La Voz de Galicia
Seleccionar página

Supe hace unos días de un nuevo documental de Neflix titulado Our Planet,  en el capítulo  «Mundos de Hielo», muestran la estremecedora historia  de la mayor colonia de morsas del planeta que ante el derretimiento de los polos han tenido que migrar al norte, a la playa de una remota isla en la costa oriental del mar de Chukotka en Rusia.

Allí viven cien mil morsas en un islote tan pequeño que algunas optan por escalar por los riscos hasta llegar a la cima de donde no saben bajar, entonces se desorientan, se rinden y se defenestran tirándose al vacío. Sobrecogedor.

Es una historia que está dando la vuelta a un mundo que se conmueve con el sufrir de un magnífico mamífero marino y no es capaz de reparar  lo cerca que está de él.

El sociologo Émile Durkeim distinguió  diferentes tipos de suicidio en el ser humano y la etología ha dado explicaciones a los pocos que se dan en el mundo animal, en cualquier caso, las causas humanas siempre son simbólicas y las del resto más reales.

Dentro del ámbito humano la conducta suicida obedece básicamente a dos claves:  querer morirse o no querer seguir viviendo así, que son muy distintas.

Desear la muerte o despreciar la vida implica un deseo, un ir hacia algo, muy diferente es no querer seguir viviendo que supone una rendición y no hay nada atractivo después de la derrota final.

Obligadas a emigrar porque en su hábitat ya no se puede vivir, reproduciéndose sin control y apenas alimento, luchan, buscan salidas donde no los hay y acaban mordiendo la píldora de cianuro de la realidad.

Cambien morsas por seres humanos, con la misma tierra quemada que ya no  pueden habitar, la misma ignorancia y estupidez que les impide tomarse en serio el futuro. Morsas humanas escalando records sin salida para hacerse selfis, matando el tiempo y llorando como castratis lo destruido. Las morsas humanas se conmueven con las de verdad sin reparar en que ellas son las siguientes morsas a defenestrarse.

Las tierras abandonadas son el envés de las islas del mar de Chukotka, el espacio urbano apelotonado son los islotes donde hemos migrado las morsas sapiens. Google, en el mar de Internet, también está saturada y produce  tanta crispación como el apelotonamiento produce agresividad, conflictos tribales,  escasez de recursos y delincuencia.

La angustia de ver la verdad del documental aplicado a nosotros mismos parece ser exclusivo de una minoría  visto el escaso efecto que tienen las voces de los movimientos ecologistas.

Gregori Bateson -padre de la Ecosistémica- decía que lo cuestión no es la pena que de ver apalear a un bebé foca  sino que ese bebé foca acabará matándonos.