Hace frío en Arrakeen. El temblor (temor) de Skitty altera a Ikachu. Le pone la sonrisa hacia abajo, malhumorado como en el icono ese del teclado del guasap. El frío de Arrakeen ha dejado todo nevado y las gargantas destrozadas. El corazón es un músculo sano que necesita acción. Hay que envolver los corazones en un trapo empapado de querosano y comérselos. Quieres que alguien te diga que in your head… and in your heart, pero nadie te lo dice. Quieres que, cuando llueva esa lluvia tóxica que cae en Iam, no salga este arco iris helado de casi invierno, pero sale. Vas a ver a Squirtle y las palabras se le caen de la boca como los vasos de las manos, a un camarero ebrio. Meganium está varada, como una ballena, llena. Y miras por la ventana y el océano tiene ese color de acetileno puro, que es ese gas que no tiene color. Solo los muertos no saben que lo son. Mientras vivos, hay que seguir. Hay que pisar en las huellas amigas. Fijarse. Siempre las hay. Están ahí. Hoy, con las prisas, una huella amiga es una frase en el guasap. Un icono. Una señal breve, pero una señal, de que alguien pensó en ti. Ikachu habla mucho con el lavaplatos. Los lavaplatos están sobrevalorados. Ikachu no lo usa, pero habla mucho con él. Es mejor dando consejos que lavando. El lavaplatos dice que llegará el calor y se derretirán las nieves del Kilimanjaro. El lavaplatos comenta que la nevera siempre le mira mal. Ella, tan alta. Él, bajo y achaparrado. La nevera es una altiva. Fría. Ikachu nunca habla con la aspiradora. Hay que tener también mucho cuidado con las aspiradoras. Con lo que dicen. Hay que pensar siempre que se lo meten todo por la nariz. Ikachu cree que Skitty es una palabra preciosa, la sangre joven de un pichón abierto en canal. Cuando niños, las sombras daban miedo. Pero sabías que era una sombra. Una sombra era una sombra. Ahora ya ni se sabe qué es una sombra y qué no. Ikachu conduce sobre el lago helado y, a su lado, aterriza el avión supersónico que trae a los de Marte. Los de Marte son buena gente. Aplauden mucho, pero son buena gente. El lago helado hace de carretera y de pista de aterrizaje en invierno, e impresiona ir por él, pegado como ésta a la mole del Peñón de Gibraltar. Llorar bajito no significa llorar tendido en el suelo. Es llorar bajito. Crecemos y el corazón, a veces, decrece y se convierte en una almendra garrapiñada. Tengo que preguntarle al lavaplatos qué hacer con las almendras garrapiñadas, que de la aspiradora no me fío.