(Dedicado a Prometeo: él sí que tiene unos Reyes cansados)
Una madre me contaba, riéndose, la reacción de su hijo pequeño al explicarle ella la historia de los Reyes Magos que llevaron al Niño oro, incienso y mirra. «¡A mí que no me traigan mirra!», dijo el chavalín enfurruñado. También me reí yo, porque recuerdo haber pensado lo mismo a su edad, aunque quizá no llegué a decirlo. Como el pequeño, desconocía el significado de aquella palabra y su simbología, pero me sonaba mal. Los niños están para ser adorados y lo saben, por eso son inflexibles en sus exigencias, a veces hasta la crueldad. Especialmente, cuando el cariño se envuelve en papel vistoso: quieren regalos ya, no reparan en su valor material o en el sacrificio que puedan significar y, si no se les corrige, terminan por prescindir también de lo importante: del afecto que esconden. A los adultos infantilizados, les ocurre lo mismo.
Anteayer comentaba con mi hermana que regalar cansa. No me refería tanto al maratón de tiendas y gestiones como al hecho mismo de pensar los regalos, de dar vueltas en la cabeza a las personas queridas, para acertar con aquello que pueda significar: «Te conozco porque te quiero, y por eso te doy esto que te alegrará». Si no cansa, el regalo se convierte en mera ostentación de poder económico que aplasta al otro y le apabulla. O en una actividad mecánica que deriva en que todos regalan los mismos cachivaches y en que muchos se deshacen de ellos o los revenden casi al instante: bien porque son objetos repetidos o inútiles, bien porque carecen de carga afectiva, bien porque el destinatario es incapaz de reconocerla.
Cuenta Delibes en Señora de rojo sobre fondo gris que nunca acertaba con los regalos a su mujer. Ella los recibía con mucha fiesta, pero casi siempre los cambiaba por otra cosa. Tanto el dolor del uno como el agradecimiento de la otra manifestaban lo esencial del regalo: que se querían.
Hasta el día de Reyes es tiempo de decir Feliz Navidad! Como puede un Niño tan pequeñito, tan flaco que llora, ser el próprio Diós encarnado? El rico mistério de Navidad. Qué la llegada del Niño sea para nosotros el mayor y mejor regalo de este tiempo. Habemos que ser gratos.
A ti, Paco, Feliz Navidad y un excelente 2009. Gracias por todo del 2008!
Abrazos desde Brasil
Filipe – foca
Que os Reis sexan moi xenerosos con todos vostedes!
Apertas, Paco!
Acabo de ver que han desaparecido todos los comentarios de esta entrada, salvo los dos anteriores. Lo siento. Supongo que se debe a la avería de anoche en la herramienta de los blogs. Perdón a Enrique, Pau, Carol y Prometeo. No recuerdo si había alguno más. Lo de Prometeo me duele especialmente, claro
Mientras que mi hija fue pequeña cumplí con toda la parafernalia pero ahora que ha crecido trato de inculcarle otras cosas que creo son más reales, aunque no siempre lo consigo, confieso. Es difícil ir contra la sociedad de consumo, tanto que creo que dentro de unos años no muy lejanos estarán las consultas de los psiquiatras y de los psicólogos llenas por ser compradores compulsivos.
Ayer al salir del cine del centro comercial Dolce Vita, eran ya casi las 10 de la noche, le comenté a mi pareja: ¿Pero cómo se puede estar comprando bragas, un domingo a semejante hora?. Las mujeres que estaban allí no piensan que esas chicas que las atienden estarán más que hartas de llevar todo un domingo trabajando…
Es que no lo entiendo.
Los Reyes ya no son lo que eran. Yo me acuerdo de algunos Reyes de mi infancia. Normalmente me traían ropa, una ropa que mi madre me la dejaba poner (mientras era nueva) días contados, y de llevarla al colegio ni hablar. Hoy, en cambio,compramos, estrenamos, la damos porque está pasada de moda…
Se nos ha ido la mano. Por eso odio cada año más estas fechas en las que se compra de forma desmedida. No es mi caso, menos mal. No es lo que quiero en mi vida, por lo menos a estas alturas en las que ya no tengo porque fingir lo que no siento.
biquiños,
y feliz noche, como cualquier noche.
Ya llegaron sus Majestades. Los acompañamos en dos localidades… Ha sido precioso. Los niños, sus padres, los abuelos, todos ilusionados mostrando caritas felices. Incluso para nosotros fue emocionante la comitiva. El general que encabezaba el séquito de jinetes que escoltaban a los Reyes lucía capa roja ribeteada en oro y se cubría con un tricornio con coleta blanca y lazo negro al estilo Federico el Grande. Se llama Herminio. Es un hombre de campo ya jubilado de origen muy modesto que apenas salió de su aldea. Su primer viaje fuera de la provincia lo hizo conmigo un día que lo llevé a a Portugal. De joven montaba el caballo de escasa altura que tenían en casa para las labores de campo, pero nunca más desde aquel entonces, había tenido trato con estos nobles animales… Años después para completar su cotización, trabajaba en obras de mantenimiento, y por avatares de la vida le tocó ayudar a cuidar caballos. Entabló amistad con uno de ellos. El más alto y bizarro. Un animal de mucha sangre y sin embargo muy noble y cariñoso. Lo animamos a volver a montar. Para ascender a la montura, debido a la gran talla del animal y a la escasa de Herminio, tenemos que ayudarle a alcanzar el estribo. Sin embargo, el caballo en cuanto nota el contacto del pequeño anciano, se tranquiliza, curva y recoge su cabeza orgulloso y se deja llevar como si portara las riendas el domador mas experimentado.
El año pasado, Herminio nos estaba ayudando en las faenas de acicalamiento de los animales previas a la cabalgata de Reyes y lo animamos a que montara el animal que tanto quiere, dado que este no está enganchado (cuando se ha domado para tirar de un coche de caballos) y tenía que quedarse en la cuadra por falta de jinete. Era la primera vez que se animaba a hacerlo en público, y como no tenía uniforme, se le dejó una capa y un sombrero distintos a los demás jinetes y cocheros. Por esa razón, a última hora, decidimos que hiciera el papel de general, encabezando la comitiva. Su hija y nieto no sabían que el participaba y estaban comentando sobre aquel jinete que montaba solemne un caballo tan gallardo. Llegó ante las autoridades, saludó y mandó formar la guardia para que los Reyes descendieran, y en ese momento su nieto y su hija cayeron en la cuenta de que era su padre y abuelo. Aquel día Herminio nos confesó que había sido uno de los días más felices de su vida. Este año ha vuelto a participar, y todo el mundo ha cedido encantado el puesto al señor Herminio, que este año se hacía acompañar por dos oficiales que lo seguían flanqueando su montura a cierta distancia. Después seguían cada Rey en su carroza, con escolta de caballería y lanceros. Este año varios carros de vacas del país y dos carretas tiradas por bueyes inmensos portaban una preciosa carga de pastorcillos, que acabaron flanqueando el Belén viviente. Fue una vez mas, precioso y emocionante. Desde hace dos años, yo renuncio a montar o hacer de cochero para estar libre y poder atender un poco a todo. Caminé y corrí más que los caballos, arriba y abajo, echando una mano aquí y allá. Las niñas cocheras con sus caballitos miniatura, lo hicieron perfecto. Todos incluidos, los demás cocheros y jinetes fueron felicitados por sus Majestades y las autoridades.
Realmente ha sido cansado, pero ha valido la pena.