La Voz de Galicia
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Que somos seres contradictorios por naturaleza es sabido. Que deseamos y rechazamos al mismo tiempo, que amamos y odiamos sin despeinarnos, que sabemos y no queremos no saber al mismo tiempo. También que tenemos una mirada selectiva condicionada por esa infección simbólica que es la educación y la ideología. La realidad es una construcción de cada cual y más en estos tiempos en los que hay pocas Verdades y Dogmas – con mayúscula- que compartir. Contradicciones de la vida cotidiana.
Cosas, como ver a gente preocupadísima por su salud y a la vez exponiéndola festivamente con todo tipo de deportes de riesgo y aventuras. Gente obsesionada con la alimentación sana que se somete a dietas incompatibles con un buen estado físico. Activistas furibundos de la protección de los animales que se escandalizan por la crueldad de cortarle las orejas a un perro, sometiéndose al mismo tiempo a dolorosas operaciones de estética que les cuestan un ojo de la cara. Multitudes superinformadas y cada vez más permeables a todo tipo de esoterismos, curanderos, adivinadores y gurus que los timan por la tele de madrugada o los acorralan entre banners y spams. Relajados frente al saber y las ideologías y sin embargo seguidores emocionados del Sálvame de luxe . Alérgicos al esfuerzo, las normas coercitivas y la autoridad, pero imponiéndoselas a sí mismo con crueles regímenes dietéticos y esfuerzos deportivos desproporcionados. Discretos y contenidos frente a la muerte, pero consumiendo vorazmente todo tipo de terapias «psi «en las que poder gritar, llorar y maldecir en la intimidad.
Contradicciones como la del feminismo recalcitrante que se echa a la calle indignado por la humillación machista de un piropo y no dice nada del montón de programas televisivos en los que la imagen de la mujer no sale precisamente dignificada: “Hombres y mujeres”,”Un novio para fulanita”, “Una novia para mi hijo” etc…Protagonizados y dirigidos casi todos ellos por mujeres.
Y que contradictoria también la plétora de propuestas de toda clase de potingues para resaltar la belleza de la mujer y al mismo tiempo su explotación comercial como sufridora de todo de podrigorios: para el olor de esos días, para las hemorroides, para el picor de los bajos, para el sudor, para las pérdidas de orina, para el estreñimiento…¿Es que los hombres no los padecemos? ¿Es que a nosotros solo se nos cae el pelo o somos sexualmente disfuncionales? Esto hubiera sido un asunto para el ingenuo Ministerio de Igualdad –se debería haber llamado de la Desigualdad, que es lo que es inevitable y lo que urge gestionar mejor.
Por una Sociedad igualitaria y sin secreciones corporales: ¡No a los Podrigorios de Género!
Los hombres también sufren.