La Voz de Galicia
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La R.A.E define la palabra «Matiz» como un rasgo que no es demasiado notorio pero que confiere un cierto carácter a algo, suele usarse para mencionar las variaciones o los grados que puede tener un elemento.

El apunte viene al caso porque el otro día charlando con unos amigos salió a colación el término «repunante» refiriéndose a uno de ellos.

Ser «repunante» no es lo mismo que ser  repugnante. Repugnante es algo repulsivo  que produce asco o rechazo, sin embargo,  «repunante» es un matiz que identifica a ese tipo de personas que no paran de quejarse, de sacar pegas a todo y no estar a gusto con nada. No me dirán que no está el mundo lleno de «repunantes» con todo el matiz de la palabra que, en gallego, presenta una variante aún más precisa que es la de ser «un repunantiño», haciendo referencia al  típico chorimicas  al que se le aguanta con paciencia y resignación aunque sea igual de pesado que el «repunante» de raza, sólo que más tolerable; el «repunantiño» tiene un matiz que  presupone una cierta ingenuidad y falta de maldad.

A nada que miren a su alrededor seguro que identificaran a muchos conocidos que alcanzan el grado de repugnantes, repunantes y repunantiños porque el mundo está lleno de ellos.

«Repunante» es un matiz de repugnante igual que «gelepollas» lo es de gilipollas. El «gelepollas» es peor que el gilipollas porque introduce un matiz de cierta estupidez a la impertinencia propia del gilipollas, lo  que resulta insoportable y más que ira desata desprecio.

Tampoco es lo mismo ser guapo y simpático que ser «riquiño». El primero tiene un éxito social garantizado y el otro la seguridad de no comerse una rosca en la vida aunque todos le quieran mucho.

El mundo está lleno de matices.