La Voz de Galicia
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Las fórmulas farmacéuticas han derivado hacia presentaciones cada vez más sofisticadas. Las multinacionales compiten con ellas mismas para sacar nuevos métodos de administración que desbanquen a los anteriores, aunque sólo sea para asegurarse unos años más de patente blindada. Aparecen así los estimulantes “Flash”, “Retard”, “Depot” etc…adjetivos imponentes que evocan alta tecnológica científicamente probada.
Y ya nadie se acuerda del humilde supositorio, cuando la vía rectal es mucho más eficaz que otras vías para la administración de un fármaco.
La mucosa rectal absorbe mucho más rápidamente que la gástrica los principios activos –de ahí la moda de empapar los tampax con alcohol para agarrarse un colocón inmediato-, así que no es una cuestión de eficacia lo que ha empalidecido el uso del esbelto e sufrido supositorio, sino una cuestión meramente simbólica.
Ponerse un supositorio alcanza connotaciones maliciosas y humillantes para el imaginario popular. Si de símbolos se trata, no entiendo porqué este reparo, cuando nos están todo el día trajinando las mucosas. Como si ponerse un supositorio fuera algo tan distinto a que te calzen otros argumentos o te la metan doblada, deberíamos estar acostumbrados.
Pero para alguna cosas somos así de “tiquis miquis” y exquisitos, y para otras un desastre. Cuando pienso en esto, no se porqué, siempre me viene a la cabeza la escobilla del retrete. Ponemos pegas a introducirnos un supositorio por lo indecoroso del acto y, a la vez, seguimos utilizando ese objeto tan asqueroso y denigrante que ya debería estar resuelto hace años da igual en que presentación, flash, retard, depot o “tararí que te vi”, pero resuelto.
Y es que la actualidad de esta semana ha tenido mucho que ver con esto del supositorio y la escobilla del WC. Porque aquí están conviviendo elementos que antes de aceptar un supositorio ponen todo de tipo de pegas improcedentes apelando a una puridad inalcanzable y a un dolor inexistente, con otros que no paran de remover en el incremento de excrementos que se acumulan en el espacio público sin que se les menee un músculo. Somos así de plurales y contradictorios, pero no dejan de ser una discusión innecesaria y l una marranada.
El problema es que hay un montón de cosas y causas, indemorables en su tratamiento, cuya vía de administración más rápida y eficaz es la rectal, y otras muchas que, como no hemos tenido reparo en demorar la cuestión de la anacrónica escobilla, hay que removerlas a mano para eliminarlas.
Que asco!