La Voz de Galicia
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Resulta sorprendente comprobar lo rentable que es la orina.
Consta en diarios de mancebos de botica del siglo XIX, que en aquel tiempo era muy apreciada la orina de niño como eficaz antiséptico bucal – llegué a leer en uno de ellos que la mejor era la de niño de Vigo, vaya usted a saber lo que comían los niños de Vigo en aquel entonces-.
Los apreciados amarillos de la escuela de pintura Flamenca, se obtenían de orina de la vaca, lo que llevó al desarrollo de una empresa que producía la mejor, alimentando a sus vacas con una dieta monótona de hojas de mango y agua. Lo que no sé es si resultó rentable mucho tiempo porque las pobres vacas alimentadas así daban para poco.
Las propiedades fertilizantes y antimicrobianas de la orina de la vaca son secularmente conocidas. Existe una empresa asturiana que la comercializa y que ha inventado una especie de “dodotis” hechos con neumáticos reciclados dónde recogen los veinte litros diarios que orina una vaca. Y con subvención del Principado.
Pero los más entusiastas del fluido vacuno son los hindúes, que la utilizan en su medicina y han sacado un refresco a base de orina de vaca que pretende desbancar a la Coca Cola.
Otra propiedad de la orina es su contenido en hormona gonadotropa –hormona imprescindible para la fertilidad y el embarazo-. La hormona gonadotropa sólo se produce en la hipófisis y en una pequeña proporción en la placenta, pero la orina de mujer menopausica también la contiene en cantidades significativas. Se necesitan millones de litros de orina para obtener un par de gramos de gonadotropa con la que la industria farmacéutica fabrica medicamentos para el tratamiento de la infertilidad.
La demanda de hormona ha ido creciendo y la oferta era escasa dada la dificultad de su síntesis y obtención, por lo que se olfateaba un buen negocio.
El tipo que se atrevió –y este si que es un ejemplar de emprendedor- a buscar cómo hacer un negocio rentable con la orina de mujer menopausica está hoy entre las setenta primeras fortunas del mundo.
Su genialidad fue proponer el negocio al Vaticano, porque el lugar idóneo para recoger de forma regular una orina de estas características son los conventos. Y así se hizo. Y se forraron.
Se trata de avispado italiano al que le gusta competir con su velero en la copa del mundo y que reside en un país sin mar, Suiza. ¿Qué darán allí para que lo frecuenten todos los espabilados del planeta?
Habrá que investigar porque estoy seguro de que tratándose de orina, la de cerdo ibérico también tiene que tener algo interesante.
“Del cerdo hasta los orines” sería un buen slogan.