En los comentarios a la entrada anterior se repiten algunas consideraciones que quizá convenga aclarar:
1. Algunos parecen considerar que la Iglesia es la principal causante de los casos de pedofilia o pederastia.
Un solo caso, en la Iglesia, es gravisimo, de ahí el comienzo de mi columna de ayer. Pero una cosa es eso y otra considerarla una fuente de «pánico moral», como decía anteayer, escandalizada, una conocida periodista radiofónica. Por ejemplo, en Estados Unidos, según el John Jay College of Criminal Justice, los sacerdotes acusados de pedofilia fueron 958 en 42 años y las condenas, 54, algo más de una al año, sobre un total de casi 110.000 sacerdotes y religiosos en el país. En ese mismo período, los profesores de educación física y entrenadores condenados por semejante delito fueron 6.000. Como es lógico, a nadie se le ha ocurrido la infamia de insultar a todos los profesores de educación física del mundo.
¿Perseguimos a la Iglesia o perseguimos el delito?
El total de casos comprobados de pederastia cometidos por sacerdotes o religiosos en todo el mundo asciende a 300 en cincuenta años, sobre un total de casi medio millón de curas en el período. Si lo que preocupa realmente es el delito, quizá debería prestarse más atención a este titular del pasado domingo en El Universo, que cifraba en 228 los abusos a menores que se cometen cada hora en América Latina. Por hora y en su zona, no en 50 años y en el mundo. ¿De qué hablamos, entonces?
2. La iglesia oculta y protege a los criminales. Si alguien lo hace -y en algún caso ha sido así- actúa en contra de las normas de la propia Iglesia, que son muy tajantes. Los últimos documentos al respecto son el «De delictis gravioribus» (texto en latín o en italiano ), firmado por Joseph Ratzinger y el cardenal Tarcisio Bertone, en 2001, que fue escrito para actuar el motu proprio «Sacramentorum Sanctitatis tutela» (texto en latín y en italiano en una traducción no oficial) del Papa Juan Pablo II que, para evitar los encubrimientos y corruptelas locales, asigna la competencia sobre cuestiones de pedofilia a la Congregación para la Doctrina de la Fe.
La decidida actuación de Benedicto XVI, por otra parte, está dando resultados efectivos.
3. Sobre la relación entre celibato y pedofolia: El psiquiatra Manfred Lutz, uno de los más importantes expertos en el tema, explicó en una reciente entrevista que esta conexión no existe. Es más, los expertos dicen que las personas que viven la abstinencia sexual tienen menos riesgo de cometer abusos que los casados. Introvigne hace referencia a los estudios de Jerkins, quien documenta que los abusos sobre niños se han dado en mayor medida entre las diversas denominaciones protestantes, donde los pastores pueden casarse. Los 6.000 casos de abuso que comentaba antes, por ejemplo, fueron cometidos en su mayoría por personas casadas. Por lo tanto, no parece que exista una relación entre el celibato y la pedofilia.
También se refiere a este asunto, en términos parecidos, un editorial de The Economist:
Some add celibacy to the charge list. Those cut off from family life may not appreciate the horror parents feel about abuse. In a sex-obsessed age abstinence sounds unnatural and thus a cause of sexual deviancy. Yet a moment’s reflection shows how unfair that is. The childless care about children too. Parents are some of the worst child-abusers. And nobody has shown a statistical link between celibacy and paedophilia.
4. A nadie parece importarle la falsedad de las noticias que comento y que, por cierto, tanto The New York Times como El País han repetido. En general, el desinterés por los datos resulta manifiesto. En el caso de El País, han ido mucho más allá de lo que permiten los estándares profesionales, como explica Toni Piqué.
¿Se ha organizado una cobertura siquiera parecida para combatir la prostitución infantil en Tailandia, que esclaviza a cientos de miles de niños desde hace años? ¿Se pretende, realmente, remover la causa de semejante horror o se busca otra cosa?
