Tenemos «Santa Cruz» en Oleiros, Santa Cruz de Grou, Santa Cruz de Viana, Santa Cruz de Rubiacós, Santa Cruz do Oural, Santa Cruz de Mondoi, Santa Cruz de Rabeda, Vila de Cruces, tenemos Santa Cruz en A Pobra do Caramiñal y en Baralla, en Carballeda de Valdeorras y en Chandrexa de Queixa, en Chantada, Covelo y Lobeira, en Nogueira de Ramuín, O Bolo y O Incio, en O Páramo y O Saviñao, en Ourense capital, en Ponteareas y Ponteceso, en Pontevedra y en Sao Cibrao das Viñas. Tenemos «As Cruces» en Allariz, en A Estrada, en Amoeiro, en As Nogais, en Cabana de Bergantiños, en Carnota y en Lobios, en Páramo, en Orosal y en Ortigueira, en Padrenda y en Padrón, en Ribadeo, en Ribeira y en Sobrado, en Riotorto, en Sarriá, en Teo, en Trasmirás y en Xove. Y por supuesto, en Vila de Cruces. Tenemos dos «O Cruceiro» en A Baña y tres en A Cañiza, cuatro en Laracha, más los de A Capela, A Illa de Arousa, y el de A Lama, otros dos en Pobra do Caramiñal, el de Abadín y los dos de Abegondo, otros dos en Antas de Ulla y en Arbo, dos en Arzúa, uno en As Neves y en As Pontes de García Rodríguez, dos en Baiona y uno en Begonte, tres en Boimorto, dos en Boiro, uno en Cabana de Bergantiños, otros dos en Caldas de Reis, uno en Camariñas, Cambados, Cangas, Cerceda, Coles y Covelo, en Curtis tenemos uno, en Fene dos y en Gondomar tres, uno en Forcarei, en Láncara y Lousame, otros tres en Lalín, en Lugo y en Marín, dos en Meis y en Mesía, uno en Moaña, tres en Mondariz y dos en Monfero, uno en Monforte, en Muiños, en Muros y en Narón, dos en Nigrán, tres en Noia… No caben de la ‘n’ a la ‘z’ ni los 135 lugares que se llaman simplemente «A Cruz» ni, por supuesto, las parroquias con esa denominación.
Como nos pille el Tribunal ese de Estrasburgo nos deja sin nombres en media Galicia. Y sin las siete cruces del escudo. Puede que incluso, sin la Cruz Roja.
(Para ir a la versión impresa)
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Paco, creo que en Ribadeo es Santa Cruz. Y habría que tirar todos los cruceiros.
Un topónimo sillobrés, de raíces xermánicas: A Cruz de Gunduriz
(O de Estrasburgo…? Moito me temo que isto non fixo máis que empezar. Como diría miña nai, que en paz estea, xa nos podemos ir poñendo ao rego.)
Europa es cristiana, aunque lo niegue la Comisión Europea. Y quien niega su esencia está llamado a su propia desaparición.
No hace mucho tiempo, un navegante alemán, me contó algo que acaeció en el pequeño pueblo de la Selva negra donde vivía su anciano padre. Al parecer durante décadas se habían establecido inmigrantes musulmanes que un día consiguieron construir una mezquita. Nunca se habían presentado problemas reseñables, hasta que cinco veces al día, las llamadas a la oración del muecín a consecuencia de los potentes altavoces instalados, incomodaron a la tranquila comunidad que solicitó humildemente que no se usaran los aparatos de megafonía. Una orden municipal, resolvió que aún respetando la libertad de culto, debido al alto nivel de decibelios producido por los altavoces, el muecín solo podría utilizar el método tradicional sin ayuda de artilugio alguno. A partir de aquel momento la proclama de Allha como único Dios, siguió resonando unicamente con la potencia pulmonar del muecín. Esta disposición incomodó mucho a la comunidad musulmana que entendió que las campanas y carillones del pueblo eran unos artilugios que servían para llamar a los cristianos a la oración. Como consecuencia, el ayuntamiento no tuvo mas remedio que prohibir el uso de las campanas que interrumpidamente durante siglos habían estado repicando en el pequeño valle. El silencio de las campanas supuso un auténtico trauma para los vecinos del pequeño pueblo pero el sempiterno complejo de culpabilidad alemán ayudó a que fuera asumido mansamente por la mayoría, sin que se pudiera evitar un repunte de la tensión entre pandillas de jóvenes que derivaron en agresiones y ataques a propiedades. La paradoja de la anécdota, según me contaba aquel hombre tranquilo -que había encontrado en el mar el conforto a una larga y dura vida de ejecutivo-, era que una serie de decisiones encaminadas a mejorar la convivencia, la habían puesto gravemente en peligro.
