La Voz de Galicia
Seleccionar página

Otra vez se nos ha encogido el corazón conociendo la suerte de la joven asesinada en Huelva mientras corría.

Otra vez el mantra grupal de tener que tomar medidas políticas para erradicar esta violencia, hacer más  maratones solidarios y más velorios en el escenario del crimen.

Todo esto es estimable y necesario porque ayuda a disminuir la prevalencia del número de fieras y facilita los duelos de la comunidad. Pero es inútil, el mal es imposible de erradicar porque forma parte de nosotros mismos.

Eduquemos en la escuela, logremos la igualdad social entre hombres y mujeres, rehabilitemos en las cárceles todo lo que se pueda rehabilitar …  y el mal seguirá estando ahí, como el dinosaurio del cuento de Monterroso.

Siempre habrá lobos solitarios, gentes sin límites simbólicos que pongan bocado a sus deseos y personalidades perversas irreducibles que pueden no parecerlo. Ellos también son «nosotros».

Hay que vivir con toda la seguridad y libertad posibles pero también con toda la precaución que requiere formar parte de una manada humana.

Tan necesario es correr con un reloj  de esos que son como una uvi personal, como con un espray de defensa para todo tipo de alimañas, nos ahorraríamos muchos disgustos si nos da por salirnos de ruta o explorar territorios desconocidos.

Echo de menos campañas publicitarias que además de reivindicar el legítimo derecho a hacer lo que nos de la gana, también informen de las mínimas precauciones a tomar.

La ciudadanos del bienestar olvidamos  que todo es posible y hay que recordarlo mientras vivamos en esta casa de fieras. El código de precaución civil no enseña  normas de cautela; olvidadas por la buena fe del que cree honestamente que no hay gente tan mala y que si la hay es que   están locos. Pero se equivocan, las señales de la maldad son sutiles pero delatoras; son esas que se perciben en la primera impresión, el primer contacto, las primeras palabras o un saludo personal que apesta a impostura.

Es más seguro saber detectar las zonas de sombra donde nos movemos que rastrear afinidades y minimizar aspectos que puedan llegar a asesinarnos. Siempre hay pequeños detalles a los que no damos crédito  que nos alertan del riesgo potencial que tenemos delante.

La joven asesinada percibió esas señales pero no las tuvo en cuenta, el mensaje que envío a su novio expresando el miedo que le daba la mirada del vecino de enfrente  era una señal clara de peligro.

Esa mirada del mal y la foto del animalito Montoya con una camiseta que pone LUCIFER dentro de un círculo satánico resaltando en su pecho de lobo obligaba a guardar cautela y evitar cruzar  su territorio desarmado.

Libertad con precaución.

Feliz Navidad!