Anoche el debate sobre el nuevo Plan de Salud que preconiza Obama estaba muy caliente. Sobre todo, entre los propios demócratas. O por decirlo mejor, entre los demócratas partidarios del aborto -encabezados por la presidenta del Congreso, Nancy Pelosi- y los contrarios. El asunto: si finalmente se aceptaba o no que el aborto tuviera financiación federal.
En torno al 67 por ciento de los americanos están en contra de la financiación federal de tales prácticas. Muchos de los representantes demócratas proceden de distritos en los que se jugarían su reelección si votaban a favor de la nueva ley. Y no llegaban a un acuerdo con los más radicales.
Finalmente, se aceptó la enmienda del demócrata por Michigan Bart Stupak, que introduce fortísimas restricciones a la financiación federal del aborto (de hecho, la prohíbe salvo casos muy excpcionales), aunque permite que lo financien los estados.
Aun así, 39 demócratas se opusieron y la aprobación se consiguió por solo dos votos de diferencia.
Cuando nosotros vamos, ellos vuelven.