Progresamos a tal velocidad que apenas se entiende ya el viejo refranero, plagado de sentido común. Me arriesgaré, no obstante, con aquel dicho según el cual «en la mesa y en el juego se conoce al caballero». Precisamente el sentido común me advierte de que debería aclarar el concepto caballero. Para el diccionario, la palabra se aplica a un «hombre que se comporta con distinción, nobleza y generosidad». También recibe otras acepciones, claro, pero el refrán se refiere a esta, ahora casi desconocida. Pretende explicar que el hombre generoso, noble y distinguido se muestra de manera especial en el modo de comer, en saber ganar con generosidad y sin alardes, en saber perder con serenidad, sin revanchas, y si es el caso, en el modo de pagar.
Parece obvio que Cristina Kirchner no responde a la definición de caballero, porque incumple ya el primer requisito: ser un hombre. Maduro, sin embargo, cumple con esa primera palabra y quizá sus maneras en la mesa se alejen mucho de las de un gañán, pero desde luego, al igual que Kirchner, no sabe perder. Acaso haya que descartar un problema de elegancia o de generosidad. Tal vez se deba a ese extraño sentido de posesión sobre la gente característico de ciertas ideologías. «El pueblo me pertenece por derecho», parecen decir, y les extraña que el pueblo no los quiera o los quiera menos que a otros. Las reacciones de la argentina y del venezolano aparentan eso.
La campaña electoral se está siguiendo con una viveza casi olvidada. Acaso porque estamos muy entrenados como hooligans y la sentimos como un partido de fútbol o una carrera de caballos. Bueno. Pero conviene mucho que, al final, por lo menos sepamos perder o ganar.
Non me parece cuestión de ideoloxía política, máis ben de educación e sentidiño común. No caso de Venezuela pode ser un palurdo con poder e no de Arxentina un quero e non podo. Tanto un como a outra ideloxía teñen pouca, é máis ben un facerse querer por un certo movemento político que cré que inventou o fume e vendeo por aí