Relacionados (iré actualizándolos según los vea):
Abusos contra menores: la respuesta de la Iglesia (página oficial del Vaticano)
El Papa y los abusos sexuales en EE.UU: «Lo que el ¨Times¨ no cuenta.
Sandro Magister, La Pasión del Papa Benedicto. Seis acusaciones, una pregunta.
Antoni Puigverd en La Vanguardia: «Espinas de Semana Santa»
Juan José García-Noblejas: «Benedicto XVI, chivo expiatorio de una modernidad en descomposición»
Massimo Introvigne (resumen en castellano de su artículo en Avvenire): «Un caso de ‘pánico moral’»
Alejandro Llano, Sexo y religión.
Juanjo Romero traduce y comenta el artículo de Phil Lawler: Los periodistas abandonan los estándares para atacar al Papa (Caso Kiesle)
Y el mismo caso, analizado en la noticia que da El País: El País miente deliberadamente sobre los abusos sexuales a menores, en Internet Política
Pedro Miguel Lamet, Intolerable manipulación de la cadena SER.
John L. Allen, en The New York Times: «A Papal Conversion»
George Weigel: Scoundrel Time(s), dice por ejemplo, sobre las fuentes de la información del New York Times que causó la polémica sobre el Papa:
Rembert Weakland is the emeritus archbishop of Milwaukee, notorious for having paid hundreds of thousands of dollars to satisfy the demands of his former male lover. Jeff Anderson is a Minnesota-based attorney who has made a substantial amount of money out of sex abuse “settlements,” and who is party to ongoing litigation intended to bring the resources of the Vatican within the reach of contingency-fee lawyers in the United States. Yet these two utterly implausible—and, in any serious journalistic sense, disqualified—sources were those the Times cited in a story claiming that, as cardinal prefect of the Congregation for the Doctrine of the Faith [CDF], Joseph Ratzinger, later Benedict XVI, had prevented sanctions against Father Lawrence Murphy, a diabolical Milwaukee priest who, decades before, had abused some 200 deaf children in his pastoral care. This was simply not true, as the legal papers from the Murphy case the Times provided on its Web site demonstrated (see here for a demolition of the Times’ case based on the documentary evidence it made available). The facts, alas, seem to be of little interest to those whose primary concern is to nail down the narrative of global Catholic criminality, centered in the Vatican.
Joaquín Navarro-Valls, en la Repubblica: «Il Papa e lo scandalo della pedofilia» .
William McGourn en The Wall Street Journal: «The Pope and The New York Times«, un detallado análisis de la cobertura del periódico neoyorquino, especialmente interesante para periodistas.
Support The Pope: recogida de firmas para apoyar al Papa.
Desde luego, nadie ha dedicado una cobertura similar a la prostitución infantil en Thailandia. Si alguien lo pretende, puede preguntar a los religiosos católicos que trabajan allí. Algunos hay.
Una entrada precisa y bien documentada que citaré.
Saludos
Muchas gracias Paco por la libertad y el convencimiento con que nos trasladas tus ideas. Y también mi agradecimiento por permitirnos contrastar nuestras opiniones.
En relación a la pederatía dentro de la Iglesia Católica, me gustaría compartir algunas reflexiones. En mi opinión, el problema central no es ni la cantidad ni la procedencia de los delincuentes, en este caso pederastas. Ni siquiera al colectivo al que pertenezcan: religiosos, monitores, conductores de autobuses, etc.
La cuestión es cómo ha gestionado históricamente una institución como la Iglesia estos delitos. No es necesario recordar que el catolicismo tiene desde hace más de un milenio una doctrina social perfectamente estructurada, una organización jerarquizada y bien preparada para darla a conocer internamente y a aplicarla, unos cuadros entrenados para detectar y sancionar las desviaciones (tanto dogmáticas como de comportamiento) y, en fin, una autoridad moral para que esas medidas correctoras sean comprendidas por el resto de la sociedad.
Entonces, ¿qué ha pasado? Esta es sin duda la pregunta que se hacen miles de fieles y otros muchos ciudadanos no creyentes, pero respestuosos con todas la religiones, entre ellas la católica.
