Ya sé que la cabeza te estalla. Te escribo parapetado debajo de una tormenta Coriolis. Te escribo en uno de esos momentos en los que es mejor coger aire y dejar que las cosas vuelen, que cambien de sitio, que se dinamiten los nombres, que estallen las señales, empezar desde nada. Skitty, ya sé que no quieres vivir en Carthag. Te escribo desde Arrakeen, junto a su mar de acero. Te escribo con el temblor en las manos de una lámina de cristal. Hoy se rompió la bailarina de la caja de música. Se partió su pierna y dejó de dar vueltas. No fue una buena señal. Después llegó estar tormenta de arena indecente. Tenías que vivir siempre en NGC 2516. Las estrellas tenéis que vivir en constelaciones. Si bajáis a Arrakis os ahogáis, como pobres conejitos a los que les tapasen la nariz. Este es un mundo feo, con demasiados Balbasaur, y pocos, muy pocos, Charmander, tan naranjas ellos. Meganium me llamó para que le consiguiese unas entradas. Es muy difícil conseguir entradas. Favor reclama favor. Carthag es un sitio feo, con el musgo entre las torres. Con toda esa lluvia, que azota. Pero en Carthag también sale el sol. Sale el sol en Carthag, ¿no? Leo en un libro que viajar es pasar de un estado malo a otro incierto. Separarse es como emprender un viaje. Es pasar de un estado malo a otro incierto. A veces, es mejor seguir en el estado malo. Las aventuras siempre son apuestas. No sé. Escribo movido por mi odio a los Balbasaur, que quieren acabar con nosotros.