Dije en agosto, a propósito del primero, que deberíamos tratar con cuidado los vídeos de las degollaciones del Estado Islámico, porque eran armas de guerra. Después vinieron más decapitaciones con sus respectivos vídeos y las masacres de miles de cristianos en Irak y la matanza de 132 niños en Pakistán y… un crecimiento, progresivo y cada día más preocupante, de la islamofobia en Europa. Recuérdese, por ejemplo, que en vísperas de los acontecimientos de París, el noticiario internacional subrayaba el desbordamiento del odio al islam en Alemania y Francia. Probablemente, justo lo que pretenden los terroristas o sus jefes.
Reducir los crímenes de París a un castigo por haber mancillado la imagen de Mahoma parece una simplificación. Buscaban en realidad la batahola posterior, la que ahora estamos inflamando entre todos, con su incremento proporcional de los niveles de islamofobia. ¿Por qué? Porque aunque el escenario musulmán es un lío en el que todos están enfrentados con todos, la división más importante se asienta entre los moderados y los extremistas. Y todo el mundo sabe cómo convertir en extremista a un moderado: haciendo que se sienta víctima del supuesto enemigo. De modo que, cuanto peor tratemos a los seguidores de Alá, más rápidamente se nutrirán las filas de los extremistas. Y es de justicia advertir que, pese a la brutalidad de sus métodos, están actuando muy eficazmente y con una inteligencia que nada tiene de medieval: es mucho más perversa y antigua o mucho más moderna.
Conviene tratar con mayor prudencia este asunto. No vaya a producirse su sueño dorado: que unos desalmados occidentales ataquen un barrio musulmán o disparen en una mezquita.
O sea, cuidado con enfadarse con los islamistas, llegados a nuestros países con su deseo de no integrarse socialmente e imponer su propia cultura pasando por encima de nuestras leyes civiles. Si se ha convertido en un problema es porque se ha ido «dejando hacer», tratando de «apaciguar» al que quiere construir una sociedad regida por principios religiosos, cuando en Occidente, afortunadamente, hemos relegado la religiosidad al ámbito privado y nos gobernamos por leyes consensuadas y no por mandatos divinos infalibles e irrebatibles… Y homicidas.
El extremista no negocia. Impone y arrasa, sobre todo si encuentra debilidad. El extremista es un matón. Ante el delito, aplicación implacable de nuestros recursos y medios legales que protegen nuestra sociedad y valores. Así de simple. El problema es nuestra actual crisis de identidad y valores que nos han debilitado como grupo humano cohesionado, y la vergüenza de reivindicarnos como nación nos ha llevado al relativismo y a la aceptación vergonzosa de cualquier ideólogo populista que pase… O recuperamos el sentido de la Justicia o la cosa pinta mal.
Quizá debas repensar por qué hemos caído en el relativismo, y cuál es esa identidad que hemos perdido.
Desde el atentado del miércoles no he leído ningún artículo que se plantee si la libertad de expresión tiene algún límite distinto del miedo (este, no lo acepto). Ningún atentado contra la vida es justificable. Lo que hemos presenciado estos días es horrendo, abominable. Pero estasestas escenas tremendas no deben silenciar otra cuestión, a la que antes o después convendrá entrar: ¿Es absoluta la libertad de expresión, o tiene algunos límites que se deben respetar?
Nadie es tildado de cobarde por usar con cuidado, con prudencia, un material inflamable. Se impone pensar, reflexionar, saber por qué hemos llegado hasta aquí, y buscar salidas positivas para este atolladero. Hoy he escuchado la noticia de una iniciativa educativa del Rey de Marruecos, para formar más imanes en el islamismo no radical. Confundir musulmán con terrorista, o candidato próximo a serlo, es un error.
El integrismo se cura con la empatía, y la empatía se aprende pensando. Hace falta mucha educación e inteligencia.
Viendo las portadas de Charlie Hebdo no me parece que usaran precisamente el humor inteligente y la sátira que se les está atribuyendo. Las portadas que he visto se basaban en la provocación y el insulto: si despiertas a una bestia más te vale ser el más rápido a la carrera.
Y no estoy de acuerdo con que se les haya aplicado la pena de muerte a esos dibujantes, pero cabe reconocer que se sentían confiados en la falta de límites de la Libertad de expresión, y se equivocaron: no eran los más inteligentes. La Libertad de expresión debe estar limitada por el Derecho al honor de las personas. Sinó, su único límite será el miedo, y tan peligroso es no tener miedo como temer a todo.