Permíteme que exponga aquí algunas consideraciones, siempre consciente de mis limitados conocimientos.
En una primera aproximación parece que ha fallado desde hace ya muchos siglos los sistemas de reclutamiento, primando la cantidad sobre otras consideraciones. Sin olvidar la fe como factor determinante a la hora de que una persona decida consagrar su vida a la Iglesia, han existido y aún permanecen otras motivaciones que pueden ir parejas o no con a fe.
La primera, la económica. Hasta hace bien poco, la Iglesia era una de las pocas oportunidades de salir de la miseria para miles de personas. Otra, el poder. Aunque es cierto que en los últimos tiempo, y en el mundo occidental, la Iglesia ha perdido gran parte de sus prerrogativas sociales y económicas.
Y existe otra: encauzar unas tendencias sexuales que fuera de la Iglesia serían más difíciles de consumar y más fáciles de castigar. En los internados, en los seminarios, en los colegios, en las parroquias el potencial pederesta encuentra a decenas de menores, muchas veces aislados, y ejerce sobre ellos una autoridad moral y disciplinaria de la que no pueden escapar.
Yo he estudiado en un colegio de frailes y, aunque no en primera persona, he sido testigo de abusos que sólo muchos años después he comprendido en su real dimensión. Aunque parezca contradictorio, colegios como en el que estuve permitieron en los años 60 y 70 que muchos niños salieran de la miseria y del aislamiento de pueblos olvidados y tuvieran la posibilidad de desarrolar una vida profesional y cultural mucho más rica. Como todas las organizaciones, en la Iglesia conviven la degradación y la excelencia.
Considero que la Iglesia debería aprovechar esta crisis para hacer un examen de conciencia, una contricción sincera y pública de sus deficiencias y un proósito de cambiar radicalmente algunos corporamientos. La jerarquía vaticana debería explicar si la Iglesia ha superpuesto su imagen sobre el pecado (delito) de alguno de sus representantes. Y si es así, pedir perdón.
Debería decirnos si el entramado dogmático entorno a la sexualidad nació como una forma de dominación sicológica sobre los fieles. Y si es así, argumentar por qué sigue siendo necesario en la sociedad de hoy controlarlos comportamientos sexuales.
Y una última consideración. ¿Qué lugar ocupan hoy los Evangelios canónicos en la doctrina de la Iglesia? En el siglo IV, y en esto seguro que tú tienes un conocimiento más profundo, la Iglesia perdió en gran medida su espiritualidad cristiana (de Cristo) para convertirse en una maquinaria de poder. Y desde entonces se ha impuesto, pero cada vez ha convencido menos.
Quizás desde dentro de la Iglesia deberíais plantearos si ha llegado el momento de exigit al Vaticano que esté a la altura de la gran mayoria de los católicos. Un saludo
Alarma e indigna cómo los enemigos de Cristo, validos de la prensa amarilla y comprometida con ellos, se ensañan con la Iglesia, con total falta de mesura y objetividad, dando pábulo a tardías ‘reflexiones’ de los que, por complices, habrían callado cuando hubiesen sido oportunas las denuncias.
El comentario de Prisciliano resulta interesante y me gustaría añadir algunas consideraciones.
En primer lugar, sigo sin entender la relación entre la pederastia y la moral sexual de la Iglesia sobre todo cuando ésta condena radicalmente dicha práctica.
Por otro lado, si usted ha sido testigo de abusos no sé muy bien por qué no los ha denunciado.
En cuanto a la selección del personal, me pareció muy interesante el artículo de Salvador Sostres publicado en El Mundo hace unos días (al cual ya me referí en el post anterior a este).
Por otro lado, respecto a la primera parte del comentario de Prisciliano, considero que puede que tenga razón en su descripción aunque hacer una generalización tan amplia me parece, cuando menos, arriesgado y prejuicioso.