Estou tentando imaxinar qué pensaría eu sobre este asunto se practicase a relixión católica -tampouco me resulta tan difícil porque durante un tempo o fixen- e creo que chegaría a mesma conclusión que agora: nun colexio público sobra a cruz. E o digo cunha convicción parecida á que sentía no instituto coas clases de doctrina católica, que me resultaban impropias naquel ámbito, ainda que eu logo fose libremente a miña parroquia a catequese.
Cada cousa no seu lugar e un lugar para cada cousas…
E cal é o lugar da Cruz, Amalia, e dígollo co maior dos respectos?
Pois o da comunidade relixiosa de cada quen e, por suposto, o da vida privada. Pódese ser católico en todolos ámbitos da vida (a única maneira de selo, entendo) sin esperar que esa misma fe sexa asumida polas institucións civís. Que un leve un crucifixo pegado ao peito non implica que a aula na que estudia teña que telo colgado na parede.
Chantada, Covelo, O Bolo, O Saviñao, Ourense, Allariz…mi casa.
http://www.youtube.com/watch?v=NUAd8N4eUKU
Hay que ver este video. Es increíble pero cierto. Es un alcalde socialista.
Suscribo todo lo que dice.
bettyboop
El Estado es aconfensional, pero la gente no. Los hay ateos, agnósticos, judios, musulmanes, católicos, protestantes, budistas, ortodoxos, etc… Todas esas opciones no son neutrales. El ateo o el agnóstico tampoco es neutral.
Si el Estado quiere respetar los derechos de la gente no tiene que mostrarse favorable solo a unos, los ateos o agnósticos, sino a todos. Se puede ser católico, o de cualquier otra religión, en la vida pública. Si el Estado no dejase manifestarse como tal estaría violando el derecho a la libertad religiosa. Porque la libertad no se defiende prohibiendo a todos manifestarse, sino al contrario. Dejando a todos que se manfiesten según sus creencias y facilitando a las personas la práctica de su fe.
Vivimos la conjunción de la amnesia histórica con la cobardía de los mediocres. Mal ejemplo para los que no son cristianos, que ven a Europa como un pueblo débil en convicciones, encadenado a su hipocresía comenencieira y que permuta convicciones por trabajo inmigrante barato y precario a salarios de subsistencia.
¡Que no se enfade la plebe inmigrante por lo que no cotiza en euros!. Signo, moneda real de los tiempos es el fariseismo de lo políticamente correcto.
Tolerancia no es renuncia a valores; tampoco alinear las propias señas de identidad que nos han hecho generosos, solidarios y abiertos al reconocimiento del prójimo; tanto del cercano como del recién llegado.
El crucifijo es una bomba latente y permanente contra las propias miserias humanas. La razón en última instancia de que se llegara a la igualdad, a la democracia, a la libertad y al final de la esclavitud. Y con ellas al desarrollo material y la posibilidad de otra civilización.
No abotorgamos a ritmos exponenciales, mientra la crisis económica refleja la caída de nuestro pulso moral. Los ladrones se han apoderado de los templos civiles de la democracia y anatemizan lo que pudiera recordar que hubo un tiempo en que el desasosiego del sacrificio y la conciencia representó la fuerza liberadora por antonomasia.
