Elba Torres es una escritora y actriz cubana que conocí en un excelente reportaje publicado por Guillermo Pardo en La Voz de Galicia sobre el trabajo de los emigrantes en la atención domiciliaria.
En la pieza «Me encontré con un ángel«, Elba hablaba de Anita Ricart, la mujer a la que cuidó en Vigo hasta que murió hace unos meses. Anita era la madre de José Ángel Otero Ricart, periodista de Faro de Vigo.
José Ángel fue la primera persona que me saludó el primer día de clase en la Universidad de Navarra. Desde entonces, le profeso una admiración y un afecto que ningún adjetivo ponderaría lo bastante. Le vi hace poco y le pregunté por Elba Torres y por el poema que ha dedicado a su madre y que, según contaba Guillermo, dará título a un poemario que pronto verá la luz. José Ángel me dijo que Elba ha escrito también una canción para el próximo disco Pablo Milánés. Pero es difícil que me vaya a gustar más que esta:
Donde crecen los geranios
para Anita Ricart y a mis abuelas
Olvido.
Aprendo a olvidar con ella,
los pensamientos sedentes en la mesa,
la esperanza está servida
y de postre habrá fatigas suculentas.
Olvidar que rezo.
Ella contempla el camino
por la ventana de la cocina
con paciencia para que Hugo regrese,
para que regreses tú.
Ella que no recuerda el andar
que no le suena de nada mi nombre,
que ya no puede, no tiene memoria
de pescar la cuchara para el desayuno.
Ella me enseña a olvidarlo todo
mi ocaso, las melodías,
los vocablos, el decoro,
aquel bolero y la perfidia de las flores.
Aprendo a mentir
a falsificar el llanto,
le he dicho que has vuelto
y no es más que otra miseria de mi pecho
otro latido que deberé olvidar
así como ella olvida, donde crecen los geranios.
Como ha dicho hoy Juan Gelman: «En estos tiempos mezquinos, ahí está la poesía de pie contra la muerte»
Yo conozco a Ricart desde pequeña -en los clubes parroquiales de mi pueblo era sólo Ricart- y mi hermano mayor lo conoce un poco mejor. Siempre ha dicho que es muy -MUY- buena gente. A Ricart lo traté después en el Faro y es cierto que lo es.
No conocí a su madre, pero supongo que él a alguien tendría que parecerse.
Qué dolor y qué dulce. Y bajando a la tierra, gracias a Dios que en «en estos tiempos mezquinos», habla alguien de los inmigrantes sin ser titular de sucesos.. Esa labor humana a la que nuestra civilización superior no parece capaz de encontrar un hueco: cuidar a nuestros padres… escuchar su olvido, es donde están encontrando su un sitio. Por más que los titulares, muchas veces, nos hagan creer otras cosas.
Bellísimo poema.
La nueva entrada de Paco, como siempre, me da que pensar. No soy muy de poesía, es más, no soy nada de poesía. Supongo que será una carencia más. Siempre me ha parecido un poco evasiva. Reconozco la belleza estética pero… Ya lo dice Towanda: «Qué dolor y qué dulce». El dolor dulce o dulcificar el dolor. Pero siempre, el dolor. Tampoco conozco a Gelman ni su obra. Por lo que he leído en la prensa me parece que su vida ha sido muy dura y me ha dado la impresión de que la poesía, la escritura, ha sido su tabla de salvación. Me preguntaba si la poesía es una tabla de salvación o una roca sobre la que construir o las dos cosas. El siglo XX, un siglo lleno de buenos poetas, ha sido el siglo de la muerte. ¿Contra la muerte la poesía? No sé. Quizás hayan ido de la mano o en paralelo.
Elba puso mucho cariño en el cuidado de Anita, que a cambio le enseñó valores desconocidos u olvidados. Su poema es buena prueba de ello y de que compartir nos ayuda a reconocernos y revitalizarnos.
Gracias por el comentario y el enlace.
Unha aperta.
Enorme frase la de Gelman. En efecto, los tiempos son mezquinos y, en efecto, la poesía en siete mil años (o así) ha sobrevivido a todo, de pie frente a la muerte.
Yo tampoco soy muy de la poesía, es más, no leo poesía porque nunca le tomé el gusto a este género. Tal vez porque siempre me pareció que la prioridad de este género es la belleza estética. Pero creo que una buena poesía condensa un mundo en pocas palabras. Tendría que leer más poesía, esta me gustó mucho.
Pienso que la poesía ayuda a expresar el yo interior cuando los demás «yoes» no tienen libertad. Y al igual que Gelman, que sobre pasa a la muerte.
Me gustó mucho el blog, lo leeré más seguido.
Aunque el contenido de una poesía intente definir claramente algo específico, su cualidad abstracta deja abierta la posibilidad de llevar al lector hasta donde el lector quiera o tenga la capacidad de llegar, al punto de poder ver más allá de la estructura estética y oír el ritmo con que se tejen algunas de las palabras.
Una poesía responde al ingenio de la sensibilidad que la rodea.
De cierta forma todos somos poetas, incluso hasta aquel que piensa que ya no tiene sensibilidad en sus venas.
Yo que sí que «soy de poesía» no puedo estar más de acuerdo con Juan Gelman. ´¡Qué tiernos esos versos, Paco! Son de catálogo.
Hola Paco
Ya te he dado las gracias en Localia y doy gracias a todos los que hablan asi de la poesía que es algo que olvidamos un día y que por leyes magicas tendremos que recuperar. La poesía acompasa el corazón,
y es por ello por lo que nos queda como vieja experta ante la muerte.
Por otro lado Anita Ricart inspira esa y muchas más.
Un abrazo y gracias otra vez
Muchas gracias a ti, Elba, y disculpa que no haya podido contestarte hasta hoy. Otro abrazo muy grande