Saldré para Brasil mañana, justo a la hora en que se cierran los colegios electorales, quizá sin tiempo para conocer en qué acaba la cosa. Me ocurrió lo mismo en el 2004, solo que entonces me perdí también la supuesta «jornada de reflexión». Como periodista, me gustaría estar aquí. Pero volver a Brasil siempre me ilusiona. No solo porque es un país gigante, riquísimo y de una variedad paisajística deslumbrante, sino, y sobre todo, porque está lleno de brasileiros: la gente más afable y de inteligencia más chispeante que conozco.
Únicamente un brasileiro, por ejemplo, puede poner a la puerta de su restaurante un cartel que discrimina el precio del menú en función de las sobras que dejes en el plato: 7,90 si no las dejas, 10 en caso contrario. Y aún añade una explicación que traduzco: «Queremos que coma a gusto, que repita cuantas veces quiera y que salga satisfecho, pero también queremos que no deje sobras en el plato».
Me llega por un compañero de trabajo un mensaje que está circulando por Internet. He comprobado que el supuesto autor de la frase, un médico brasileiro llamado Drauzio Varella existe, e incluso he encontrado la frase original, aunque no estoy seguro de que le pertenezca. Dice así (y esta vez no traduzco, para no embrutecer más la cita y porque entendemos): «No mundo atual está se investindo cinco vezes mais en remedios para virilidade masculina e silicone para mulheres do que na cura do Mal de Alzheimer. Daqui a alguns anos, teremos velhas de seios grandes e velhos de pito duro, mas eles nao se lembrarán para qué serve».
Así que me voy a ver gente simpática y sensata, mientras aquí se estará discutiendo, tristemente, si el atentado de ayer mueve a la compasión por los socialistas y regala una imagen de dureza a Zapatero o favorece las tesis antiterroristas de Rajoy. Como si debiera importarnos a quién prefieren.
Añado a la columna que sale, sin esta foto, en La Voz: la imagen se la debo a mi amigo Felipe Cruz, que la tomó y publicó hace unos días en su blog ODiario de todos os dias, y tuvo la gentileza de enviármela. Muito obrigado mais uma vez.
Otra cosa: mi artículo de hace cuatro años, enlazado en la segunda línea, se situló «Bombas y votos». Hoy El País titula su editorial «Pistolas contra votos» y Público «Balas contra votos». En el caso del primero, me pregunto por qué hace cuatro años no… El otro, claro, aún no había nacido.
¿Sabes que siempre cuento las últimas sílabas de tus textos?
es verdad! yo no las he contado.. pero la prosa fluye y fluye.. y al final se «contundece o contundea» en un verso estocada! empezaremos a contar…
Caro Paco, obrigado pela referência! Seja novamente bem vindo ao Brasil!
ABraços.
Además de los comentarios estilísticos de Ander y Towanda, me llegó otro por correo electrónico y he añadido una coma donde faltaba: «sino, y sobre todo, porque está lleno de brasileiros».
En cuanto a los finales: es verdad que tendía a buscar el endecasílabo o el heptasílabo para cerrar. Me parece que producen un efecto de compleción peculiar. En este caso, sin embargo, el endecasílabo apareció sin querer, como fruto de una poda. Había escrito una frase mucho más dura que decidí aliviar: «Como si no supiéramos a quién prefiere Eta». Reconocí en esta frase la violencia oculta que me atribuyó en su día (no recuerdo las palabras textuales» Pedro de Miguel en la antología de columnistas que publicó. Me asusté y la cambié por el endecasílabo, sin darme cuenta de que lo era. Puede que tienda inconscientemente a esa métrica.
Dice Arcadi Espada sobre esto: «La última frase de una columna ya no debe hacer pensar, o al menos no más de lo que piensa un interruptor». Siempre pretendo lo contrario: que funcione como un interruptor de apagado, sí, pero que se le clave al lector en la cabeza, que se quede con eso, que le haga pensar. Quizá me equivoco.
Gracias por sacar este asunto.
Veo el heptasílabo en la versión dura «a quién prefiere Eta». Pero no veo heptasílabos ni endecasílabos en la versión que salió publicada. Y por eso escribí la tontería de contar sílabas, para reclamar ese endecasílabo que tanto gusta a la afición. ¡Queremos muchos endecasílabos!
Por cierto, ¡buen viaje y no dejes sobras!
Vaya! Al ver tu comentario, y sabiendo lo que ambos sabemos, di por supuesto que se me había escapado un endecasílabo. Pero ya veo que no, que ni con la sinalefa da once.
Otra cosa. esta columna iba a ser puramente festiva. Se suponía que el periódico ya llevana suficiente opinión electoral y no convenía aburrir al lector. Pero cuando estaba acabándola, justo cuando iba a comenzar el último párrafo, me dieron la noticia del atentado.