Por otro lado, y aunque no soy un experto, me parece que el propio Ratzinger, antes de ser Benedicto XVI, ya hablaba en sus escritos de la dimensión de la Iglesia dentro del mundo. Es interesante y esclarecedor.
Comprendo la indignación ante presencia de la iglesia en los medios por razones negativas. Entiendo menos que os quejéis de que no os hacen caso. Durante cientos de años el Vaticano ha monopolizado todos los medios de comunicación (en España hasta los años 30 del pasado siglo). Hasta Lutero (la imprenta) vuestra iglesia no permitía ni leer la Biblia. En Europa nada se movía sin la censura eclesiática hasta 1789. Y después, dónde podíais (España, Italia, Irlanda…) ha´béis dejado libertad de expresión? Podían hablar protestantes, izquierdistas, agnósticos? Cuando mandáis no permitís la competencia; cuando hay competencia no sabéis competir.
¿Es menos lamentable un abuso sexual en la Iglesia porque se cometan 100 en un colegio laico?
«Por otro lado, si usted ha sido testigo de abusos no sé muy bien por qué no los ha denunciado», comentado por Maikel, me parece un comentario cruel. Un niño no es un adulto, un niño tiene miedo y vergüenza ante la actuación de un adulto que en teoría está ahí para protegerle. Un niño no entiende el abuso -de cualquier tipo- como lo entiende un adulto.
No entiendo esta necesidad de justificar hechos injustificables, de poner puntos y comas a asuntos que no tienen explicación.
El abuso sexual es un acto deleznable, el abuso sexual a niños escapa del entendimiento de cualquier persona buena y/o mentalmente sana, el abuso sexual a niños cometido por religiosos es una atrocidad. Da miedo. Me da igual si obligaron a 5 o a 5000 niños a practicarles sexo oral. Me llena de asco e indignación que el ser al que acudo para que me apoye, para que me consuele, para que me guíe, sea capaz de cometer un crímen, sea el que sea.
Hay cosas que no tienen justificación.
Emilio, puede que ya no sepa tanta historia de la comunicación como antes, pero me parece que:
1. El control de la imprenta y de los impresos siempre dependió de cédulas reales (en Europa, claro).
2. Decir que la Iglesia tenía el monopolio de los medios de comunicación en España hasta los años 30 del siglo pasado y decirlo en un blog de La Voz de Galicia, fundada en 1882, resulta algo contradictorio. La Voz, por otra parte, no es el único periódico centenario de este país, hay bastantes: ninguno, que recuerde ahora, relacionado con la Iglesia. En el resto de Europa hay muchos periódicos centenarios e incluso bicentarios, ninguno relacionado con la Iglesia, me parece.
Por último, si no sabemos competir, ¿por qué te molestas en responderme?
No es tan contradictorio lo que ha dicho Emilio. A la Iglesia, hasta hace poco, no le hacía falta tener una influencia directa sobre los medios; tiene miles de púlpitos; A la Iglesia siempre le ha gustado tener el control de las conciencias; Si nos vamos a la historia de la pensamiento, muchos científicos y filósofos han tenido dificultades para divulgar sus obras o simplemente fueron severamente criticadas y contestadas por la Iglesia (estoy pensando por ejemplo en Giordano Bruno, en Miguel Servet o Darwin).
La Iglesia sabe cómo manipular pues lleva casi dos mil años haciéndolo. No es de extrañar que en una sociedad libre, en la que hay más facilidad para denunciar, difundir, y sobre todo menos miedo al «Fuego Eterno», estos casos de abusos por parte de curas, obispos, etc, ya no sean silenciados. Hablas Paco, de los pocos abusos que se han dado en cuarenta años; pues yo tengo el convencimiento de que sólo son la punta del iceberg.
Afortunadamente, como católico, creo en la Providencia, y sé que todos estos escándalos que salen a la luz servirán para hacer una Iglesia mejor y para replanteaerse dogmas y el modo de entender la sexualidad.
Conozco muchísima gente atea, pero que son ateos «a causa de Dios», o mejor dicho, del concepto de Dios que les han querido inculcar.
