La Voz de Galicia
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Parece mentira que pasado mañana canten la lotería de Navidad y se lance el chupinazo de las fiestas navideñas en este invierno tan raro de clima travestido.
Pasamos de crisis migratorias a delirios catalanes, de atentados terroristas a elecciones generales sin tiempo para repostar, ni tan siquiera poder sedimentar el cóctel de emociones que desatan los acontecimientos.
La sociedad líquida comienza a ser gaseosa
La campaña electoral que hemos vivido también ha sido rara como el tiempo, como esta Navidad sin frío. Los shows de los contendientes haciendo todo tipo de gracias en los medias han desplazado a los casposos carteles electorales; de tener las ciudades empapeladas de caretos con photoshop hemos pasado a tener las televisiones saturadas de debates, entrevistas y números circenses de los candidatos.
Los principales protagonistas de la campaña han tenido una evolución impensable en muy poco tiempo. Rajoy dejó de ser plasma y se convirtió en carne mortal que hace paellas y juega al futbolín. Sanchez mudó su monótono registro de guapo de peluquería por el de un malvado fendetestas que le falta el respeto a los mayores. Pablo Iglesias pasó de asaltar el cielo con la caballería rusticana a hacerlo con sonrisas, voz de nana y pidiendo permiso al Papa .El sereno Rivera se fue acelerando poco a poco hasta llegar a una especie de mal de San Vito que no le permite estarse quieto un momento, ni saber qué hacer con la manos. Pero no estuvieron mal, quizás los candidatos de esta legislatura se han expuesto más que nunca y eso los ha humanizado y acercado más a la gente. Se han visto otras maneras que, cuanto menos, han hecho el tour de force electoral más entretenido.
Lo peor ha sido el sopapo al presidente. Un maporro que no surge de ideología alguna, sino del trastorno de personalidad de un chico que -como tantos otros que proliferan en esta posmodernidad sin ideales- sólo encuentra una identidad en el reconocimiento de la jauría que lo jaleaba al ser detenido. Esos son los verdaderos responsables. Se necesita un largo proceso de reinserción para este chico, pero sería más fácil si todos los corifeos de sus azañas dejaran de achucharlo para que ejecute lo que ellos sólo son capaces de hacer a través de twitter. Siempre ha habido cobardes y siempre ha habido pobres diablos manipulables a su servicio.
Ahora sólo nos queda ir a votar en conciencia y saber identificar a tanta oveja con piel de lobo y tanto lobo con piel de oveja.
Alea Jacta Est.