La Voz de Galicia
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Ciudadanos ha lanzado urbi et orbe la propuesta de legalizar la prostitución, viejo asunto este de qué hacer con el oficio más viejo y rentable del mundo.
La prostitución mueve en España del orden de 18.000 millones de euros, lo que su normalización tributaria supondría unos 6.000 millones de recaudación para las arcas públicas, más o menos el uno por ciento del PIB. Pero lo peor no es el impacto económico, lo peor es la condena a la marginalidad criminal a la que se ven abocadas las profesionales del sexo. Cuanto más marginal es el asunto más riesgo, menos control y más explotación.
Ha faltado tiempo para que la hipocresía grupal levante su voz en contra apelando a los mismos argumentos de siempre. Esa hipocresía que mira de reojo y hace la vista gorda a los anuncios por palabras, los panfletos que aparecen en el limpiaparabrisas de sus coches, las chicas que se exhiben en cunetas , parques y polígonos, los locales de luces rojas que salpican las carreteras o las páginas de internet ofertando de todo.
La prostitución como las drogas, el alcohol o la pornografía, no se erradican con prohibiciones que las arrojen a la ilegalidad, esa solución nunca funcionó y sólo trajo más problemas añadidos.
Cuando en el siglo XVII un obispo de Francia cerró todos los burdeles de la ciudad, alguien apuntaba al poco tiempo: ya no hay burdeles en el pueblo, ahora todo el pueblo es un burdel.
La ley seca sólo propició crimen y delincuencia; con la drogas ocurrió lo mismo, la satanización de la droga (sustancia) llevó a la Droga (fenómeno social), problemas sanitarios, sida, mafias ,corrupción…
En un cálculo de la Asociación de Locales de Alternes se estima que ejercen alrededor de 300.000 prostitutas, que podrían ser 800.000 porque es imposible su cuantificación. Sin papeles, traficadas, explotadas y sin controles sanitarios. Condenadas a la sordidez.
Versaba Santa teresa aquello de «hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis». Si hay tanta prostitución es porque hay clientes, nos guste o no, siempre los hubo y siempre lo habrá; ninguna de las experiencias legislativas al respecto llevadas a cabo en Europa han conseguido erradicarla.
Parece sensato pensar que lo menos malo sea regularla, sacarla de la alcantarilla a la que está condenada, controlarla en todos sus aspectos, económicos, sanitarios y legales.
Aunque también se puede perseverar unos siglos más en la misma solución que sólo lleva al más de lo mismo.
Hay quien afirma que regularizar la prostitución es legalizar la esclavitud.
Tanto, como que no regularla es legalizar a los amos y alimentar la hipocresía social
Hic et nunc.