Muy de acuerdo con este párrafo de Arcadi Espada en su columna de hoy:
La única especialización razonable del oficio es la especialización en el relato. Da igual que se trate de política o de fútbol: la especialización del periodista es contar. Para contar necesita las palabras de todos. O sea, no las palabras de los frailes ni de los políticos ni de los esteticistas. Las palabras de todos: un territorio inteligible y común. Los gremios, desde los cazadores de mariposas hasta los oncólogos, presionan cada vez con mayor impertinencia sobre ese terreno común. Que lo reserven para sus blogs monoparentales, ahora que pueden; pero el periódico no es la suma de todas las filias y fobias gremiales, El periódico es el lugar donde todas ellas desaparecen. Un espacio público.
Pois tamén eu coincido plenamente co que el di. Un tense que especializador, claro: en contar… a verdade.
¿Hablas de la especialización del vocabulario o bien de los contenidos? Creo que el mejor periodista económico es un economista, así como un científico de ciencia…siempre que evite caer en tecnicismos innecesarios. Muchas veces echo de menos que el periodista sepa de lo que habla. Hemos convertido a estos en «opinólogos».
PD: Quien más sabe en España sobre el 11-M es D. Luis del Pino, ingeniero de telecomunicación.
Discrepo Paco. ¿Cómo vamos a pretender que el periodista ‘traduzca’ el lenguaje técnico y especializado al lenguaje corriente si desconoce los conceptos básicos o los fundamentos teóricos de esa especialidad económica, política, científica o lo que sea?
Por poner un ejemplo, el periodista económico tiene que saber de Economía, de Finanzas, de Empresa. Y cuanto más sepa, mejor tanto para él (será menos manipulable y más respetado por sus fuentes), como para sus lectores. De acuerdo con que el sólo ‘saber’ no es suficiente pero sí es necesario para después ‘saber contar’.
Vivimos en un mundo complejo que requiere periodistas que conozcan esas complejidades, que se empeñen en estudiarlas en profundidad, y no den por perdida la batalla de los contenidos; que puedan tratar de tu a tú a sus fuentes, cuestionarlas con fundamento y puedan contar no sólo lo que pasa sino el porqué está pasando.
El extremo opuesto es el charloteo de las tertulias radiofónicas tan frecuentadas por Arcadi, donde los mismos que opinaban ayer sobre la reforma laboral se convierten hoy en expertos en salud pública y pontifican mañana sobre derechos de propiedad intelectual.
Estou da cordo en que as verbas do xornalismo teñen que ser para todos, mais o xornalista ten que ter coñecemento dos temas que escrebe. Así que as dúas cousas son compatibles e necesarias.
En cuanto tenga un rato, escribiré una entrada larga sobre esto.
Estoy de acuerdo con lo que dice Arcadi Espada. El trabajo del periodista es bastante complicado, más de lo que muchos se piensan y aunque estoy de acuerdo con algunas de las críticas que se les hacen también entiendo, como periodista, que en ocasiones esas críticas son excesivas y erradas.
Discrepo con lo que dice Javier. Obviamente se le da demasiada importancia a los periodistas, que se han convertido en una especie de oráculos con una presencia excesiva en los propios medios (las tertulias y programas de debate son ya excesivos). Sin embargo en mi opinión el mejor periodista económico no es el economista, ni el mejor periodista deportivo es el deportista, ni el mejor periodista político es el político. Se pueden poner muchos ejemplos. Me viene a la cabeza el de Leopoldo Abadía que se ha convertido en el que mejor ha explicado el origen de la crisis económica al público en general y no es ni periodista ni economista, sino ingeniero.
Al periodista se le pide que sepa explicar lo esencial y que lo sepa explicar de manera comprensible para todo el mundo y con un estilo elegante. Obviamente para saber qué es lo esencial es necesario saber algo sobre el tema en cuestión pero la realidad y la práctica demuestra que muchas veces los expertos tampoco son capaces de descifrar lo esencial porque para ellos todo es esencial y muchas veces su capacidad de relacionar su materia con las materias colindantes es limitada (tanto o más que la del periodista) y les cuesta mucho contemplar su realidad desde otro puntos de vista, el del público.
Es fácil para un abogado criticar una información sobre un juicio aparecida en el periódico. Pero ese mismo abogado leerá con interés una información sobre la diabetes publicada en ese mismo periódico. El médico podrá criticar o matizar la información de la diabetes, pero leerá con interés la información sobre el juicio.
Probablemente ninguna de las dos alcance el nivel de un texto científico, pero en el conjunto todo el periódico sirve para que el público se haga una idea de por dónde van los tiros.
En cuanto al estilo, forma parte inseparable del contenido. Me explico. Es el propio estilo del periodista el que clarifica el contenido y lo hace atractivo para el lector. Un buen periodista escribe de tal manera que ese contenido reluce gracias a la buena utilización del lenguaje (orden, ritmo, economía expresiva, léxico, etc.).
Aún así estoy de acuerdo en que el periodismo actual adolece de falta de formación al igual que todas las profesiones en general. Porque, por poner un ejemplo, esos expertos economistas ni han olido la crisis que se venía encima. En ese sentido la falta de formación general perjudica gravemente al periodista. Por poner un ejemplo real. La Fundación Adecco, que se supone que es una entidad de cierto prestigio, publicó hace meses un estudio según el cual más de 100.000 españoles habían emigrado en su mayor parte a Argentina. Así titulaban la nota de prensa de la Fundación. El propio Rajoy tomó como buenos los datos y los utilizó en un mitin para criticar al Gobierno. Sin embargo, el análisis del aumento del número de inscritos en el Censo de Españoles en el Exterior realizado por esa Fundación era totalmente equivocado porque no tenía en cuenta otros factores que han influido mucho en el crecimiento de ese Censo.
El periodista toma como fuente esa nota de prensa y no tiene razones para dudar de ella ya que se trata de una entidad de cierto prestigio y capacidad. Y el político también se fía de ella. ¿De quién es la culpa de transmitir una información errónea? ¿Del periodista, de la Fundación, del político que la pregona?
El periodista debe ejercer de puente entre la fuente (normalmente interesada) y el público. Debe intentar desbrozar lo importante de lo que no lo es y transmitir la verdad de las cosas. Para ello tendrá que consultar con expertos (que en muchos casos también son interesados), contrastar las informaciones de unos y otros, y plasmar en un espacio reducido y en un tiempo más reducido aún, lo que a su juicio (falible como el de todos los humanos) es lo esencial y verdadero. No es una tarea fácil.
En mi opinión los mejores periodista son aquellas personas con una amplia cultura, profundo conocimiento del ser humano, que saben escribir con soltura, claridad y elegancia y, cuestión muy importante, que tienen más aciertos que fallos a la hora de seleccionar lo que realmente es importante de lo que no lo es (esto es esencial, el proceso de selección).
Creo que este comentario se me ha ido de madre. Pido disculpas.