La Voz de Galicia
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Se considera un error tipo I ver algo allí donde no hay nada, mientras que un error tipo II es no ver algo obvio que está delante de nuestras narices. Un colega levantino acierta muy bien al señalar porqué que se cometen más errores tipo II que tipo I: porque la mayor parte de la gente no ve (es ciega), no quiere ver (es cobarde) o cobra para mirar hacia otro lado (es corrupta).

Los que cometen  errores tipo I son  aquellos que perciben otras realidades relacionando datos que aparentemente no están conectados entre sí, viendo cosas que se ocultan detrás de la realidad  pero que también existen. Los conspiranoicos  resultan tan locos como lúcidos y no está demás escuchar lo que dicen.

El desarrollo de la Red ha permitido que prolifere un contra poder youtuber  y blogero que difunde versiones alternativas a la realidad filtrada que ofrece el poder mediático oficial. Los conspiranoicos desarrollan relatos  fascinantes  llenos de verdad y locura.

La conspiranoia medra cuando surge una noticia lo suficientemente importante como para dar la impresión de que ahí se oculta algo más grande y que no se dice toda la verdad. Si no se dice, es porque la seguridad nacional, mundial u otro tipo de intereses no aconseja esa verdad como ocurrió con el asesinato de Kennedy, con el 11-M, con la muerte de los grandes líderes, con las torres gemelas…

Construir un relato «no oficial» -más o menos coherente- que explique que tras hechos relevantes se esconden los Illuminati, los caballeros de la cruz de Malta, los socios del club Bildergerg, las grandes multinacionales, la masonería , los yankees, el Priorato de Sión o cualquier otro chivo expiatorio. Puede parecer  delirante pero es mucho más entretenido y digno de escuchar.

¿Quién y con qué fin mueve el desafío catalán o el Brexit? ¿Cuál es el verdadero motivo por el que proliferan tantos movimientos marginales en Occidente? ¿Qué razones espúreas mueven el desastre Sirio o Venezolano?… Frente a la versión oficial de cosas así, el conspiranoico recela, escudriña, piensa mal y da una explicación alternativa  que  involucra a gentes y organizaciones, a convolutos, confabulaciones y conciliábulos… Señala enemigos ocultos, desenmascara poderes y acusa hasta lo sagrado.

Lo interesante de sus propuestas es que muchas de ellas se han mostrado veraces en más de una ocasión por lo que conviene no menospreciar sus tesis.

En este tiempo de elecciones donde el juego de errores tipo II es mayoritario entre una gente bombardeada por versiones de los asuntos claramente politizadas, los conspiranoicos viene a poner orden en el rebaño partiendo siempre de la misma base: todo es mentira.

El conspiranoico vive a la contra, siempre en prevengan.

Cuidadín.