La Voz de Galicia

Contada por Toni Piqué en:  Avortament: reforma negligent i mentidera

Sigue la traducción completa del artículo:

Aborto: reforma negligente y mentirosa

La reforma del aborto es otra de las grandes engañifas del gobierno ZP. Es así. Justifica la desprotección de la vida no nacida, desanima la atención y ayuda a las embarazadas en dificultades y nutre una cultura donde eliminar al que nacerá es la única opción que el Estado ofrece ante el embarazo no deseado.

Qué gran comedia. Sube y baja con los plazos –¡14 semanas!, ¡22 semanas!… una cruel subasta– y con la discusión del permiso paterno y materno para las adolescentes… y el meollo de la reforma es otro: convertir en un derecho de la mujer lo que hoy es un crimen despenalizado en tres supuestos.

Así tan fresco lo explica L*, el relaciones públicas que ha diseñado el marketing de la cosa. Se trata de armar barullo con un aspecto menor (los abortos de adolescentes representan el 5% del total), un caballo de Troya en el que viaja oculta la transformación del aborto en un bien jurídicamente exigible y legalmente protegido.

El primer acto de esta comedia fue la broma de la Comisión de Expertos. Todos, sin que falte ninguno, eran y son veteranos partidarios de la ley de plazos tal y como la quería el Gobierno. Boquitas alquiladas.

Anteayer, los diputados de ICV y ERC representaron su parte en el sainete: condicionaron su voto a que el aborto a voluntad sea legal hasta las 22 semanas de embarazo. Fuegos de artificio.

El Grand Finale es este: dejarán caer de la ley el permiso familiar (“¿Veis qué moderados somos?”) y mantendrán la letra pequeña, que permite abortar a voluntad hasta la semana 22 (la letra grande dice hasta la 14).

Es como Wag the Dog, aquella película dónde un presidente de los EE.UU. organiza una falsa guerra por televisión para distraer los ciudadanos de su escándalo sexual.

Es repulsivo.

Espolvoréese todo con el coro de palmeros del aborto, como el ex director de ese diario tan crítico, a quien pregunté esta semana si es mejor que no se practiquen abortos o que se practiquen algunos o que sean 120.000 como el año pasado. Tras repreguntar cuatro veces, dice: No, no es bueno abortar. No conozco a nadie que lo desee y hay que intentar prevenir embarazos no deseados. Ya. Como la ministra de Sanidad, que siempre califica el aborto de drama.

Pues si no es bueno, si es un drama, si crece cada año un 10%… ¿cómo no promueven y estimulan políticas que lo reduzcan, que lo desanimen, al estilo de las que se aplican al tabaquismo o la velocidad variable en los accesos a Barcelona?

Qué hipocresía, qué cara.

Peor todavía: ¿qué clase de sociedad y cultura se construye con esta reforma? ¿Qué valores promueve entre la ciudadanía? Que nadie se engañe: las decisiones individuales nos transforman en un tipo de persona y las decisiones colectivas nos transforman en un tipo de sociedad.

Pregunto: la decisión de transformar en derecho y facilitar una práctica que no vemos bien, que es un drama para la mujer, que normaliza la eliminación de la vida… ¿promueve una sociedad y unos ciudadanos mejores o peores?

No es justo argumentar que el aborto es una realidad social. También lo son el tabaquismo o el fracaso escolar o la obesidad y los gobiernos hacen el esfuerzo –con mejor o peor poco suerte– para erradicarlas, para hacerlas extrañas, raras, infrecuentes, extraordinarias.

Un buen gobierno podría aplicar tantísimas políticas para que el aborto sea también extraño, raro, infrecuente, extraordinario. Barack Obama, nada sospechoso, apuntó en la buena dirección al agradecer el doctorado honoris causa concedido por la católica Notre Dame University: “Quizás no estamos de acuerdo con el tema del aborto, pero podemos coincidir en el hecho que es una decisión desgarradora para cualquier mujer, tanto por su dimensión moral como espiritual”. E invitó a todo el mundo a “trabajar juntos” para disminuir el número de abortos, reduciendo los embarazos no deseados, facilitando la adopción y aumentando las ayudas a las embarazadas en dificultades.

El gobierno ZP no ha querido tener ni esta mínima decencia democrática. ¿De qué tienen miedo?

Y el resto de políticos y líderes sociales… no sé si todavía queda alguno con suficiente valor y prudencia para sostener y defender la bandera de la vida. Por el momento, tenemos un gobierno español negligente con las mujeres y hostil a la vida.

Seguiremos.