Historias y apuntes de esta semana:
Microrrelato, por Enrique Baltanás en Al margen de los días. Especial para blogueros.
Meninas, por Amalia P. Verdura en Catro Gatas.
Soy prosaico, por Eresfea.
Patria, por Carlos RM en Cuaderno de vísperas.
Añado la última crónica de David Beriain desde Colombia, una especial para periodistas y publicitarios (en inglés) y otra sólo para periodistas.
Bueno, yo voy a contar una pequeña anécdota que le sucedió a mi in-sub-consciente hace unos días:
LA CULPA ES DE FREUD
Estaba yo despidiéndome de mi pareja en el semáforo de la Ronda de Outeiro a la altura de Los Mallos, esperando ambos a que el muñequito se pusiese en verde.
Delante de nosotros estaba esperando para cruzar una muchacha rubia de muy buen ver. Más ceñida que el plástico de un CD; con el cuerpo de una botella de cocacola de las de antes.
En esto que se pone el muñeco del semáforo en verde y le doy un beso a la parienta y le digo:
– Bueno, me voy, que ya va a empezar a andar.
Y claro, la cagué con todo el equipo.
Pero como le dije después a mi churry entre risas, la culpa es de Freud.
Siempre es de Freud.
Salud y acierto y cuidado con los lapsus interruptus
Moitas gracias.
Qué buenas historias, Paco, se agradece la selección. Deberían nombrarte director de contenidos de las salas de espera de los dentistas.
(Una vez me pasó algo parecido a lo que cuenta Luis. Era la época en la que andaba loco por comprarme una vespa. Mi Francis y yo cruzábamos un paso de cebra en Pamplona, y al otro lado vi aparcada una vespa negra con su silueta abombada característica. Francis no vio esa vespa negra. Delante de nosotros caminaba una mujer negra. Yo no vi a esa mujer negra. Y prometo por Charly Gaul que dije esto: «Mira la negra, mira qué culo tan elegante, es que son una maravilla». Francis, que ya ha vuelto a cerrar la mandíbula, dará fe de la escena).
Agradezco las dos nuevas historias, que me han hecho reír un buen rato. Para entener que Ander prometa por Charly Gaul, hay que conocer un texto suyo que cuenta otra historia excelente. Pero no la enlazaré. El que la quiera buscar, que vaya a Google. Datos para encontrarla no le faltan. Y para apreciar aún más lo de la vespa, quizá convendría ver vespana.blogspot.com
En cuanto a Luis, sólo conozco a otra persona capaz de construir imágenes como «más ceñida que el plástico de un cd». Y esa persona también diría «parienta» o «churri» o «la cagué con todo el equipo», así que empiezo a sospechar que, quizá, no se trate de dos personas distintas. En cualquier caso, son dos buenísimas historias muy bien contadas.
Doy fe. Y es cierto que la negra tenía un culo elegante.
Gracias Luis, gracias Anderiza. Aquellas personas que me hacen reir me obsequian felicidad.
Francis! Qué alegría! Sólo te conozco de las historias de Ander y de algunas de sus fotos. Dile, por favor, que te traiga la próxima vez.
Un tarde de invierno estaba yo pensando en New York, el 11-S, la destrucción y el amor, el poder los mitos modernos y populares creados por el noveno arte y el Cine Clásico y lo mezclé todo y:
KRYPTONITA
Aún ayer New York era un improvisado jazz de razas, ventanas y grandes letreros luminosos. Todos mis taxistas se llamaban Travis y solamente viajaban de noche, para al final dejarte en medio de ningún sitio. Tú no eras la mujer pantera ni yo el hombre que mató a Liberty Valance, pero te juro que hubo un momento en que pensé que no íbamos a salir nunca de aquella ciudad, y mirándote a los ojos me di cuenta de que ya no nos importaba a ninguno de los dos viajar siempre de aquí a la eternidad.
Y mientras Irene Dunne y Charles Boyer se citaban cerca de las nubes del Empire State, nosotros buscábamos tesoros por todo Central Park y, cogidos de la mano, naufragábamos sobre el quimérico islote de Bedloe, que todavía no había visto a Charlon Heston a caballo en la playa del fin del mundo.
A ti no te gustaba el MoMa ni a mí Wall Street, así que nos fuimos a un banco a ver como caía el sol en el fondo del Hudson. A nuestro lado estaba Diane Keaton, acompañada de un judío enclenque con gafas que no paraba de hablar de Dios y de sí mismo.
Te besé esa noche en Broadway, mientras Harpo nos servía la cena en su sombrero hongo y nos vaciaba los bolsillos para darle una propina a Chet Baker, que susurraba en su trompeta nueva todo lo que yo no te había sabido decir.
Y , después, yo, que había visto tantas veces a Ginger y Fred flotar por entre amplias avenidas y neones, amanecí contigo balilando sobre una barandilla del puente de Brooklyn, que todavía conservaba la huella de aquel Tarzán que acabó confundiendo hospitales con selvas de cartón piedra.
Pero aquella fue la mañana en la que Lex Luthor llenó de Kryptonita los bolsillos de Superman, que ya no pudo evitar que Harold Mosca se cayerá del reloj. King Kong había conseguido, al fin, la ansiada fórmula de la invisibilidad de Whale y Frankie tosió dos veces en mitad de su New York, New York…
Intenté rebobinar, como Bill Murray en el día de la marmota, porque nadie se merece la realidad sin haberla podido ensayar antes, y no pude, pues me di cuenta de que nunca había sido Stalisnavsky… y así, New York se metió entre mis sueños y ahora ya no sé realmente si existe y si alguna vez estuve allí contigo o si fue todo una fugaz secuencia en Technicolor.
Por fin que me traje de vuelta el pijama a rayas que Rock Hudson vestía( porque Hudson vestía hasta los pijamas) en sus confidencias a medianoche y sé que los restos de carmín no son de Doris Day, sino tuyos.
THE END
Saludos a todos.