Dios o es libre o no es; No se puede meter a Dios en una «caja de zapatos»; Dios es aquello de lo que no podemos hablar, y del cual, al igual que los griegos, tenemos una visión bastante antropomorfa (castiga, premia…)
Dios es un problema No Polinómico
Parece, Carlos, que no te gusta que los demás «reflexionen». Quizás por eso tú utilizas el insulto como única argumentación: «enemigo de Cristo», «valido de la prensa amarilla», «ensañarse con la Iglesia», «total falta de mesura y objetividad», etc. Insultar y calumniar es poco cristiano, y además lo que dices es mentira, otro pecado. No soy enemgigo de Cristo. Más bien todo lo contrario: admiro su trayectoria vital y considero que su filosofía es una de las que más han aportado a la humanidad. Otra cosa es que no crea en su divinidad (ni en la suya ni en la de ningún otro ser humano) y considere que la Iglesia Católica se ha aprovechado de su magisterio para perpertuar una maquinaria de poder.
De amarillista no puedes acusarme por el texto que he escrito en este blog, y además porque no sabes en qué periódicos he trabajado, y te aseguro que si lo supieras a ninguno de ellos te atreverías a calificarles así.
En fin, los arrebatos sólo indican miedo a escuchar y, sí, también a reflexionar.
A pesar del tono un tanto agresivo, considero que Emilio ha introducido en el debate un argumento de peso: la tendencia de la Iglesia a monopolizar el poder cuando lo ocupa y sus problemas para convivir con el resto de religiones y la sociedad no creyente cuando lo pierde.
Es cierto que hasta la época de Lutero la lectura de la Biblia en las lenguas vernáculas europeas estaba prohibida por Roma. Y lo siguió estando. Durante casi tres siglos España vivió en
total ignorancia de las Escrituras. La Biblia llegó a ser un libro desconocido. Cuando, a mediados del siglo XIX Jorge Borrow, bajo el patrocinio de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, llega a España para distribuir la Biblia, al ofrecer las Sagradas Escrituras al librero más importante de Sevilla, éste le espetó: “Señor, este libro no se conoce por estas tierras; no se vendería” («La Biblia, ¿el libro prohibido?», de David Estrada.
Como dice Paco, las ediciones de libros que surgen a partir de la llegada de la imprenta están bajo el control de los estados. Pero no lo es menos que existía una rígida censura eclesiástica conviviendo y colaborabdo con la institucional.
Desde luego la Iglesia no ha tenido el control de los medios de comunicación, salvo casos aislados como el extinto Ya, algún periódico de provincias, y, en la actualidad, dos cadenas de radio y una (que yo sepa) de televisión. Lo que si tuvo fue la influencia suficiente con Austrias y Borbones para que nada que le incomodara apareciera en los medios. Ni críticas hacia Roma, ni presencia de otras religiones o de no creyentes. Si estoy equivocado en esto, me alegraría que alguien me ilustrara con algún ejemplo.
Y, permíteme Paco, un último y breve comentario sobre una insidia de Carlos: No denuncié nada de lo que pasó en el colegio porque a mis 14 años yo era una ferviente católico, de misa diaria y también diaria lectura de la Biblia. Después, perdí el contacto con alumnos y profesores del colegio. Quizás suene a disculpa, lo admito. Y en ningún caso estos hechos esporádicos han variado mi más que buena opinión sobre el colegio (por eso no doy el nombre) ni mi respeto y admiración por la doctrina católica. Las críticas a la Iglesia en nada obedecen a un sentimiento antireligioso.
Perdonad por el despista. Puso Emilio en el campo del nombre en vez de Prisciliano. Mil perdones Emilio
Yo aquí viendo y protegiendo tu doble identidad y… vas y la lías 🙂
Touché. 🙂 (se pone así la sonrisa, no?
Da gusto leeros. Gracias.
Parece definitivo que el ataque es contra la Iglesia Católica y no contra el delito mismo.
