Copio de mi admirado -y ahora rediseñado- Bienvenidos a la fiesta:
Dos textos de Claudio Magris que me gustan.
Uno. «El maestro es tal porque, aun afirmando sus propias convicciones, no quiere imponérselas a su discípulo; no busca adeptos, no quiere formar copias de sí mismo, sino inteligencias independientes, capaces de ir por su camino. Es más, es un maestro sólo en cuanto que sabe entender cuál es el camino adecuado para su alumno y sabe ayudarle a encontrarlo y a recorrerlo, a no traicionar la esencia de su persona». Un verdadero maestro nunca se deja llevar por «la retórica de la transgresión tan cara a los espíritus banales, que creen afirmar su propia originalidad tirando desperdicios por la ventanilla sólo porque lo prohíbe un rótulo», y sabe tratar a sus alumnos «sin altivez ni miramiento, corrigiéndoles y haciéndose corregir por ellos, sin buscar la falsa confianza que impide dicha relación».
Dos. «Contar con auténticos maestros es una suerte extraordinaria, pero también es un mérito, porque presupone la capacidad de saberles reconocer y saber aceptar su ayuda; no sólo dar, también recibir es un signo de libertad, y un hombre libre es quien sabe confesar su debilidad y coger la mano que se le ofrece».
Claudio Magris. «Maestros y alumnos». Utopía y desencanto – Historias, esperanzas e ilusiones de la modernidad (Utopia e disincanto. Storie, speranze, illusioni del moderno, 1999). Barcelona: Anagrama; 1999; 364 pp.; col. Argumentos; trad. de J. A. González Sáinz; ISBN: 84-339-6148-9.
Bello (y necesario) texto.
Gracias, Paco.
Boas tardes a todos.
Estes dias, inmerso nunhas curcunstancias moi difíciles que xa empezo a temer que incluso se poidan prolongar semanas -está nas mans de Deus, en calquera caso-, non ando por estes lugares virtuais. Pero vendo que citaban a Magris quixen pasar un momento a saudalos.
Claudio e máis eu temos agora, ademais dun grande amigo común, unha certa relación epistolar…
(Deséxolles a todos vostedes, ata que volva por aquí e para sempre, o mellor.)
Gracias por el extracto, Paco. Precioso y verdadero texto.
Precioso… y me gusta saber que entonces en la vida he tenido mucha suerte y además mucho mérito! 😉
Si, es bonito, pero…¡es tan difícil encontrar maestros!
Estoy con Pau. También he sido muy afortunado por eso. Y Maikel, no es tan difícil encontrarlos. Hay que tener cierta sensibilidad para reconocer Maestría en una persona. Cuando admiramos a alguien, por ejemplo, no estamos ante un Maestro. Cuando sentimos empatía con alguien, quizá, no siempre, podemos reconocer la Maestría. Sólo podemos llamar Maestro a aquel que reconociendolo moralmente superior lo tratamos como a un igual.
Me encanta. Gracias por compartirlo
Dificil