Estamos tocando el fondo.
Abrazo.
Pues fíjate tu, que a lo mejor, sin darme cuenta, me quedo de repente en el paro: como soy profesor en la Universidad de la Santa Cruz!… A lo mejor ni siquiera se podrá «cruzar» la calle, ni podremos «cruzarnos» de brazos y cien mil cosas así… Empezando por el título de esta entrada: ¡Qué Cruz! Es realmente absurdo negar una tradición, intentando que se la racionalice jurídicamente para que pueda seguir vigente.
A pegada da tradición cristiá é innegable na nosa sociedade. Debemos recoñecela e preservala. Mais tamén é necesario aproveitar a multiculturalidade dos tempos actuais e aceptar que as persoas poden ter diferentes crenzas. Por iso as institucións educativas teñen a obriga de formar as persoas sen condicionantes relixiosos. Deste xeito non só se reforza a identidade dos cidadáns senón tamén se constrúe un mundo mellor.
Dona Amalia: Descúlpeme de novo, pero -e por suposto co maior dos afectos- xa lle adianto que algúns entendemos a nosa fe cristiá tamén como unha militancia, e que estamos dispostos a seguir dando testemuño dela por aí adiante.
Asumindo as consecuencias que sexan necesarias.
O cal non quere dicir, evidentemente, que iso supoña unha intromisión nas crenzas -ou non crenzas- dos demais.
Por tanto eu son o primeiro en estar de acordo coa existencia dos estados laicos, que non laicistas.
E reivindico o meu dereito a lembrar que a nosa cultura, a Europa que habitamos, se asenta sobre tres principios fundamentais:
A)O dereito de Roma (In dubida, pro reo…)
B) O pensamento de Grecia (que nos ensina que todo o que vemos son sombras, e que non podemos percibir a realidade na súa verdadeira extensión)
e
C) o Cristinismo, que nos ensina que todos somos irmáns, e que nos ollos dos vencidos se reflicte o rostro de Deus.
Grazas polas súas palabras, tan ben escritas.
Que teña vostede -que teñan todos- un feliz domingo.
Perdona, Antón. No me llegó al móvil el mensaje con tu comentario y sólo lo he visto ahora, al entrar por primera vez en el ordenador. De ahí el retraso.
Me gustaría saber cómo se refuerza la identidad de un ciudadano si se le prohíbe practicar su religión.
Parece que, una vez más, vamos a tomar el camino más fácil. Como es muy complicado integrar esa multiculturalidad sobre unos valores comunes -porque la propia multiculturalidad pone en duda dichos valores-, vamos a eliminar todo rastro identitario para ver si así somo todos iguales.
Pero claro, esto acarrea serios problemas tanto en su ejecución práctica -es imposible controlar a todos los individuos, o por lo menos muy difícil-, como en la propia raiz del planteamiento ya que la identidad no se borra, simplemente se sustituye. Y una vez que se ha sustituido, vuelven a surgir los mismos problemas que antes.
En este sentido me parece muy ejemplar lo que pasó en la revolución francesa. Tanto derramamiento de sangre y sustitución de la identidad de un pueblo para acabar en… Napoleón. Y luego, vuelta a empezar.
Por favor, señor Estado, deje a la gente en paz: el ateo, ateo; el católico, católico; el judio, judio; el musulmán, musulmán. Y si no se atreve a enfrentarse con la multuculturalidad, por lo menos, no lo intente.
Lo fácil que sería que estos temas los decidieran los padres y los profesores, y no el Estado…
¡Qué curioso! yo me he hecho la misma reflexión que el autor con respecto a los 12.000 cruceiros que existen en galicia (y no han acabado de contar): http://reginaviarum.blogspot.com/2009/11/una-cruz-en-una-encrucijada.html