La Voz de Galicia
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Quedé perplejo leyendo que los abogados de la Pantoja construyen su defensa sobre el atenuante de que la tonadillera cometió tropelías porque estaba loca de amor y no sabía lo que hacía. Así que firmó, falsificó, blanqueó y mintió por loco amor de loca madurez.
Si el mundo del derecho usa esos argumentos es porque pueden ser exculpatorios, muy en la línea posmoderna de que nadie es responsable de nada. La culpa siempre la tienen otros o se trata de un trastorno mental.
Pues va a ser que no. Es verdad que podemos cometer locuras por amor o por deseo y matar por odio o celos –el crimen de León, sin ir más lejos-. Todas las emociones –del latín emovere: empujar hacia algo- nos incitan a desarrollar conductas dirigidas por ellas.
Lo único capaz de sujetar las emociones es el lenguaje y la meditación. El lenguaje nos permite pensar y proyectar al futuro las consecuencias de nuestros actos para poder decidir, y la meditación nos anestesia emocionalmente.
La llamada inteligencia emocional permite identificar la emoción y aprender a manejarla. Los hay que tienen más o menos inteligencia emocional y los hay que apenas la tienen, pero no son unos descerebrados que no sepan cuando una emoción les está echando un tiento. Saben lo que hacen y las consecuencias que puede tener, pero se rinden a ella –habiéndolo avisado Plantón y visto los efectos devastadores en el común del prójimo-. La responsabilidad de sus actos es rotunda.
Por amor puedes hacer muchas locuras pero eso no significa que estés loco. Juana la loca se enamoró locamente porque ya estaba loca, no se volvió loca por perder los vientos con Don Felipe el Hermoso.
Juana la Loca tiene la eximente de su locura y la Pantoja tiene el agravante de que en vez de vagabundear con el féretro de Cachuli por Marbella, se lo llevó crudo al estilo Cantora. Un amor con beneficios secundarios no puede ser loco amor.
Tampoco sirve apelar a la enajenación mental transitoria. Que me expliquen si es breve o transitorio el Best Seller de la Pantoja -estando ya en la tercera generación-.
Lo siento por doña Isabel y sus letrados pero el amor no es una excusa. Es mejor argumentar al tribunal que la encausada es una tonadillera idolatrada, un icóno cultural, la historia viva de nuestro Pais y como tal, su deber es entretener al público para mantener la paz social. Una Sharezzade nacional que cada noche tiene que cotarnos un cuento con un: continuará…
Y viendo las pruebas del éxito de público y audiencia que tiene, muchos la perdonarían. Con tal de que no se acabara la serie.