Vale la pena leer «A Tale of Two Depressions», de Barry Eichengreen y Kevin H. O’Rourke (gracias, Agustín), que están haciendo un seguimiento la depresión de 1929 comparada con la crisis actual.
Advierto que da un poco de miedo.
Algunos de los gráficos que aportan:
Aquí sale mi alma «no tan liberal»: Ayer, escuchando la COPE, a César Vidal y sus contertulios, estaban poniendo a caldo a Krugman como si fuese un paleto iletrado. Claro que da clases en Princeton…En fin. A lo mejor es que los iletrados son ellos. Y no les digas que la crisis tiene su origen en la codicia…!!! Que te mandan a la hoguera «de SUS vanidades»
El inapelable latir de los ciclos económicos que estudió Kondratieff, se nos presenta como un electrocardiograma que marca con una sístole y una diástole, arriba y abajo -como el clásico “rota fortunae” que sirvió a los sabios de la época para explicar la crisis financiera del año 30 de nuestra era, cuando Tiberio gobernaba en Roma-. Si esa metáfora de alguna manera nos define quezás deberíamos pensar que es mejor ese latido que el electrocardiograma plano. Llenamos los discursos con el concepto de crecimiento sostenible asociado a un lento transcurrir sin sobresaltos de una línea suavemente creciente. Sin embargo esa línea parece ir en contra de la naturaleza que conduce nuestros impulsos primarios y faculta nuestra existencia… Kondratieff asociaba los ciclos económicos a los lapsos de las cosechas. los viejos nos contaban su experiencia: siempre habrá vacas flacas y vacas gordas. El hombre tenía presente ese devenir natural y se hacia acompañar en sus desfiles triunfales por un auriga que les recordaba que no eran dioses, que en la gloria había que pensar tambien en el fracaso, y que inmerso en el, había que pensar que nunca llueve que no escampe, que después de la tempestad viene la calma, que detrás de las dificultades y el esfuerzo, se esconde la verdadera alegría.
Al estar preparados para afrontar la frustración, asumiendo con estoicismo y humildad lo efímero de la gloria, nos hacemos más fuertes. Por encima, del inexorable ir y venir de nuestra existencia y los indicadores económicos que marcan las estadísticas como el biorritmo de un cuerpo abrumador y gigantesco, estan los seres humanos como si formaran las celulas de aquel cuerpo. Los seres humanos dicen que nos comportamos como un fluído cuando se estudian los aforos, como aquel presentador que se despedía del número seguro de muertos de tráfico, dicen que nos organizamos como termitas, ante los estimulos externos y algunas veces parece que funcionan los mercados y actuamos globalmente aunque sea incoscientemente. Algunos aspiran a ser más que termitas en un termitero y abren espitas y nuevos horizontes. Estos de forma individual se sincronizan o interfieren, intensificando o aplacando los ciclos. Estos representan el valor de lo pequeño que acaba componiendo lo mas grande.
Aunque se encuentren similitudes entre las dos crisis, nunca será igual. La esencia será la misma debido al implacable girar de la rueda pero no rodará por los mismos caminos, ni los que empujan serán los mismos hombres. Diferencias sustanciales nos separan. La tecnología parece que nos hace más poderosos. Poseemos instituciones consolidadas que deberían transmitir algo mas de confianza y sin embargo me temo que esa prepotencia sea nuestra mayor debilidad. Aquellos hombres humildes apenas vivieron la ficción de los locos años veinte que abrasó a sus actores principales como hace un farol con las polillas. Aquella gente escapaba de las grandes hambrunas, del horror de la devastación de la gran guerra. Precisamente la paradoja es que nosotros ya avecindados, nos hemos acomodado al dispendio irracional y febril con tal paroxismo y arrebato que muchos se han ahogado por golosos como hacen las moscas en la miel. El cuerno de la abundancia de un mundo de Jauga nos privó de otras cosas que ahora precisamos. Estas parecían inutiles en tiempos de promisión y abundancia pero ahora se nos antojan fundamentales para superar las adversidades. Ese aliento vital que precisamos como humanidad globalizada mas que nunca, no ha de venir de los mercados, ni la estadística o la teoría de fluídos, sino por la decisión individual de muchos que ya se han puesto a remar encarando sus proas al cefiro, temblorosos, asustados, y emocionados por la altura de las olas que tienen en la amura, sometidos al embáte del océano pero libres, porque sin dejar de formar parte del cardumen, ya no estan parados esperando a ser pescados, devorados por los tiburones, los delfines o los alcatraces y se han empezado a mover, buscando entre todos un futuro mejor. A fin de cuentas ¿de que nos han servido tantos estudios y tantos botones si no funcionaron.?
Se hace difícil escribir después de haberlo hecho tú, querido Prometeo. No sé casi nada de economía y lo poco que sé me viene por Hayek y de mis amigos liberales. Lo que me niego a asumir con ellos es el fuerte dogmatismo en las soluciones que ofrecen, porque creo que cualquier sistema económico por el hecho de tener como objeto al hombre lo hace endeble. Estoy con los liberales en la búsqueda de la libertad individual pero el hombre muchas veces no es tal hasta que no se «socializa» con otros. La Economía nunca me ha parecido una ciencia, sino una especie de sociología aderezada con muchas matemáticas, pero su inexacttud me ha hecho siempre rehuír de ella. Cuando no sabemos algo sacamos gráficos, fórmulas complicadísimas; creamos «modelos» para explicar lo uno y lo otro como mecanos a los que siempre se les pueden poner «parches» por si algo falla.
Lo importante de tus comentarios es que invitan a la reflexión. «Precisamente la paradoja es que nosotros ya avecindados, nos hemos acomodado al dispendio irracional y febril con tal paroxismo y arrebato que muchos se han ahogado por golosos como hacen las moscas en la miel.» Esto no hay ecuación que lo tenga en cuenta (que yo sepa) y si la hubiese tendría que tener en cuenta una variable que midiese por ejemplo, producción, riqueza, renta per cápita y distribución de estos parámetros. Creo que nos hemos basado mucho en la cultura del pelotazo, del dinero «fácil para algunos» y hemos desdeñado el esfuerzo como valor. Lo malo de las crisis, que al fin y al cabo significan cambios, no es el dolor, sino el olvido al cabo de una generación. Quien ha vivido una crisis fuerte en su vida, como cualquir crisis vital, tiene siempre presente ciertos comportamientos que evita repetir, pero eso no es fácil de transmitir a la generación siguiente cayendo en los mismos errores que sus predecesores. Y lo que dices del «crecimiento sostenible» nunca en tan pocas palabras había leído una crítica tan rotunda.
Te ruego que sigas apareciendo por aquí y lo hagas con más frecuencia.
Un saludo
Um pouco de medo!!??? Pânico mesmo!
No hace falta irse al extranjero, 15 anos ha que publique un articulo luego un libro con esos ciclos explicados… es un ciclo de evolucion de energias, maquinas y dinero:
http://www.unificationtheory.com/machine%20age.html