Jorge Casanova publica hoy en La Voz una doble página sobre el exceso de demanda de plazas escolares concertadas que conduce a un sinfín de trapicheos de los padres para conseguir matricular a sus hijos donde desean. Dice también que no lo consiguen.
¿Qué puede significar esta sobredemanda de enseñanza privada concertada?
¿Y la sobreoferta de la pública? Los datos de algunos institutos urbanos son demoledores: no reciben solicitudes suficientes para cubrir ni la mitad de las plazas que ofertan.
Parece evidente que los padres prefieren enseñanza privada concertada. Y resulta que, además, cuesta menos a la administración un niño en la concertada que otro en la pública. ¿No cabe concertar más aulas o más colegios?
Non cabe aforrar o diñeiro dos concertos e mellorar o ensino público?
Paco: si la doble es buena, le podrías decir al autor que me la envíe comentada… Un abrazo, MAJ
Ya estamos encima del problema, probable consecuencia de la falta de visión o falta de medios para los que podían hacer algo hace unos cuantos años. Pero, se puede empezar hacer algo ahora mismo para equilibrar un poco la situación los próximos años.
Lo más inmediato sería alquilar espacios y acondicionarlos para la protección del menor mientras recibe el cuidado y educación necesaria.
Esto no sólo abriría plazas de matrículas, pero también plazas para educadores.
La educación de un niño no puede esperar.
Pregunto: ¿Existe algún tipo de seguro de educación que los padres puedan comprar e ir pagando desde la primera señal de embarazo hasta que le toque al niño ir a la escuela y que sea transferible al segundo hijo en caso de que el primero no lo use?
Esta solución podría aliviar los costes y asegurar la matrícula en un colegio privado mientras se abren plazas en los colegios públicos.
No sé, aquí pensando no sólo en los niños, pero también en los padres, en los educadores, en lo que hay disponible, en lo que hace falta y en formas seguras que podrían favorecer el sistema educativo y la ciudad donde se empleen dichas soluciones.
¿A quién se le pregunta si lo propuesto arriba es factible o es una idea fuera de órbita?
Datos publicados por «Qué» el pasado jueves 3 de abril, en su página 6: en 1º de Educación Infantil en los 18 mejores centros públicos de A Coruña se han ofertado 685 plazas y sólo ha habido 599 solicitudes (viene centro por centro: en alguno sólo hubo «2» peticiones!!). En cambio en únicamente 8 centros concertados de la ciudad se han dado 726 solicitudes (faltan otros centros) para las 550 plazas que tienen disponibles (porque no se le autorizan más).
Es un hecho, un dato incontestable que la mayoría de la gente quiere ir a la concertada, del mismo modo que es un hecho que la mayoría de la gente quiere que gobierne Zapatero.
¿Por qué? No sé, pero quizá la política de la Xunta vaya por mal camino: negarse a la evidencia, y enfadar a los padres.
No neguemos, además, que las 10 plazas ofertadas por el CEIP Cornide Saavedra -y sus 2 plazas solicitadas- no les va a salir más caras mantenerlas a la Xunta. Pues así con todo: la concertada a trabajar con los coles a rebosar y 4 «duros» de ayuda, y los demás a aburrirse con miles de profes de apoyo, programas, y presupuestos.
Ojalá más gente eligiese la pública.
Penso que é significativo ver que nos comentarios á noticia de Casanova do que máis se queixan os pais non é de que a pública sexa mala, senón de que ten uns horarios imposibles para unha parella traballadora.
Tamén alguén apunta que a lectura contraria da noticia é que case o 95% dos nenos de 3 anos teñen praza onde elixiron seus pais.
Pues a mí me parece que estas preferencias significan lo de siempre. Esta voluntad de los padres de suplir las carencias educativas y las culpas sobrevenidas, con un «lo mejor para mis hijos» un tanto despistado. Es este prejuicio de que lo público va a funcionar mal, que tanto interés tienen algunos que tengamos… Y este ir dejando obsoletos los sistemas sin voluntad para conciliar horarios y ampliar actividades.
Bueno, que estoy totalmente con Amalia Verdura. Que cabe dedicar más y mejores recursos a la cosa pública, que cabe mejorar horarios y conciliaciones. Y que me parece muy sana la pluralidad de la enseñanza pública. Buf..
El asunto que has puesto sobre la mesa, Paco, es de mucho calado. Obviamente hay dos posturas contrapuestas: por un lado tenemos a Amalia y a Towanda que defienden que el Estado tiene algo que decir en la educación de los hijos. Por otro quienes defendemos que el Estado no tiene nada, o casi nada que decir en la educación de los hijos.
Me parece que Towanda es un poco injusto en sus afirmaciones respecto a la voluntad de los padres. Además, eso de decir que es un prejuicio pensar que lo público va a funcionar mal, je,je. Yo diría que más que un prejuicio es un hecho, sobre todo si hablamos en términos de inversión-resultados.
