De hijos y de jefes… de eso hablaba yo hace un ratito con un amigo. ¡Este Abadía cada día me gusta más! Certero, sin lugar a dudas.
Prometeo
el 18 noviembre 2008 a las 12:44 pm
Es muy cierto lo que dice. Cuando escucho a un jefe disculpar su responsabilidad porque alega tener un empleado que es tonto, le contesto inmediatamente: Ese es tu problema y tonto eres tú por tenerlo y no enseñarlo. Con los hijos la gente también se pasa y aunque no dudo que alguno nacerá retorcido, la mayoría de los casos descarriados se deben a que sus padres no les ayudan y enseñan limitándose imponer reglas que nunca se cumplen y a dar consejos y dadivas para lavar su conciencia. Después parece que salen malos por generación espontánea . Los que tienen responsabilidades deben ser ejemplares y aplicar el mayor esfuerzo para enseñar. Ese trabajo a la larga será recompensado con creces.
También tengo que decir que muchos subordinados hablan mal de sus jefes. Eso los desprestigia a ellos. Demuestran poca valentía al no cambiar de trabajo o de jefe. Dicen que no les hacen caso, pero no luchan por hacerse valer, solo critican. Eso acaba haciéndolos mas pequeños y paradójicamente los minusvalora a ellos mas que a su jefe.
Lo que cuenta Abadía es la realidad que ocurre en algunas empresas y hogares. Si en estos ambientes hubiera confianza plena no se darían estas situaciones tremendas. Hay quien dice que este mundo está dividido en dos partes: una de ellas habla mal de la otra mitad.
Cuando hay confianza cambia por completo el panorama. Aprovecvho la ocasión para hacer puiblicidad de un libro escrito por un colega desaparecido en plena madurez humana. Está escrito para padres y profesores, pero viene bien su lectura si queremos mejorar en este valor llamado «confianza».En 196 páginas se hace un estudio perfecto del tema: «La confianza: un reto educativo», Alfonso Ríos Louzao Edit.Ediciones Internacionales Universitarias
De hijos y de jefes… de eso hablaba yo hace un ratito con un amigo. ¡Este Abadía cada día me gusta más! Certero, sin lugar a dudas.
Es muy cierto lo que dice. Cuando escucho a un jefe disculpar su responsabilidad porque alega tener un empleado que es tonto, le contesto inmediatamente: Ese es tu problema y tonto eres tú por tenerlo y no enseñarlo. Con los hijos la gente también se pasa y aunque no dudo que alguno nacerá retorcido, la mayoría de los casos descarriados se deben a que sus padres no les ayudan y enseñan limitándose imponer reglas que nunca se cumplen y a dar consejos y dadivas para lavar su conciencia. Después parece que salen malos por generación espontánea . Los que tienen responsabilidades deben ser ejemplares y aplicar el mayor esfuerzo para enseñar. Ese trabajo a la larga será recompensado con creces.
También tengo que decir que muchos subordinados hablan mal de sus jefes. Eso los desprestigia a ellos. Demuestran poca valentía al no cambiar de trabajo o de jefe. Dicen que no les hacen caso, pero no luchan por hacerse valer, solo critican. Eso acaba haciéndolos mas pequeños y paradójicamente los minusvalora a ellos mas que a su jefe.
Lo que cuenta Abadía es la realidad que ocurre en algunas empresas y hogares. Si en estos ambientes hubiera confianza plena no se darían estas situaciones tremendas. Hay quien dice que este mundo está dividido en dos partes: una de ellas habla mal de la otra mitad.
Cuando hay confianza cambia por completo el panorama. Aprovecvho la ocasión para hacer puiblicidad de un libro escrito por un colega desaparecido en plena madurez humana. Está escrito para padres y profesores, pero viene bien su lectura si queremos mejorar en este valor llamado «confianza».En 196 páginas se hace un estudio perfecto del tema: «La confianza: un reto educativo», Alfonso Ríos Louzao Edit.Ediciones Internacionales Universitarias