Pese al carácter bullicioso y jaranero que siempre se asocia con la palabra, una fiesta es algo muy serio. Los diccionarios apenas aciertan a recoger su sentido profundo, porque la fiesta, en el fondo, consiste en la feliz celebración del mero estar juntos: un grupo de amigos, un pueblo o todo un país, de la que se hace partícipe a todo el mundo que quiera compartirla. Quizá se conmemore algo o se recuerde a alguien, pero la fiesta siempre se traduce en reunión, en encuentro, muy frecuentemente para alegrarse con el final de un trabajo: por ejemplo, con el final de la cosecha recogida en común, algo que está en el origen de tantas.
Este el caso de la fiesta que Voz Natura convoca todos los años el primer sábado de junio en torno al Día Mundial del Medio Ambiente en Acea de Ama, Culleredo (A Coruña) y por la que pasaron el año anterior más de treinta mil personas. También aquí celebramos la cosecha: la realización de casi cuatrocientos proyectos medioambientales ejecutados por escolares de toda Galicia. Los resultados se exponen en un recinto que ya no da abasto, desbordado por maquetas, ingenios del reciclaje, pósteres explicativos y mil otras formas de expresión del ingenio de los chicos y chicas que muestran orgullosos su trabajo de todo un curso.
Ciertamente, el ambiente es de alegría, de fiesta grande: música, atracciones de toda índole, juegos y demostraciones, regalos, talleres… para celebrar que estamos juntos en un empeño decisivo para nuestra cultura, al que se invita a todos, empezando por los más jóvenes: el cuidado de la naturaleza, que es el modo primero y elemental de cuidar del mundo.
Sempre está ben darlle valores e alegria aos nenos e nenas.