ya era apellido, me parece muy adecuado para estos tiempos. Con los años, al chaval le llamarán señor Lobo, como al de Pulp Fiction. O quizá devenga en otro Lobo de Wall Street o en el lobo de los Stark como en Juego de Tronos. Ojo, porque probablemente el próximo nombre polémico sea Dragón, ahora que los dragones son buenos, después de siglos de infamia y asimilación con el diablo. Que esa es otra: también está de moda, y cualquier día se registra un bebé con el nombre de Satanás o Lucifer. Nerón, hasta ahora injustamente reservado para perros, debería recuperarse para humanos.
El problema lo puede tener el chaval cuando en primaria, como cantaba Paco Ibáñez, lo maltraten los corderos: ¡que viene el lobo! Pero, salvo que quiera dedicarse al espectáculo, ya cambiará de nombre como han hecho tantos y tantas artistas: ¿qué hubiera sido de Paco de Lucía si hubiera mantenido su Paco Sánchez original?
Esperemos, en cualquier caso, que el niño no salga al lobo de Hobbes, y sea muy feliz y haga muy felices a sus padres y a todos, aunque no se le pueda pedir que no sea un Lobo para el hombre. Mejor es llamarle Lobo al niño que US Navy: parece más primitivo, pero también más natural. Y habiendo un san León, ¿por qué privarnos de un futuro san Lobo?