Me mandaron un wasap con lo que parece ser el pleno de un pequeño ayuntamiento en el que uno de los oradores abre su turno de palabra con el siguiente agradecimiento: » Estimado señor alcalde, estimados concejales, estimados damas y caballeros, estimadas lesbianas, estimados homosexuales, estimados travestis, estimadas mujeres XY, estimados andróginos, estimados gender Qeer, estimados binarios, estimados pangéneros, estimados género «0», bigénero y sin ningún género; estimados no binarios, asexuales, transexuales, transmasculinos y transhombres, transfemeninas y transmujeres; interfemeninas, interhombres e interhumanos, estimados cuarto género y transgénero, transgénero con dos espíritus, género dual y hermafroditas.»
Definitivamente me he perdido en el mundo de las nuevas taxonomías sexuales, quedé varado en los manuales diagnósticos internacionales y en un antiguo sentido común que ya no tiene sentido y mucho menos es común. ¿De dónde ha salido toda esa gente de la que nunca gocé conocimiento alguno?
En situaciones así, regreso a los clásicos que guardan la clave de todo lo dicho y a escuchar con los ojos El Banquete de Platón
En El Banquete, Platón trata el tema del Amor y propone a sus ilustres invitados que hagan una alabanza sobre el tema.
Cuando Aristófanes toma la palabra dice los siguiente: en un principio sólo había tres tipos de naturaleza humana, los dos sexos y un tercero andrógino. Todos ellos eran dobles y eran tan felices que Zeus se sintió amenazado y los partió en dos mitades condenándonos a vivir toda la vida buscando desesperadamente nuestra otra mitad. Los hombres que provienen de un andrógino aman a las mujeres y las mujeres a los hombres; las mujeres que provienen de las primitivas mujeres esféricas aman a las mujeres y los hombres esféricos a los hombres. El amor es el deseo de encontrar es mitad que nos falta.
Más Platón y menos líos.