Lo de las leyes consensuadas me ha hecho mucha gracia. ¿A ti te han preguntado algo sobre el aborto o la Ley mordaza? Yo ni si quiera he sido interrogada a propósito de la Constitución… A mis padres y abuelos (en paz descansen) sí les preguntaron, pero mi opinión no importa, parece.
No tengo crisis de identidad ninguna. Sé quien soy y sé que no estoy de acuerdo con la manera en que te expresas (ni siquiera con el hecho de que no sepas usar los signos de puntuación). Tengo la sensación de que no distingues musulmán de islamista. Tengo la sensación de que crees que todos los occidentales opinamos (o deberíamos opinar: viva la libertad) lo mismo que tu. Tengo la sensación de que tú mismo eres un extremista, pero no te das cuenta.
Se les ha «aplicado la pena de muerte»?!?… Qué tribunal? En virtud de qué delito? Bajo qué legalidad? Me gastan una broma de mal gusto y bajo el cabreo me permito tomar un arma y asesinarlo?… Si abusan de su libertad de expresión los periodistas, que sean sancionados por la legalidad de la República francesa.
Y si el integrismo se cura con la empatía, mejor hubiera sido que respondieran empatizando con los dibujantes y pensando que es una broma de mal gusto, en vez de disentir con balas.
Aparte de las sensaciones que yo le provoque, junto con mi analfabetismo funcional, preferiría compartir y debatir sobre el tema en cuestión, ya que creo que su opinión sí que puede resultar interesante, si aporta otro punto de vista, en vez de ponerme a mí calificativos.
Y tal vez en su última frase cuadra mejor una subordinada concesiva en vez de una adversativa. Es una sensación que he tenido…
Esta gente tuvieron una infancia tristísima, huérfanos, encerrados en un orfanato. ¿Quien les enseñó a empatizar? ¿Cómo quiere que empaticen con nadie si probablemente, cuando ellos fueron «malos» se les castigó con dureza, sin derecho a defensa, sin tribunal?
No es ahora el momento de ser empáticos con ellos. Ellos mismos han buscado la manera de morir. Pero podemos tratar de evitar que esto suceda de nuevo preocupándonos de cuales son las condiciones de quienes viven en ese tipo de centros. ¿Son amados por alguien como si sus padres aún estuvieran vivos? ¿O son simplemente mantenidos hasta su mayoría de edad? Lo que deseamos para nuestros hijos, todos los niños lo merecen. Eso es empatía.
Creí que mis opiniones quedaban claras en mi anterior respuesta a su exabrupto. Si me dice que es lo que no entiende, se lo aclaro gustosa.
En efecto es un problema de educación desde la más tierna infancia. De acuerdo con Ud., aunque el problema que tenemos hoy va a ser muy complicado de tratar en este Occidente.
Sólo un comentario más, y último: no voy a necesitar aclaración, gracias. Me quedo con la satisfacción de que Ud. ejerce libremente su derecho de libertad de expresión, hasta el punto de llegar al insulto llamándome «extremista» y tildar mi opinión -que a lo mejor podría tratar de respetarla como yo la suya- de «exabrupto»,
Me alegra vivir en una sociedad como la nuestra, pese a todo. En otros lugares el hecho de que una mujer use internet puede suponer su condena. Cuídese.
Y disculpe mi ignorancia y mal uso de los signos de puntuación.
Se me olvidaba. Por aquello de la empatía… Yo trabajé años en centro de menores con chavales magrebíes y subsaharianos.
Ahora sí me despido: cuídese y larga vida en Democracia.
Estamos a vivir as consecuencias provocadas pola cobiza dun Occidente que quixo escravizar ao resto do mundo quitándolle liberdade e fabricando estados ficticios , roubándolle as súas materias primas, apoiando ditadores e adestrando terroristas.
Si Europa e Norteamérica en vez de invadir axudaran aos pobos a desenrolarse en por si, non teriamos estes movementos migratorios que crean guetos de pobreza a beira das grandes fortunas.
A xente cando está desesperada acubíllase detrás dunhas siglas ou un deus, tanto dá. O caso é logo baixo á premisa da seguridade as liberdades son recortadas.
O caso é que os poderosos nunca sofren as consecuencias das súas desfeitas.
Estoy muy de acuerdo. Me parece que los islamistas radicales detrás de estos ataques tienen claro lo que quieren. La polarización les beneficia, la integración de la cultura musulmana y su «europeización» no.
Me parece que la mejor manera de reducir la radicalización es dejar de darles «razones». La integración de colectivos y la educación de todos va a funcionar mejor que cualquier tipo de persecución en la que los demagogos quieren meternos.