Incluso las opiniones en contra son tan parcializadas que lo evidencian.
Definitivamente es por que tienen alguna bronca contra las enseñanzas respecto al sexo sobre todo. Todos ellos quieren libertad para tener sexo cuando lo deseen y se esmeran por atacar el celibato y la castidad que no es lo mismo, argumentando la incapacidad de algunos curas para darle forma a sus ataques y peor aún generalizando tal incapacidad.
Detesto el abuso sexual en general incluído el perpetrado contra menores, pero todos parecen olvidar que no es otra cosa que una falta de control de su actividad sexual. yo no creo de ninguna manera que ningún pederasta haya alguna vez tenido el sueño dorado de ser el mejor violador del mundo, cada uno de ellos no son más que un número en la enorme cifra de personas «que no controlan su actividad sexual» es decir no son libres y paradógicamente hablan de libertad sexual.
tanto ellos como los «otros» que no controlan su actividad sexual entre ellos:
hombres infieles
mujeres infieles
abortadoras y sus parejas inductores al aborto desde personas naturales a estados
adolescentes que se masturban sin control
consumidores de pornografía de cualquier tipo(obviamente cómplices del delito según el caso)
dependientes sexuales de su pareja, etc.
el asunto creo que es el dominio de sus facultades sexuales, y ninguno de los casos causa menos daño que el otro, pero como se trata de atacar a la iglesia, entonces no sigamos hablando.
ataquen todo lo que quieran que no podrán invalidar la doctrina católica a pesar mío, pero no se puede evitar recordar, cuántas veces yo perdí el control de mi actividad sexual, que al no estar tipificada como delito no me preocupa, pero pensemos si realmente causa menos daño (¿cuantas familias incluídos los hijos «menores de edad» se destruyen con la infidelidad? ¿cuantos «menores de edad» mueren en un aborto? ¿cuantos adolescentes y adultos pasan del descontrol masturbatorio al descontrol en sus relaciones heterosexuales u homosexuales? ¿cuantas de todas estas deformaciones son sostenidas y alentadas por la pornografía que muchos consumimos y a la vez mantenemos? ¿cuantas personas solo mantienen vínculos de pareja por satisfacción sexual únicamente?)
No se puede olvidar que la mayoría sino todos los problemas sexuales se forman en el seno familiar, y es justamente la familia lo que tanto se ha descuidado con todas esas ideas contra la iglesia, ya que nadie quiere hacer el compromiso que manda la iglesia, el amor de los conyuges lo que en todo caso sí es nuestra labor, pues mi labor no es ser cura, pero sí ser un buen esposo y padre, ahora las preguntas serían:
¿soy un buen esposo y padre? ¿cuantos hijos incapaces de controlar sus impulsos sexuales estoy criando? ¿siquiera sé cómo educar a mis hijos a controlar su actividad sexual? ¿cómo podría hacerlo si ni yo mismo lo he hecho?
en tal caso, Sí existen curas y el mismo Jesucristo que han podido controlar su actividad sexual y digan lo que digan seguirán siendo las personas más adecuadas para adoctrinar al respecto, a pesar de los que fallaron.
Roberto, muy interesante tu comentario.
¿Se han preguntado alguna vez porqué según la Iglesia Católica los niños a partir de los 6 años ya están en ‘uso de razón’ y por lo tanto se les puede aplicar el rito de la primera comunión? Se trata de un edicto del año 1215, según el cual a esa edad ya los niños hacen uso de su razón y es el momento en que la Iglesia de encarga de su ‘formación’. Me parece delicado. Si un sacerdote del año 2010 con las hormonas a mil cree que un niño está en ‘uso de razón’ perfectamente podría pensar que el niño ha dado su ‘consentimiento’, dado que ya usa su razón. Creo que hay que ser un poco menos ‘justos’ con la Iglesia y no olvidarnos jamás del pasado. No para conservar o alimentar rencores, pero para estar concientes de quién es quién.
Saludos y buen día a todos!