La Voz de Galicia
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Acosar es verbo de moda y un atractor semántico para muchos individuos y colectivos faltos de defensa -tanto pública como personal- de muchos de los ataques que se sufren en el humano vivir .

La palabra acoso según el Diccionario etimológico Corominas quiere decir «perseguir a alguien sin darle tregua».

Se entiende que no es lo mismo el drama de un historia de violencia de género o acoso sexual, que un señor que le diga un piropo  a una señorita.

En el caso dramático se trata de una novela dónde el señor del piropo es una frase suelta. Son dos tipos lógicos distintos y por tanto tienen diferentes narrativas; lo que vale  para uno puede ser inútil para el otro.

Claro que perseguir sin tregua a alguien en cualquier aspecto, sexual, escolar o laborales un delito que debe ser castigado . Esos acosadores no dan tregua, son un tormento longitudinal que dura tiempo y muestran además  voluntad de hacer daño.

El señor del piropo puede resultar muy desagradable pero no tiene intención de dañar a nadie, todo lo contrario. Su lógica es distinta y no merece el mismo castigo que el canalla de la novela.

Más allá de este tipo de acosos tan mediáticos últimamente, creo  que la popularidad del término acoso surge del ambiente acosador que se respira en eso que llamamos la Red y dónde cada día pasamos más tiempo.

Las redes sociales y las nuevas tecnologías de la comunicación

han propiciado el acoso a la gente; en la Red la persecución sin tregua resulta mucho más fácil.

El peor acoso es el que se dirige hacia el deseo individual, cuando expones el más mínimo deseo en la red, cientos de computadoras se ponen en marcha para ofrecértelo sin tregua.

Informarte de un viaje, mirar unas zapatillas o unos auriculares  supone que durante mucho tiempo te aparezcan pantallazos recordándote que un día aquello fue objeto de tu interés. Un tormento.

Acoso es que te llamen repetidamente al móvil ofreciéndote de todo, como si una pléyade de testigos de Jehová informáticos  llamaran cada dos por tres a la puerta.

Acoso es recordarte el cumpleaños de amigos y conocidos, la ubicación del paquete a recibir o tener que pasar la ITV. ¿A quién consentiríamos tal actitud en la vida normal sin ponerle un límite?

Acoso son también la horas de  publicidad que nos tragamos en este ambiente, un mundo de ritmos impuestos en el que siempre habrá una dosis de estimulantes del deseo que  tendrás que ingerir conforme a lo que les interese los señores del aire.

Acoso es estirar los programas de éxito: Master Chef, OT, GH etc…hasta la saturación.

Todos sufrimos acosos cotidianos que ni siquiera percibimos.