Supongo que el código penal de un país es como el código genético de una persona, solo que en negativo. O por decirlo de otra manera, una especie de ADN basura que controla la definición inversa de la identidad de un pueblo: es decir, aquello que ese pueblo no quiere ser, porque en el código se compendia todo lo que consideramos punible. Por eso podría entenderse como una foto en negativo. Pero por la misma razón, se trataría de una foto en negativo borrosa: hay muchos otros comportamientos que la gente considera perversos o simplemente rechazables y, de hecho, los castiga en sociedad de mil modos o los tolera. El código penal forma parte de la cultura de un pueblo, pero la cultura no cabe en el código penal, abarca mucho más.
Digo esto, porque tengo la impresión, quizá falsa, de que los códigos penales –y no solo el nuestro- tienden a la obesidad más que a la magrez, engordan con cada revisión. No solo se introducen nuevos delitos sin suprimir casi ninguno antiguo, sino que las penas también crecen en vez de menguar. Debe de ser que nos estamos volviendo muy malos. O muy tontos.
El código es un reflejo de la idea que tenemos de nosotros mismos, de cómo nos pensamos, una manifestación menor de nuestra cultura. Y porque resulta una mera manifestación, quizá deberíamos fijarnos más en esa cultura que engendra tales delitos, para corregirla e ir de verdad a la raíz de comportamientos que producen dolorosísimas afrentas a la integridad de los más débiles. Parece muy evidente que lo que está fallando no es el código penal.
Publicado en La Voz de Galicia, 15.septiembre.2012
Añadir también el desconocimiento general de la gente, que clama el endurecimiento de las penas sin saber que nuestro código penal ya es uno de los más duros (por lo menos de Europa). Penas máximas de 25-30 años que ni siquiera se han llegado a cumplir, ya que la reforma del código penal fue en el 95, si no me equivoco.
Sin olvidarnos, tampoco, del objetivo de nuestro sistema penal: la reinsercción, la integración social… no el castigo. Pero la gente sigue pidiendo el endurecimiento de las penas, quizás influidos por los medios de comunicación. Lo que dice la tele (la caja tonta) va a misa.
Parece un sarcasmo que nos quieran vender la idea de un código penal más duro justo después de la excarcelación de Bolinaga. No creo que haga falta un CP más duro; simplemente pido que se cumpla el que hay y que el gobierno (cualquier gobierno) deje de enredar con decisiones aparentemente judiciales y justas.
No soy quién para comentar nada sobre el actual código penal, aunque sí es cierto que me parece, al igual que a ti, un fiel reflejo de la sociedad en la que vivimos.
Ojalá fuese, parafraseando la metáfora que utilizas refiriéndote a una fotografía, la imagen de algo distinto; de un mundo cambiante, aprenhendiendo los valores de la verdadera sociedad democrática en la que el individuo estuviese dotado de valores como el respeto al otro y a sí mismo, la defensa del bien común,… Un mundo distinto.
Pues a mí me parece bien que exista la posibilidad de la prisión perpetua para determinados criminales especialmente peligrosos para la sociedad. Efectivamente el objetivo del sistema penal es la reinserción. En mi opinión ese es uno de los errores. El principal objetivo debería ser la protección de la sociedad y el castigo ejemplar. Y después, la reinserción.
De todas formas, siempre nos quejamos de que los defectos de la cultura moderna y no tengo muy claro cuál es el punto de comparación.