Por otro lado, la educación pública está atada de pies y manos. No tiene flexibilidad, ni autonomía, los centros no pueden realizar cambios importantes conforme a sus circunstancias, existe una gran politización en todos los estratos de la actividad educativa. Es un problema de difícil solución y una sangría constante de recursos económicos con un resultado más que discutible. Y que conste, porque parece que muchos se olvidan: los padres con hijos en colegios concertados también pagan impuestos. Un ejemplo, los horarios de los centros públicos son, sencillamente, absurdos. Ahora bien, ¿quién va ampliar horarios? ¿cuánto costaría?
Defiendo en este campo, y en otros muchos, el principio de subsidiariedad: allí donde no llega la sociedad civil, que actúe el Estado.
En cuanto a lo de Amalia, je,je, es gracioso pensar que con el dinero que se ahorrase de los conciertos se fuese a mejorar la enseñanza pública. Me parece un poco ingenua la propuesta. Sobre la pluralidad de la enseñanza pública… pues no sé. ¿A qué pluralidad te refieres? Y no vamos a entrar en la enseñanza superior, en las universidades que son de una pluralidad, bufff, ¡qué pluralidad!
En cualquier caso, la discusión de fondo es la que citaba al principio: ¿tiene derecho el Estado a programar, a inmiscuirse en la educación de nuestros hijos o debe actuar simplemente como mediador o árbritro?
Unha aperta,
Mikel
El Estado tiene el deber de garantizar la educación. Cuando hablo de pluralidad quiero decir que a la enseñanza pública acudimos-accedemos todos, ella es una muestra de toda la variedad de nuestra sociedad, o debería serlo. Los padres tenemos mucho que decir respecto a la educación de los hijos, por supuesto, pero el Estado tiene la obligación de impartir una serie de conocimientos, e incluso principios básicos de respeto. La educación «más personal» más peculiar, estará en casa. No sé si soy injusta con los padres, creo que constato una realidad, de la misma manera que haces tú cuando criticas, bien criticados, los horarios de la pública. Los padres estamos muy ocupados con nuestros horarios laborales y afanes por «juvenear» y a veces intentamos suplir estas carencias… De todas formas, de la crítica y el diálogo nacen las mejoras.
Respecto a las obligaciones del Estado, yo diría que el Estado tiene la obligación de garantizar «el acceso a la educación», que no es lo mismo que garantizar la educación. Y esto rotundamente en desacuerdo con esa afirmación de que «el Estado tiene que impartir conocimientos». ¿Desde cuándo el Estado es un profesor? En todo caso debe promover una serie de valores o facilitar el acceso a los conocimientos. Ahora, que el Estado tenga que impartirlos…. Además, ¿qué conocimientos son esos? ¿qué valores son esos? ¿qué Estado tiene derecho: el democrático, el totalitario, los dos? ¿en dónde se recogen los derechos del Estados? ¿quién le da derechos al Estado?
Esto lo digo porque creo que hay que tener sumo cuidado, desde mi perspectiva, con ese tipo de afirmaciones: «el Estado tiene la obligación de….(lo que sea)» Porque una vez aceptada esa premisa nos encontramos con la siguiente: «como el Estado tiene la obligación de…. tiene el derecho a….» Un caso muy claro de esto lo encontramos en los temas de seguridad. Decimos: el Estado tiene la obligación de garantizar nuestra seguridad. Conclusión: el Estado tiene derecho a revisar nuestros neceseres en los aeropuertos, tiene derecho perdirnos la documentación cuando le venga en gana, tiene derecho a meternos en la cárcel cuando nos excedemos en la velocidad, tiene derecho a filmarnos cuando estamos paseando tranquilamente por la calle y un montón de intromisiones más en nuestra vida privada. Todo por haber cedido nuestros derechos individuales a una entidad abstracta para que «garantice nuestra seguridad».
En cuanto a la variedad de la sociedad…no sé…creo que la variedad de la sociedad está en muchos sitios: en un bar, en la misma calle, en cualquier familia, en una playa, en un hospital, en la panadería de la esquina.
Lo de los afanes por «juvenear» no lo entiendo muy bien. De todas formas, lo que entiendo lo entiendo como una decisión libre, no obligada (como pueden ser los horarios laborales). Es decir, se puede tener afán por «juvenear»….o no. Aunque no tengo muy claro el significado que le das a ese término, Towanda.
Efectivamente, de la crítica y el diálogo, nacen las mejoras.
Unha aperta,
Mikel
Miguel Ángel: tienes un enlace a la doble y al blog de Casanova.
Towanda: ¿Has visto? No sabe qué es «juvenear». En fin. Ahí le pillamos.
Vuelvo luego para comentar lo otro.
Creo que el Estado debe cuidarse de respetar la vida de las personas sin inmiscuirse. Aquells libremente deben organizarse según su criterio y buen entender. El debate sobre el “despotismo ilustrado” debería de estar ya superado. Admiro a Federico el Grande. Aumentó la población y las fronteras de Prusia. Fue amigo de Voltaire…, pero se lo montó con los sátrapas. (Perdón si alguno me lee, pero prefiero un ácrata a un sátrapa)