He seguido desde fuera de España la crisis del ébola de estos días. Sentí mucha vergüenza y aún la siento. Se percibía un país histérico sin nada que lo justificara: seguimos sin un solo muerto contagiado aquí. Desde luego, el periodismo ha tenido mucho que ver con todo el disparate de primeras páginas y horas de televisión, amplificadas luego en las redes sociales. Pero como en casos anteriores, la responsabilidad de las profesiones sanitarias y sus representantes y, de modo especial, de la Organización Mundial de la Salud (OMS) debe subrayarse. ¿Por qué alientan el alboroto aquí cuando han desatendido durante meses las llamadas de auxilio que se lanzaban desde África? Allí sí que había y hay un problema. Desde principios de año. Allí sí que morían a chorros, atendidos solo por un puñado de valientes con miedos y sin medios. ¿Alguien pensó que, para hacer algo, se necesitaba inquietar a quienes pueden permitirse el precio? Ya sé, dije hace semanas que no hablaría del ébola.
También ha fallado el periodismo en la cobertura del Sínodo. Se nota la ausencia de profesionales que conozcan lo ocurrido en las deliberaciones del Vaticano II, el proceso previo a la encíclica Humanae Vitae o el recentísimo Vatileaks, por ejemplo. La fullería eclesiástica existe y mantiene características bastante rancias, y por eso mismo, repetitivas. De ese modo han llegado a titulares supuestos cambios en la doctrina que causan mucho dolor a las personas: en unas porque alientan expectativas imposibles, en otras porque se asustan ante un aparente derrumbe de las convicciones por las que, como en el caso de los africanos -¡África otra vez!-, se han dejado literalmente la vida.
Mentres os que enfermaban e morrían polo ébola eran os negros de África non pasaba nada, xa están afeitos ás desgracias mais cando a enfermidade chega ao occidente rico e branco, entón empeza a alarma, Agora empezan a enviar militares, médicos etc para coutar a epidemia no continente negro e non pase para aquí porque non saben como tratala tanto medica como politicamente. Parece ser que morre máis xente de fame que polo ébola pero aí non se toman medidas porque de ese mal só morren os pobres.
O do sínodo non o sigo porque non me sinto afectado polo que alí decidan.