La Voz de Galicia
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Releía estos días » Rebelión en la Granja» (G. Orwell) una de las fábulas más atemporal sobre la condición humana. Orwell la escribió como crítica al régimen totalitario de Stalin pero sigue siendo de rigurosa actualidad.

La obra se desarrolla en la granja del señor Jones, todos los animales presentan características humanas siendo capaces de debatir y organizarse para construir una sociedad utópica que pasa por expulsar al propietario de la Granja.

Los cerdos se erigen como líderes por su inteligencia. Dos de ellos, Snowball y Napoleón, los máximos dirigentes, empiezan a tener discrepancias que acaban cuando Napoleón expulsa de la granja a su camarada Snowball erigiéndose como único líder. Los cerdos se constituyen como una élite (casta)  dentro de la granja férreamente dirigidos por  Napoleón bajo una ideología que llamó Animalismo. (Cuatro piernas, buenos; dos piernas , malos).

El animalismo formula sus mandamientos. Entre otros: Ningún animal usará ropa, ningún animal dormirá en una cama, ningún animal beberá alcohol y todos los animales son iguales.

Los animales comenzaron a llamarse camaradas entre sí y a tomar las decisiones votando en asambleas, pero poco a poco los cerdos acabaron asumiendo el liderazgo toda vez que se consideraban los dueños del conocimiento y precursores de la Revolución. Napoleón, ambicioso, acabó expulsando al resto de los cerdos influyentes y transformando la granja en una República de la que se eligió Presidente.

Poco a poco los cerdos adoptaron los defectos propios del hombre, y matizaron los mandamientos: Ningún animal dormirá en una cama «con sábanas», ningún animal beberá alcohol «en exceso» etc..

El resto de los animales acabaron viendo en el cerdo a un hombre y en el hombre a un cerdo sin poderlos distinguir.

Orwell critica el culto a la personalidad,  la censura de los medios y las ideologías totalitarias.

¿Les suena?