Carlos Abella, antiguo Embajador de España cerca de la Sante Sede:
Recordaba yo hace poco la presentación de mis «cartas credenciales» y comentaba que me había sorprendido cuando tras las corteses palabras de rigor Juan Pablo II, en forma directa e insistente me preguntó por las causas del paro en España.Era enero de 1997 y creo recordar que entonces nuestra tasa de paro estaba alrededor del 11%, que ya entonces se consideraba abrumadora.Yo le ofrecí algunas explicaciones: el ingreso en el euro y la necesidad de llevar a cabo los famosos «deberes», que incluían la privatización de empresas estatales, la reorganización del gasto publico y reducción drástica del déficit, el necesario ahorro, la congelación entonces de los salarios, etc.El papa me oyó atentamente y me respondió: «El paro supone la dislocación de la sociedad, la disgregación de la familia, y sobre todo en los jóvenes la desesperanza, la probable marginación y hasta la posible caída en la droga». Y me replicó: «Dígale a su gobierno que su primera obligación es combatir el paro».Así lo transmití y así se hizo entonces.
Al salir de aquel primer encuentro, yo comprendí que lo que mas interesaba al papa era el hombre mismo.
Por eso creo que desde este 1º de Mayo el hombre cuenta con un nuevo y eficaz mediador en las alturas.Con alguien que se preocupará allí arriba por el empleo, por la vida, por la familia, por los jóvenes.
El beato Juan Pablo II será nuestro mediador, intercediendo por el hombre y su trabajo.Conviene rezarle en la actual coyuntura.¡Loado sea!